Dic 02 2023
Dic 02 2023

Bienvenida a casa

Publicado el

No tengo casa, no tengo nada,
y no me importa si estás parada.
Si veo algo, no quiero verlo.
Los Jóvenes Pordioseros

Por Leticia Martínez

Una canción. Arenosa arenosita, en la versión de Mercedes Sosa. La máquina infernal de la soledad que comienza y no se sabe hasta dónde. Hasta cuándo llegará. Si me va a tomar entera, si podré estar en el mundo con los ojos brillosos. Con las lágrimas pegadas a la cara. Arena tapa mi huella. Una foto en la que mi madre me abraza, desde atrás. Su forma de protegerme. Con una mano rodeando mi cuerpo y con la mirada hacia delante. En esa imagen, yo tenía cuatro años, la edad actual de mi hija más chica. Sólo espero que toda esta tristeza sea algo más. Que no se desparrame de mí, que no inunde a mis hijas ni a otras personas que quiero. El desamparo, un lugar sin forma al que, cada tanto, llego.

Hace poco le dije a una amiga que sentía una especie de saudade. Suponía que era por mi mamá o por mi papá. Quiero decir, por la muerte reciente de mi mamá y la de mi papá, hace pocos años. Después, entendí que lo que me pasaba era la ajenitud. Esa sensación que me toma cada tanto y me deja tirada. Una saudade que es un extrañamiento pero no a lo que no se tiene, sino a lo que no ha existido. Una casa. No hay nostalgia peor / que añorar lo que nunca jamás sucedió.

Bienvenida a casa, el libro de Lucía Berlín, tiene un prólogo escrito por su hijo Jeff. Empieza con la siguiente cita, tomada de una entrevista a la autora: he vivido en tantos sitios que es de risa… y como me he movido tanto, el apego a un lugar es muy, muy importante para mí. Siempre estoy buscando… buscando sentirme en casa. Berlín nació en Alaska, pasó su infancia en localidades mineras estadounidenses, su adolescencia en Santiago de Chile (entre yates y glamour) y su adultez en El Paso, Nueva York, México, California. Buscando sentirme en casa. Qué es una casa. Un lugar, la familia que se deja (nos deja). Los lugares que se dejan, las familias que construimos. Las amigas.

Lucía se casó tres veces, tuvo cuatro hijos. Trabajó como enfermera, telefonista, limpiando casas y dio clases de literatura en distintas universidades y en una cárcel. Realizó tratamientos por su adicción al alcohol y a las drogas. No me sorprenden sus datos biográficos. Me sorprende su literatura. Una escritura feroz y precisa. Sus personajes no dan rodeos y, aún así, son contradictorios. Hacen lo que tienen que hacer. Están solos, se encuentran entre raros. Se despiden, a veces se quedan. Los cuentos de la Berlín son fascinantes.

Me persigue una pregunta: qué es una casa. En términos concretos, nunca tuve casa. Alquilar, mudarme, renovar alquileres. Cambiar de geografías, de amigas, de trabajos. Qué es una casa. Un lugar al que volver. Pienso: donde pueda conversar. Sentirme a gusto, en amparo. Estar en gracia. Entonces, donde hay otras y otros. Quiénes son esas otras y otros. Cómo se arma una casa, un territorio, un país. Cómo se defiende una casa, un territorio, un país. Cómo se hace para que la vida no sea sólo sobrevivir. Ensanchar los espacios de encuentros. Engrandecerlos.

También me sentía ajena en Buenos Aires. Sin embargo, en días de saudade y ajenitud, extraño la ciudad. Mis amigas y amigos de la ciudad. Extraño enormemente a mi mamá y a mi papá. Hace unos meses, estuve por allá de visita y caí en cuenta de que estaba en la ciudad sin ellos. El desamparo, otra vez. Me causa un dolor enorme. Ni sé cómo describirlo. Extraño sentarme en la vereda a mirar las luces constantes, insistentes. Los jacarandás florecidos, la ciudad violeta. Extraño aquello que nunca tuve en la ciudad: una especie de reposo. Amantes, risas, caminatas por adoquines. Certeza: Buenos Aires no es mi casa.

Sentirme ajena, sentirme parte. Sentirme sola. La ilusión de la soledad que a veces la remedian la lectura y la escritura. Otras, las charlas con mis amigas del monte, sus risas, sus deseos. Lucia Berlín habitó tantas geografías que, en Bienvenida a casa, leemos las cartas que enviaba a sus amigos. También, hay fotos de sus viajes. Algunas con sus hijos, otras de personas haciendo sus cosas. Hay una lista fascinante con los problemas que tenían las casas en las que vivió. Mullan, Idaho: El río justo delante, demasiado peligroso salir a jugar. Aserradero justo al lado. Encerrada en casa. Crecidas.

Cuando leo este libro pienso en la necesidad de la escritura como una forma de registro. Un inventario ficcional sobre lo que se vive. Pues nunca alcanza con lo que se vive. O, mejor aún, la escritura debe ser mejor que la vida. Como ha dicho Abelardo Castillo: no se narra lo vivido sino la esencia espiritual de lo vivido.

Los hijos de Lucia Berlín conformaron el volumen del libro con los archivos personales de su madre. Los archivos de una escritora. El cuidado. Conectarse. Saltar el encierro. Agrandar, expandir la vida. Me encanta estar sola pero le tengo miedo a la soledad. Mi soledad que me vuelve ajena de mí. De mis hijas. De las otras personas que quiero. Ojalá la escritura sea también una casa. La conexión con otras y con otros. Como el abrazo de mamá: protección y camino. Como escribió el hijo de Berlín sobre su madre: En medio de (o gracias a) ese caos escribía más que nunca. Ganar sueño y perder pena.

Una cita de Lucía Berlin:

“La imagen debe conectar irremediablemente con una experiencia concreta e intensa… debe producirse una mínima alteración de la realidad. Una transformación, no una distorsión de la verdad. El relato mismo deviene en verdad”

fragmento del texto

«Diseñar la literatura: El autor como tipógrafo», en Una nueva vida, 2023.

Bio

Lucia Berlin nació en noviembre de 1936 en Alaska. Fue una escritora que escribió 77 cuentos y publicó tan solo tres libros de relatos en vida, Homesick (1991), So Long (1993) y Where I Live Now (1999). En 1991, ganó el American Book Award con Homesick. Su obra quedó olvidada durante años, hasta que, en el año 2015, 11 años después de su muerte, se publicó el libro de relatos póstumo Manual para mujeres de la limpieza, el cual fue considerado como uno de los mejores libros de ese año por las principales revistas literarias y se convirtió en un bestseller. Recientemente, se publicó Una nueva vida, libro que compila quince relatos, artículos, ensayos y fragmentos de diario, hasta ahora inéditos, reunidos por su hijo Jeff. Lucía murió en California, en noviembre de 2004.

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