Oct 15 2024
Oct 15 2024

Friedkin, la inevitable presencia fantasmal

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Por Iván Davit

 

Corre el año 1971, uno de los libros mainstream de la época llega a las manos de William Friedkin, un ex seminarista católico que se encuentra en la cúspide de su carrera artística como director de «cine arte» después de The French Connection. En pocas horas Friedkin devora el libro y ve en él la posibilidad de realizar una película que transmita a la perfección su sentimiento hacia la doctrina católica.

La fe es la capacidad de soportar la duda y William parece haber transitado el proyecto balanceándose sobre ese fino intersticio, de un lado la posibilidad de estar completamente equivocado, por el otro ser un adelantado a su tiempo que marcaría el cine de terror para siempre. Finalmente el tiempo le concedió la segunda y hoy vemos en Friedkin aquel director que moldeó una generación de espectadores sin necesidad de grandes menciones ni destaques excepcionales. Sin embargo, el director estadounidense nunca se detuvo y direccionó su carrera hacia el gran público con Sorcerer en el 1977, Cruising en el 1980, La dimensión desconocida en el 1985 e incluso Cuentos de la cripta en 1992. Así Friedkin no sólo dominó la escena cultural de entre los 70 y 80, sino que lo hizo con contenidos por demás revulsivos, obligando al espectador a enfrentar aquello que las sociedades escondían bajo la alfombra como el sufrimiento de un niño en El exorcista, la fragilidad de la vida dentro de la comunidad gay en New York en Cruising, la explotación de fugitivos de la ley por empresas estadunidense en Sorcerer

Sin duda Friedkin no sólo ha dejado una huella indeleble en los espectadores sino que lo ha hecho casi desde el anonimato, podríamos decir que el legado de Friedkin ya no estará en lugar concreto sino que estará en todas partes.

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