Feb 19 2025
Feb 19 2025

Anderson vs Anderson

Publicado el

Detrás del fotograma por Iván Davit

 

Sin duda Wesley Wales Anderson, conocido como Wes Anderson, ha sido uno de los directores más convocantes de la última época y, así mismo, su sola mención remite a un imaginario estético ya característico. La crónica francesa (2021), su última película, podría ser leída como un esfuerzo por intentar expandir el universo creativo Anderson, en una lucha contra su obsesión por la simetría y el impacto visual sobre saturado.

 

En tierras francesas

La película se ubica en la París de XX y narra la redacción del último ejemplar de un afamado diario. Aunque en principio la estructura descentrada y el manejo arbitrario del tiempo pueden desorientar al espectador, con el correr del largometraje se vuelven apuestas por demás interesante que le permiten al realizador amalgamar tres historias muy disímiles entre sí.

 

La pregunta sobre el territorio

Uno de los rasgos fundamentales de la estética del realizador es la construcción espacial que, al despojarse de su fórmula característica, parece abrir un interrogante sobre el este armado, permitiendo a cada historia una forma diferente de representación. La primera trama se nos insinúa como un trailer psicológico en blanco y negro, hijo de los grandes realizadores del género como Orson Wells y Jaques Tourner; en la segunda historia acompañamos a Rancia más formal en un recorrido ilarante sobre un movimiento estudiantil que le permite al director retomar su viejo anhelo por la simetría y el movimiento controlado hasta el punto de volverlo un artificio. La última, en nivel de aparición, es un policial donde la presión de la temática empuja a Anderson hacia la abstracción total de la escena, despojando el escenario de paredes y objetos al mejor estilo Dogville. Sin embargo, todas estas formas conviven en una misma película sin percibirse como saltos abruptos, guión o un pastiche estético insulso.

 

El cambio de la temática

Como bien dijimos, con el correr del tiempo el canon andersoneano se había vuelto tan definido que terminaba por direccionar las temáticas de las películas y sin duda algo de eso logra colarse en La crónica francesa, donde los muertos no sangran, la tensiones sexuales se expresan mediante diálogos haciendo las veces de chistes y los finales, cuando no son felices, al menos son bellos visualmente. El esteticismo termina funcionando, una vez más, como herramienta de distanciamiento entre el sufrimiento de un niño y el espectador, culminando la última historia de este film con una secuencia de animación. Estos límites, entre la apuesta de Wes Anderson y los dibujos animados, siguen sin estar del todo claros y dan la pauta de que seguramente veremos un corolario de este debate en sus siguientes películas.

 

 

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