Feb 18 2025
Feb 18 2025

España, al borde del fascismo

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Los coqueteos del PP y Vox, por un lado, y la tortuosa articulación del PSOE y Podemos, por otro, podrían extender la crisis institucional después de los comicios. Entre las claves para entender la elección en el país de la península ibérica, está la incógnita sobre una astucia política que evite que Feijoó termine en los brazos de Abascal. | Por Augusto Taglioni

España se prepara para elegir un nuevo gobierno en medio de un escenario de polarización inédito desde el pacto de la Moncloa de 1978. Está claro que el sistema político español no es el mismo desde la crisis de 2011, cuando emergieron expresiones que catalizaron el descontento social como Podemos o nuevas versiones de derecha como Ciudadanos, en ese momento, de ultraderecha como Vox en el presente.

El cuadro muestra al actual presidente español, Pedro Sánchez, en un contexto complicado que pone en duda su reelección. Su continuidad no está comprometida porque la gestión haya sido mala sino porque la irrupción de la narrativa radical en Europa parece haber hecho mella en algunos sectores de la población.

El gobierno socialista ha logrado aumentar el Salario Mínimo, reducir el desempleo a la mínima histórica, tanto la general como la juvenil, registra una baja de inflación récord en la zona euro y aprobó una nueva Ley de Viviendas. Además, estabilizó el conflicto en Cataluña y corrió el eje del independentismo que estaba en el centro de la agenda durante el gobierno de Mariano Rajoy.

Así y todo, Sánchez corre de atrás, especialmente tras la contundente victoria de la derecha en las elecciones autonómicas y municipales de mayo, que lo obligaron al líder del PSOE a adelantar las generales que estaban previstas para diciembre.

En este contexto, el favorito es Alberto Núñez  Feijoó, ex presidente de la Junta de Galicia y líder del Partido Popular desde el año pasado, tras la salida de Pablo Casado. Las críticas de los populares están relacionadas al giro de izquierda de Sánchez a la hora de aliarse con Podemos, con quien co-gobierna, y las facciones nacionalistas vascas y catalanas. También le facturan haber abandonado los intereses de los españoles.

En las razones sociológicas de un sector de los españoles enojados con la gestión de Sánchez también hay un cálculo que pasa por la matemática: más de un millón de votos que fueron para el extinto partido de Ciudadanos en 2019 fueron al PP en las municipales y probablemente sean parte del caudal de votos que reciban los populares.

De todas formas, con ser el partido más votado no alcanza para gobernar en este sistema parlamentario: se necesita una mayoría de 176 votos para poder conformar gobierno y nadie los tiene por sí solo. Eso levanta las acciones de quien salga tercero.

Aquí se abre otra discusión acalorada. En el caso de una victoria de Sánchez, se sabe que gobernará con Sumar, el espacio a la izquierda del PSOE que lidera la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que se fagocitó a Podemos y lo dejó sin candidato por primera vez desde 2015. Díaz es la ministra estrella de Sánchez, artífice de la reforma laboral que derogó la de Rajoy y que genera consenso entre empresarios y sindicalistas. Yolanda es una aliada más cómoda para Sánchez, a diferencia de lo que supo ser Pablo Iglesias.

En caso de una victoria popular, el PP deberá aliarse con Vox, algo que ya ocurre en comunidades autónomas y municipios pero que Feijoó evita confirmar. Sin la posibilidad de una abstención del PSOE a la vieja usanza bipartidista, el PP no tiene otra opción que abrirle el gobierno a una ultraderecha anti-Unión Europea, negacionista del cambio climático, machista y xenófoba, entre otras medallas.

Cuanto más necesario sea convierta, el líder de Vox, Santiago Abascal, pedirá más a cambio de sus votos. El precio parece ser alto.

Por último, un escenario que no todos plantean pero es posible que ocurra es que la imposibilidad de que un partido logre alcanzar la mayoría es la crisis político-institucional sostenida. Sin mayorías, hay bloqueo; con bloqueo, hay repetición de las elecciones y eso puede generar una crisis política de magnitudes. Algo similar ocurrió en 2015, tras tres intentos fallidos de conformación de gobierno, fue la vieja guardia socialista la que con la abstención permitió el gobierno de Rajoy.

La situación dentro del PSOE es diferente y la posición de Sánchez, aún perdiendo, no parece ser la misma. Con todo esto sobre la mesa, España se enfrenta a la elección más difícil y determinante de las últimas décadas.

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