Una flecha se clavó en el corazón del hombre que desde hace 3 décadas protegía a comunidades indígenas aisladas o no contactadas en el sur de la Amazonía brasileña. El 9 de septiembre, el indigenista Rieli Franciscato perdió la vida durante una expedición en el borde de la tierra indígena Uru-Eu-Wau-Wau, ubicada en el estado de Rondonia.
“Algo grave está pasando, ellos no atacan si no los atacan”, explicó Ivaneide Bandeira, representante del Instituto Kanindé y colega de Rieli.
Ella coincide con otros indigenistas de la región: la flecha tenía como destino la aceleración del genocidio sobre los pueblos originarios impulsado por el gobierno de Jair Bolsonaro a través de incendios, pandemia, contaminación, invasiones violentas e incluso visitas de la Fundación Nacional del Indio – FUNAI, el ente gubernamental que en el Brasil de Bolsonaro quedó bajo control de pastores neopentecostales conservadores, especializados en la evangelización de indígenas a través de la ONG estadounidense Nuevas Tribus.
“Morir si es necesario, matar jamás”
Rieli luchaba para impedir una realidad que ataca a los indígenas por varias aristas y, como funcionario de una FUNAI desfinanciada, sufría en el día a día la destitución de sus compañeros y compañeras. Entre sus últimas expresiones pidió a quienes estaban con él que no respondan al flechazo, su lema era la antítesis de las políticas armamentistas de Bolsonaro: “Morir si es necesario, matar jamás”.

Brasil se acerca a los 2 años de gestión bolsonarista y el extractivismo llegó al último rincón amazónico que resistía intacto frente a la colonización iniciada hace 5 siglos, lugares donde nunca hubo contacto con blancos o no indígenas.
El profesor de la Universidad Federal de Rondonia y especialista en impactos socioambientales, Luis Fernando Novoa, alerta: “La humanidad está a punto de perder saberes y tecnologías de sobrevivencia alternativas a la civilización capitalista, que en parte significa barbarie”.
En su último registro en video, sentado en una piedra frente a una de las últimas reservas indígenas de Rondonia, Rieli fue indagado sobre sus deseos: “El Brasil que quiero para el futuro es uno que preserve todo esto. No sólo para los indígenas, sino también para la población del entorno que se beneficia con esta tierra indígena”.
“Rieli Franciscato y compañeros durante acciones de protección de comunidades aisladas y no contactadas en la Tierra Indígena Uru Eu Wau Wau”.
Las tierras indígenas de la Amazonía brasileña son estratégicas para la preservación de la vegetación, agua y ampliación de la diversidad y la flora local a través de formas de vida ancestrales, cosmovisión y ocupación de esos territorios bajo una perspectiva integral junto a la naturaleza. En los últimos 40 años la selva amazónica perdió el 20% de su territorio, mientras que la vegetación original en las tierras indígenas sólo disminuyó en un 1.9%. Los números dan cuenta de la presencia indígena como barricada ante los intereses del extractivismo minero, agropecuario e inmobiliario.
Quema por dentro
Brasil vive un nuevo año de incendios simultáneos en masa. De enero a mediados de septiembre del 2020 el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), registró en la Amazonía 69.5 mil focos de calor, que sirven para representar incendios. Un crecimiento de 86% en la primera quincena de septiembre comparada con el mismo periodo del 2019, año en que el planeta puso el ojo en los incendios sobre la Amazonía. Pero no son los únicos biomas afectados:
El Cerrado, como se conoce a la mayor sabana del mundo, registró un aumento del 9,21% para los primeros 15 días de septiembre. La crisis más severa del 2020 es en el Pantanal. El mayor humedal del mundo perdió casi el 20% de su área total; se transformaron en cenizas las zonas de mayor concentración del arara azul, ave en riesgo de extinción; y el 85% del Parque Encontro das Águas, habitado por el yaguareté.
En su discurso ante la Asamblea Nacional de la ONU, Bolsonaro afirmó que hay una campaña mediática por detrás de los incendios y responsabilizó por los incendios a indígenas y mestizos. Culpó a las víctimas.

