Imaginar un embajador de Estados Unidos convocando a una conferencia de prensa para lanzar denuncias y acusaciones graves contra un vicepresidente en funciones supera los manuales de intervencionismo conocidos durante las últimas décadas.
Esto es lo que está pasando en Paraguay. Allí está el embajador norteamericano, Marc Ostfield, con el lanzallamas en la mano. El 23 de julio informó que el expresidente paraguayo Horacio Cartes (2013-2018) fue agregado a la Lista del Departamento de Estado de políticos y empresarios “significativamente corruptos” por obstrucción en una investigación transnacional contra grupos terroristas.
La semana pasada, hizo lo propio con el vicepresidente en funciones, Hugo Velázquez, quien, además, era el candidato de la línea de Mario Abdo Benítez dentro del Partido Colorado. Esta formación partidaria es una aliada estratégica de Estados Unidos y está lejos de formar parte del coro de voces progresistas de la región, que podrían molestar a la Casa Blanca.
Sin embargo, molesta. La pregunta es, ¿por qué? Una primera respuesta puede encontrarse en el nuevo escenario colombiano con Gustavo Petro en la presidencia. Estados Unidos tiene que negociar con Petro límites y condiciones que no serán similares al estrecho vínculo que existía con el uribismo.
En ese plan, EEUU hace control de daños y se anticipa a una jugada que tendrá lugar en abril del año que viene, cuando los paraguayos voten nuevo presidente. La Casa Blanca decidió intervenir de manera frontal, en el partido hegemónico y en el conjunto del sistema político, a fin de evitarse dolores de cabeza, gane quien gane.
Con los colorados buscan sacarse de encima a líderes con supuestos vínculos con el terrorismo y ya pusieron sus fichas a Santiago Peña, ex ministro de Economía de Cartes. Formado en el Wilson Center, Washington lo considera propio.
Pero la oposición también pasa por el filtro. La fórmula favorita es la del liberal Efraín Alegre y la independiente Soledad Núñez, ambos con el visto bueno de la potencia del norte. Quedó relegado el Frente Guazú de Fernando Lugo, que de todas formas tiene un acuerdo de co-gobierno con Alegre y habrá que ver si se cumple.
Así las cosas, EEUU busca ganar o ganar en las próximas elecciones paraguayas y evitar, entre otras cosas, un acercamiento de Paraguay con China.
Independientemente del movimiento de fichas, lo que impacta es el modus operandi con el que EEUU puso en crisis a Paraguay y el silencio alarmante de todo el continente frente a esa situación.