Jul 16 2025
Jul 16 2025

La audiencia al gobierno, el algoritmo al poder

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Conforme la política se regodea en el pastoreo de likes y se alambra con filtros de acusaciones contra el discurso de odio o el ataque a las instituciones, las audiencias se vuelven determinantes sobre lo que dice el periodismo, los comunicadores se reducen a productos en góndolas y los dirigentes se camuflan en un control de precios sobre lo que hacen y piensan. | Por Pablo Dipierri

Cada medio construye su propio lector, solía decir Héctor Schmucler en los 70’. Sin embargo, el proceso de fragmentación social operado por el capitalismo y la consecuente demolición de los medios comunicación de masas condujeron al mercado de la información y el entretenimiento hacia un ejercicio periodístico de nicho. Cada periódico, emisora radial, canal de TV o portal de noticias tiene y atiende, en la actualidad, su propio target pero ese segmento interviene, inexorablemente, sobre la conciencia de los periodistas y en las cuentas que hacen los gerentes sobre la empresa que conducen.

Ayer se publicó una nota alusiva a ese estado del arte en la página 33 de Clarín. Firmado por John Carlin y escrito desde Barcelona, el artículo aborda el brete en que se metió la cadena Fox News al subirse a la ola que cuestionaba la legitimidad de las elecciones estadounidenses que perdió Donald Trump contra Joe Biden en 2020. El texto narra cómo los principales presentadores de noticias denunciaban fraude al aire y tildaban de demente al ex presidente norteamericano cuando se apagaban las cámaras.

La especie salió a la luz de forma tan turbia como el meollo de la cuestión. La firma Dominion, dueña de las máquinas que computaban los votos, litigó contra el emporio mediático y, curiosamente, accedió a las comunicaciones privadas entre los periodistas. En esas conversaciones privadas, hasta productores y ejecutivos de Fox confiesan que las teorías conspirativas de Trump eran “alucinadamente chifladas”, “mierda absoluta” y “totalmente ajenas a la realidad”. “Los norcoreanos presentan las noticias de una forma más matizada que nosotros”, fue la definición de uno de los CEO -con la dosis habitual de macartismo yanqui-.

El dueño de la cadena, Rupert Murdoch, dio una explicación vía declaración jurada el mes pasado. “Trump tenía muchos seguidores y probablemente muchos son espectadores de la Fox, por lo que habría sido estúpido”, profirió textualmente, batir la justa. De hecho, las mediciones de rating norteamericanas detectaron que hubo fuga de televidentes del grupo bajo la lupa hacia canales más fanatizados con el terraplanismo de la derecha.

 “Los norcoreanos presentan las noticias de una forma más matizada que nosotros”, fue la definición de uno de los CEO de FOX NEWS -con la dosis habitual de macartismo yanqui-.

La grieta

El caso estadounidense funciona como espejo de conductas similares en Argentina. Sea porque una gruesa porción de la sociedad que habita estas pampas se interna preventivamente en Netflix o no, la apuesta comercial de las corporaciones mediáticas, incluyendo las más afines a la coalición gubernamental, es la de cubrir la polarización y nutrirse de ella para cultivar en la agitación la fidelización de una audiencia que oscila entre el enardecimiento y la persistencia religiosa de los testigos de Jehová.

El círculo rojo vernáculo, en su acepción ampliada para que quepan no sólo los grandes empresarios sino también los dirigentes políticos, los jerarcas sindicales y los periodistas, accedió ayer a distintas versiones sobre el destino del presidente Alberto Fernández en el futuro inmediato. Mientras que para Clarín y La Nación el mensaje del Jefe de Estado en la apertura de sesiones ordinarias era un desafío a los designios del kirchnerismo que pretende su rendición y que se baje de la carrera por su revalidación en el cargo, el periodista Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna consideró que el discurso presidencial fue una especie de despedida por parte del primer mandatario. El diario de Héctor Magnetto atribuyó, incluso, la presunta furia contra Fernández al Instituto Patria pero este portal recogió en el mismo lugar una lectura similar a la que publicó el sitio web del ex periodista de Página 12.

Para colmo, dos sucesos más empastarían el ágora pública durante el domingo. En primer lugar, el ex diputado y banquero central durante el macrismo, Federico Sturzenegger, escribió para Perfil un texto titulado con una pregunta retórica: ¿Es posible cerrar la grieta?

La frase en sí no escandaliza tanto como el contenido. Dentro del artículo, repasa una cena que los dirigentes cambiemitas en ascenso tras el triunfo electoral de 2015 compartieron con Roberto Dromi. Esa noche el ex funcionario menemista, artífice de la arquitectura jurídica de las privatizaciones, recomendó que se expropiara C5N, entre otras cosas. “Recuerdo que el primer ítem en su lista fue ‘expropiar C5N’; el segundo, ‘intervenir los hoteles de Cristina’, y así”, rememoró el propulsor de las Leliq a mansalva, y agregó: “La lista de Dromi no era una de tareas a realizar, sino de cómo licuar los recursos y el poder de quienes él pensaba los usarían en contra del futuro gobierno. En ese momento pensé que aquello era una locura”.