Según un relevamiento de la Agencia Pública, más de la mitad de las tierras indígenas del Pantanal fueron afectadas por incendios en el 2020. Perdieron casas, cultivos y sufrieron los efectos respiratorios del humo en medio de la pandemia.
En la región norte de la Amazonía, indígenas de la etnia yanomami alertan sobre la invasión de 20 mil mineros ilegales, conocidos como garimpeiros que actúan como vectores de covid-19 y generan conflictos violentos y contaminación por mercurio en la tierra indígena.
Tras la escalada de las criticas internacionales, con el vicepresidente Hamilton Mourfo a la cabeza los militares tomaron las riendas de la crisis en la Amazonía y le quitaron poder al Instituto Chico Mendes – ICMBio e IBAMA, los organismos que en el 2013 fueron responsables, junto con la demarcación de tierras indígenas, por la reducción de la deforestación en Brasil reconocida por la ONU.
Ni bien asumió el presidente avisó que no demarcaría ni una tierra indígena más. Pero eso no es todo, en julio Bolsonaro vetó parcialmente la ley aprobada por el Congreso que amparaba a los pueblos indígenas durante la pandemia, obligando al Estado a garantizar artículos de higiene, respiradores, acceso a unidades de terapia intensiva, canastas básicas, agua potable, internet, información de prevención, entre otros derechos. Luego la Corte Suprema anuló los vetos del presidente.
Ambientalistas, indígenas y defensores de los DD.HH. de Brasil denuncian el uso sistemático de los incendios y el coronavirus como arma para la extensión de la frontera agropecuaria y minera sobre tierras indígenas y reservas ambientales.
Quema por fuera
El sur, sudeste y centro-oeste de Brasil a fin de septiembre vive un fenómeno récord de calor con temperatura por encima de 40ºC y hasta 45ºC. En áreas tropicales el clima es similar a Cuyo, California o Australia. El domingo 26 de septiembre 3 ciudades paraguayas, entre ellas la capital Asunción, alcanzaron un récord histórico de temperatura.
Las quemadas en biomas estratégicos tienen incidencia sobre el clima en la región y a su vez, generan un clima propicio para incendios por sequía y récord de alta temperatura.
Durante agosto y septiembre la sequía y humo ocupó los corredores que funcionaban como ríos aéreos con 200 millones de litros por segundo de agua evaporada desde la vegetación amazónica. El accidente geográfico generado por la Cordillera de los Andes hacia el sur, sudeste y centro-oeste de Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina vuelve a nuestra región rica en agricultura y biodiversidad, pero la realidad de estos últimos 2 meses fue un registro satelital manchado de incendios.
El inicio de la mecha
Una investigación de la policía federal concluyó que los incendios en el pantanal fueron originados en simultáneo desde 4 grandes propiedades de tierra en el estado de Mato Grosso. El otro precedente que vincula al agronegocio y quemadas es el Día del Fuego, jornada que inauguró la ola de incendios del 2019, organizada vía WhatsApp por ruralistas, entre ellos bolsonaristas. Todos continúan impunes.
En el último año los incendios aumentaron en un 34%, mientras el número de funcionarios del ente de fiscalización ambiental IBAMA se redujo 55% y así disminuyó el número de multas ambientales. El Ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, cumplió con su promesa de aprovechar la distracción mediática durante la pandemia para flexibilizar las normas y “pasar el ganado”. Durante la pandemia tuvo encuentros explícitos con mineros y madereros ilegales, impidió la fiscalización de sus actividades en la Tierra Indígena Munduruku y los transportó en el avión de la Fuerza Aérea Brasileña.

La crisis por incendios tiene lugar ante la expectativa de que el Congreso vote un proyecto impulsado por Bolsonaro para titular grandes extensiones de tierras públicas o en áreas indígenas acaparadas ilegalmente a través de lo que se conoce en Brasil como “grilagem” o en inglés “land grabbing”. La medida entregaría al mercado un territorio del tamaño de Colombia y Venezuela juntas.
La especialista en financierización de territorios, Yamila Goldfarb, describe el proceso desde el fuego hasta la bolsa de valores en 3 partes:
- El interés de madereros que retiran la madera noble y cara, pero dejan otras especies que se van secando y permiten el efecto del fuego, que no podría interiorizarse sin el desgaste de la vegetación. La explicación contrarresta el discurso negacionista de Bolsonaro ante la ONU sobre la humedad como supuesta barrera sobre el fuego en el interior de la selva.
- Luego llegará el pasto para alimentar al ganado o los monocultivos centralizados en la soja, maíz y caña de azúcar. Comodities que serán exportados a través de los nuevos puertos del norte brasileño, una alternativa al canal de Panamá, con menor trayecto marítimo hacia Europa o Asia.
- Por último el fuego servirá para la apropiación de tierras públicas. En Brasil aún existe límite para la compra de tierras públicas por extranjeros, sin embargo las multinacionales invertirán sus fondos en empresas locales que serán las responsables por la gestión de tierras acaparadas ilegalmente y conflictos socioambientales.
Los suelos que fueron protegidos durante siglos por los indígenas o reservas ambientales serán devastados a fuerza de fuego, ganado, monocultivos y agrotóxicos; pero no importa, la lógica del agronegocio es la expansión territorial constante.
Amazonía como metáfora global
El actor Leonardo Di Caprio, la activista Greta Thunberg, el Papa Francisco y el presidente francés Emmanuel Macron lideran la campaña internacional contra la política ambiental del gobierno de Bolsonaro. El jefe de Gabinete Institucional, el General Heleno, se enfureció y acusó a la Asociación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), por crimen de lesa patria al ver su campaña de boicot a los productos brasileños que llegan de zonas de deforestación e incendios.
Las consecuencias ponen en la cornisa al acuerdo de libre comercio entre el Mercosur-Unión Europea, que fue motivo de orgullo para Bolsonaro y Macri. El tiro de gracia para el gobierno brasileño podría ser una derrota electoral de su padrino geopolítico, Donald Trump. Eso daría lugar al Green New Deal, acuerdo de propuestas económicas verdes al que adhiere el candidato presidencial estadounidense, Joe Biden.
El Ministerio Público Federal reiteró al Tribunal Regional Federal 1 su pedido de destitución del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, por traer “consecuencias trágicas” que podrían llevar al medio ambiente a un “punto sin retorno”. El proceso está encajonado desde hace 2 meses. De todos modos, al asumir Bolsonaro pretendía extinguir el ministerio de Medio Ambiente, pero por la presión internacional lo mantuvo al menos de fachada.
Después de 500 años el extractivismo llega a los territorios intactos de Brasil y nos encuentra en un 2020 de incendios por toda la región, extensos corredores de humo, lluvias oscuras, sequía y récord de calor. Fenómenos que se parecen con la descripción científica de una crisis climática sin retorno. El futuro ya llegó.
*Nacho Lemus – Periodista en Brasil.