Por Augusto Taglioni
Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, dio un nuevo a paso hacia la consolidación del partido hegemónico de México. El domingo pasado sacó al PRI, partido histórico que supo ser amo y señor en esos pagos, del Estado de México después de 94 años de dominio. La importancia del triunfo reside en que ese territorio concentra el 14 por ciento de la población y alberga 90 millones de habitantes.
Otro dato particular es que es la gobernadora será, por primera vez, una mujer, Delfina Gómez, dirigente muy cercana al Presidente y la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
Con esta victoria, Morena controla 21 estados de los 32 que tiene el país: Baja California Sur, Baja California, Campeche, Chiapas, Ciudad de México, Colima, Guerrero, Hidalgo Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Zacatecas y la reciente victoria en el Estado de México.
Con la suma de los aliados, el partido de gobierno sumaría 23, con Morelos y San Luis bajo el ala del Partido Encuentro Social (PES) y Potosí conducido por el Partido Verde Ecologista (PVEM). Un poder significativo para una fuerza política que asumió en 2018.
A caballo del control del 60 por ciento del territorio, Morena buscará revalidar su territorialidad de cara a las generales de 2024, donde también se elegirán 7 gubernaturas (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz, Yucatán, Tabasco), la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, senadores y diputados de los Congresos Locales de 31 entidades de la República y presidentes municipales y alcaldes de 25 estados.
El panorama para el oficialismo es alentador. La aprobación de AMLO se mantiene en niveles altos y, si organizan bien la interna entre los aspirantes, no debería haber problemas para continuar en el poder ante una oposición que no lograr instalar un liderazgo claro. La definición interna, realizada mediante encuestas, tiene anotados a Sheinbaum, el canciller Marcelo Ebrard y el Secretario de Gobierno, Adán Augusto y, al menos por ahora, no viene siendo del todo civilizada.
En 2021, la oposición se nucleó en un frente llamado “Va por México”, que tiene como líder al empresario y referente de la ONG Mexicanos contra la corrupción, Claudio X González, quien puso en el mismo barco a los tres partidos históricos: PRI, PAN y PRD. Si bien en las elecciones a para las gobernaciones de ese año AMLO fue el gran ganador, la coalición opositora pudo evitar la mayoría automática del oficialismo en el Congreso y su poder de veto impidió la aprobación de reformas claves como la electoral o la eléctrica, entre otras.
Esto entusiasma a la oposición para las presidenciales pero la derrota en Estado de México y la falta de acuerdos entre los socios complica la escena.
El liderazgo de AMLO es clave para lo que se viene electoralmente. Dueño de un perfil muy propio, polémico y provocador y con un giro más autoritario que lo que se vio al inicio de su gobierno, López Obrador buscará cumplir su primer objetivo, que no necesariamente se trata de implementar la cuarta transformación sino de consolidar a su partido como el nuevo espacio hegemónico del país, misión que parece estar más que encaminada.