Feb 18 2025
Feb 18 2025

Dragones, halcones y mascotas

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Por Pablo Dipierri

“Respetaremos principios fundamentales que ayuden a consolidar lo alcanzado y permitan los avances necesarios: la sabia regla de no gastar más de lo que se entra debe observarse, el equilibrio fiscal debe cuidarse. Eso implica más y mejor recaudación y eficiencia, y cuidado en el gasto. El equilibrio de las cuentas públicas, tanto de la Nación como de las provincias, es fundamental. El país no puede continuar cubriendo déficit por la vía del endeudamiento permanente ni puede recurrir a la emisión de moneda sin control, haciendo correr riesgos inflacionarios que siempre terminan afectando a los sectores de menos ingresos”. Con tales palabras se refirió hace 20 años Néstor Kirchner, ante la Asamblea Legislativa el día que asumió, al nudo gordiano de los problemas de la economía argentina. Pronunciarlas le llevó casi 40 segundos pero el oficialismo lleva años enroscándose en sus implicancias sin dar en la tecla ni asumir la discusión con honestidad intelectual.

El hallazgo de la pieza en archivo le pertenece a Mariana Moyano, quien el episodio Nº 175 de Anaconda con Memoria, el podcast que realiza en FM La Patriada, entrevistó al ex ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y puso sobre el tapete tópicos sacrílegos para el kirchnerismo póstumo. Titulado precisamente “Matías Kulfas y Perón punto com”, el capítulo aborda una de las obsesiones de su autora y que podría traducirse en la hipótesis de que el macrismo gobernó un país que desprecia y el kirchnerismo se pretende representación de uno que desconoce.

La conversación con el ex funcionario giró en torno de las dificultades para tramitar las diferencias en el seno del oficialismo. Por un lado, consideró que la vicepresidenta Cristina Kirchner está “mal asesorada” y consignó que “redistribuir sin agrandar la torta es achicar el peronismo”. Su axioma colisiona de lleno con el apotegma que reivindica la fracción que responde a la líder del Frente de Todos (FdT) sobre la imperiosa necesidad de redistribuir para crecer, y no al revés. La alteración de esos factores, a su vez, reniega del instante inaugural de la experiencia y tal vez demande un sinceramiento para no sucumbir en las fauces de la falacia teórica: la cuña de Axel Kicillof tal vez haya sido posible solamente por la acumulación previa, sobre todo si se pondera que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) tenía en 2011, cuando el peronismo se revalida en las urnas con el 54 por ciento de los votos, alrededor de 50 mil millones de dólares de reservas. Quizá la política haya que asumirla sin beneficio de inventario pero no parece apropiado pensarla sin contemplar sus contextos.

En ese sentido, Kulfas postuló que urge el diseño de un plan de estabilización, uno que atienda a la producción y otro que contemple las novedades y transformaciones del mercado laboral. Esa enunciación nomás gatilla la impugnación en su contra de parte de la feligresía que se autopercibe heterodoxa y acusa de liberal todo lo que no se prosterne ante su altar. Autor del libro “Un peronismo para el Siglo XXI”, concentra buena parte de la inquina del kirchnerismo porque, en la batahola de crispaciones intestinas, hasta se despachó con un mensaje a la prensa por WhatsApp que redundó en su eyección del gabinete pero sigue defendiendo las mismas ideas que irritan a sus detractores: “no hay solución kirchnerista para estos problemas económicos”, asegura.

Tanto su voz como la del otro puntal de la disidencia contra el ideario que no fue estático ni uniforme durante los 12 años que se ensalzan casi como dogma, el ex ministro Martín Guzmán, problematizan las aseveraciones de la Vicepresidenta en sus conferencias magistrales. Pegando en la línea de flotación, el platense posgraduado en la Universidad de Columbia sostuvo ante Diario Perfil este fin de semana que la idea del oficialismo en diciembre de 2019 era reconvertir el régimen cambiario bajo su mentado “esquema de regulaciones macro prudenciales”. Convidado a repasar esos días en un reportaje concedido al editor Jorge Fontevecchia, el economista explicó que la pandemia frustró esos objetivos y que, frente a la imposibilidad de financiar el gasto público para sostener la contención socioeconómica durante los meses de aislamiento preventivo frente al Covid19 con endeudamiento, el Gobierno tuvo que emitir y eso redundó en un alza exponencial de precios.

Esa postura matchea con la negativa de Guzmán y otros cuadros de la coalición gubernamental acerca del carácter inflacionario del acuerdo con el FMI, cuestión que tributa incluso el actual mandamás del Palacio de Hacienda, Sergio Massa. Y por lo demás, es el propio Kulfas quien cubre la retaguardia de su ex colega de gabinete cuando afirma que la escalada de los índices registrada por el Indec a partir de marzo de 2022 se dio en todo el mundo y se debe al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

No obstante, los alegatos de los presuntos responsables de la deriva actual caerían en la misma indefinición que los comercializadores de información financiera que se desempeñan como asesores de Javier Milei o las diversas vertientes de Juntos por el Cambio si se les trasladara la pregunta por la cantidad de dólares que necesita la Argentina para salvarse del abismo. Según publicó el periodista Alfredo Zaiat en su panorama semanal para Página 12, tanto los halcones –o buitres- del mainstream como uno de los economistas que del oficialismo cuyo nombre no menciona ofrecen recetas sobre qué hacer con el cepo y la brecha cambiarios, el gasto y el déficit, las tarifas, los salarios, la deuda en pesos y la inflación pero nadie responde cuántos dólares se requieren para que se estabilicen las variables.

Aun cuando las noticias que comunican fuentes de la comitiva que acompañó a Massa en su gira por China sean optimistas, habrá que esperar para determinar si la generosidad del país poblado de fantasías sobre dragones no escamotea condicionamientos. Mucho más curioso es que una intelectualidad pampa que acusa subordinación cultural local como consecuencia de la hegemonía financiera de Estados Unidos sobre esta tierra asegure sin trepidaciones que el apoyo procedente de Beijing no redunde en desenlaces similares con el milenario centro de poder en ascenso.

Más importante todavía sería acotar, expandir o rebatir el sentido del concepto de mascota del poder, ahora que casi nadie insiste con los clamores por una candidatura de la Vicepresidenta. Si los hijos de la generación diezmada se deciden a ir hacia modelos de acumulación parecidos a los que pergeñaron los fundadores del kirchnerismo, tendrán que zambullirse primero en la indagación sobre sus características y su naturaleza revisando con rigor su pasado para proyectar con seriedad su futuro.

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