Por Fabián Waldman
En cuestión de horas, el Gobierno impuso y luego desestimó una polémica medida que obligaba a periodistas a matricularse para ejercer la profesión.
«Fue un error de algún empleado suelto». En la Casa Rosada cargaron las responsabilidades de lo acontecido en un funcionario de menor rango. Este martes, a las 19:32 horas, el Gobierno presentó a través de las cuentas sociales del Ministerio de Capital Humano una resolución que obligaba a los periodistas a matricularse.
Dicha normativa estaba dirigida a profesionales que «realicen en forma regular tareas en publicaciones diarias o periódicas y agencias noticiosas«. El sustento de la medida es el Estatuto del Periodista Profesional o la Ley 12.908, que fue promulgada por el Congreso el 18 de diciembre de 1946 y reglamentada por el Ejecutivo el 3 de febrero de 1947, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón.
La publicación en la red social X contenía las mismas definiciones y consideraciones que la norma de hace 77 años. El texto del Gobierno señaló que debían inscribirse como tales «el director, codirector, subdirector, jefe de redacción, secretario general, secretario de redacción, prosecretario de redacción, jefe de noticias, editorialista, corresponsal, redactor, cronista, reportero, dibujante, traductor, corrector de pruebas, reportero gráfico, archivero y colaborador permanente«.
Muchas de esas funciones hoy ya no existen en el sector, tanto sea por obsoletas o porque fueron eliminados los cargos. La medida abarcaba a «las empresas radiotelefónicas, cinematográficas o de televisión que propale, exhiban o televisen informativos o noticias de carácter periodístico«.
La obligatoriedad incluía la necesidad de presentar un certificado de antecedentes penales, acreditar dos años de profesión y una constanacia de aportes al SIPA como trabajador autónomo. El registro tendría una validez de dos años.
El periodismo no es una profesión colegiada; la comunicación popular y los medios alternativos son una muestra de ello. Poner límites a la posibilidad de realizar tareas periodísticas es una ilusión de políticos con ansias de control. Es una discusión de vieja data, siempre impulsada desde los medios hegemónicos.
Una medida que duró menos de un día
Este nuevo requerimiento duró menos que un suspiro: fue eliminado a las 9:35 de este miércoles. En un clima de enfrentamiento con el periodismo, los libertarios vienen consolidando ese perfil de confrontación. Ejemplo de ello son la imposición de un reglamento en la Casa Rosada para los acreditados, las acusaciones por parte del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, a Nancy Pazos y Darío Villarruel y el ataque a otros comunicadores.
El Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) criticó también en X la medida oficial.
#FOPEALibertadDeExpresión 👉FOPEA condena y deplora la decisión del ministerio de Capital Humano de la Nación de reimplantar la colegiación obligatoria de periodistas
(sigue 👇) pic.twitter.com/OhlZxIRU7Z
— FOPEA (@FOPEA) June 27, 2024
Asimismo, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, expresó en varias oportunidades su intención de hacer un protocolo para «custodiar a los periodistas y no exponerlos a riesgos en las manifestaciones».
Estas propuestas no pueden interpretarse más que como lo que son: la intención de mantener alejados a cronistas, camarógrafos y fotógrafos durante el accionar de las fuerzas de seguridad. Los ejemplos de fotorreporteros baleados o periodistas gaseados dan muestra de ello.
Las publicaciones del Gobierno son pocas en las redes sociales; Capital Humano solo ha realizado 159 en poco más de seis meses, menos de un mensaje diario. Para una estructura como la conducida por Sandra Pettovello, que incluye prácticamente cuatro ministerios (Educación, Salud, Trabajo y Desarrollo Social) es, a todas luces, muy poca exposición. Y refleja las veces que la propia funcionaria se expresó públicamente, un número que no supera las cinco oportunidades. Esto demuestra también el control exhaustivo para cada una de las comunicaciones y la posibilidad escasa de un error de un funcionario.
La estructura del vocero Manuel Adorni
El periodista Nicolás Fiorentino obtuvo datos sobre la estructura del Estado que encabeza el vocero presidencial, Manuel Adorni. Mediante un pedido de información pública, el Gobierno informó que el portavoz tiene a su cargo 101 personas y maneja desde allí las más diversas áreas de la comunicación presidencial.
Según la misma nota, el gasto que insume el área mensualmente es de $132 millones y sus «ravioles», que así se llama a los cargos en el árbol del Estado. Las dependencias incluyen siete direcciones generales y 14 simples.
En la Casa Rosada admitieron a FM La Patriada la ampliación de la estructura, pero señalaron que el vocero absorbió casi la totalidad de la Secretaria de Prensa, que hoy prácticamente no existe. Además, introdujo la dirección de nuevas funciones como los medios públicos y todas las dependencias y cargos políticos se redujeron en forma significativa.
Adorni incorporó muy pocas personas «propias» y muchas de las que fueron nombradas en cargos «son de carrera». Por otro lado, se trata de trabajadores detectados a quienes dieron esos nombramientos porque hicieron méritos suficientes por su labor diaria. Por último, un funcionario cercano a la Vocería afirmó que Adorni incorporó solamente cuatro personas de su confianza y no tiene asesores.
A pesar de todo este descargo, Adorni es el responsable del armado del equipo de Comunicación Digital. Al mando de esta dependencia nombró a un consagrado troll, Juan Manuel Carreira, que hizo carrera en las redes detrás del seudónimo de Juan Doe.
Otro que también trabaja en el ex Salón de las Mujeres es Tomás Jurado, cuyo alias en redes sociales es «El Peluca Milei«. También acreditó para las conferencias a Mariano Pérez, el youtuber propietario de break time. A diferencia de cualquier otro comunicador que trabaje en la sala, él es su propio medio. Militante de la causa libertaria, se sabe que declinó un cargo en el Gobierno por la baja remuneración otorgada. Utiliza el ataque constante y la difamación en sus vivos para denostar a aquellos que no comulgan o se oponen a su ideario.
Adorni ha escalado posiciones dentro del Gobierno y se encuentra bajo el ala protectora de Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia. Así le ganó la pulseada a quien había llegado como un superior y, finalmente, terminó aislado y con una carga pública reducida: Eduardo Serenellini.
El vocero es reconocido por el propio Presidente como uno de sus mejores hombres y no está descartada su posible postulación el año próximo como candidato de La Libertad Avanza (LLA) en la ciudad de Buenos Aires. Hace unos días, Javier Milei señaló: «Depende de Manuel, (pero) es un candidatazo y un gran vocero”.
Fiel representante del diccionario libertario, Adorni es uno de los funcionarios más eficientes en su gestión, mientras el resto de los ministros brillan por su falta de carisma, ineficiencia en algunos casos y poco coraje en otro.
Es también el mejor representante del discurso de la crueldad y la falta de empatía y, como tal, acapara la mayoría de las miradas con el protagonismo en sus conferencias diarias. Las presentaciones matutinas comenzaron a espaciarse, entre feriados, discursos y viajes presidenciales, aunque ya en el mes de febrero habían anticipado su discontinuidad diaria.