Ámbito Financiero, propiedad del Grupo Índalo al igual que C5N, se hizo eco esta mañana desde la portada de su edición impresa. Lo asiste en el tenor de su respuesta la persecución a sus directivos y la presión que ejerciera sobre la conducción del canal el propio Mauricio Macri antes de asumir la Presidencia, cuando le planteó a Cristóbal López que había que meter presa a la actual vicepresidenta Cristina Kirchner. También lo respalda la prisión preventiva con la que pagaron López y Fabián De Souza la desobediencia y el tembladeral financiero que atravesó la empresa por el estrangulamiento diseñado desde la experiencia política cambiemita.

En uno de sus párrafos, el diario fundado por el extinto Julio Ramos reza: “‘¿Debiera ser un objetivo del nuevo gobierno cerrar la grieta? A decir verdad, no me queda claro si la grieta de la que se habla es con los K, con el peronismo, con los sindicatos, con los empresarios o con Grabois. Tampoco si es posible cerrar la grieta con todos a la vez. Pero dejemos de lado esas sutilezas y asumamos que se refiere a alguno o a todos ellos”, escribe el exfuncionario cambiemita y agrega: “Para algunos, es imprescindible cerrar la grieta: para avanzar con las reformas, se necesitan consensos básicos y evitar bloqueos’”.

El cierre de la nota de Sturzenegger es desolador pero para nada disonante con la época. Luego de enumerar los ítems que cuestionan el florecimiento de la economía argentina, contesta que es difícil cerrar la grieta. “Creo que los beneficiarios de estas transferencias van a preferir alimentar a un peronismo que luego les responde defendiendo y protegiendo sus privilegios. Más barato y menos riesgoso. Es por ello que cuando escucho que esto se va a resolver ‘cerrando la grieta’, me viene a la memoria aquella cena con Dromi. Hoy en día, su receta no me parece tan loca ni descabellada. A veces pienso que es el único camino posible”, responde a la pregunta que da origen a su ensayo.

En definitiva, lo que expresan sus párrafos coincide con el postulado de Luis Alberto Quevedo e Ignacio Ramírez en el libro Polarizados: la grieta es la ley de gravedad de la política contemporánea. Y en ese sentido, viene bien recalcar lo que plantea Ernesto Semán sobre una radicalización mayor en Juntos por el Cambio (JxC) que en el peronismo. En la última edición de Le Monde Diplomatique, el politólogo José Natanson lanza la pregunta crucial acerca de la posibilidad de que el votante opositor no quiera terminar con la grieta sino con el kirchnerismo.

STURZENEGGER DIXIT: «¿Debiera ser un objetivo del nuevo gobierno cerrar la grieta? A decir verdad, no me queda claro si la grieta de la que se habla es con los K, con el peronismo, con los sindicatos, con los empresarios o con Grabois».

El segundo hecho político que desencajó el precario orden interno del oficialismo fue la declaración que el Presidente le regaló a Roberto Navarro en El Destape. Fernández le habría comentado al director del portal, no se sabe si con candidez o ponzoña, que su cálculo electoral es que una PASO donde el candidato de la Vicepresidenta lo derrote fortalecería sus chances frente la entente opositora y, si el resultado fuera favorable a él mismo, también llegaría a octubre revitalizado porque podría terminar con 20 años de kirchnerismo.

Confesión en confianza bajo la lógica del relax verbal del primer mandatario o bravuconada revestida de una conversación regida por las reglas del periodismo, la frase del titular del Ejecutivo nacional fue una bomba. Que los daños no sean mayores o los cruces no escalen se debe al agotamiento tanto del “público” como de la militancia antes que al calibre de las afirmaciones.

 

La última trinchera

Como sea, se está arribando al final de una época. La muestra cabal fue la postura del Estado nacional frente al litigio por la fusión Cablevisión-Multicanal, al filo del vencimiento para contestar al trámite judicial por su impugnación. El abogado Juan Ignacio Rodríguez Jalón intervino en representación del Ministerio de Economía, conducido por Sergio Massa, como antes lo había hecho desde la cartera de Desarrollo Productivo, bajo la égida de Matías Kulfas, y rechazó los argumentos de la demanda. Según una nota de Nicolás Balinotti en La Nación, fuentes de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia alegaron que la operación “fue aprobada por la gestión anterior, y si bien nosotros tenemos una postura más dura en cuanto a la fusión de empresas, no estamos convencidos de que lo de Telecom-Cablevisión pueda frenarse o darse vuelta”.

Un funcionario con facultades operativas sobre el terreno en cuestión le dijo a La Patriada que “en el gobierno no querían quilombo” con Clarín. Y ante la repregunta de este medio sobre si esa definición de “gobierno” incluía al kirchnerismo, contó la anécdota de un supuesto decreto, ya redactado, para reponer los artículos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual derogados durante los albores del macrismo. El articulado tenía el visto bueno de La Cámpora y el propio Fernández pero lo frenó el massismo.

No obstante, en un despacho de indesmentible identificación kirchnerista reconocieron que tampoco el procurador del Tesoro, Carlos Zannini, se movió para voltear la fusión. El dato habilita la hipótesis de que también el entorno de la Vicepresidenta sondea la chance de un armisticio ante la imposibilidad de vencer al cuartel de la calle Piedras.

El desasosiego que tamañas indagaciones producen colisiona con el activismo fervoroso de los que promueven el operativo clamor en favor de la ex Presidenta para “romper la proscripción”. Y la consigna, pergeñada en reuniones del diputado Máximo Kirchner con caciques sindicales e intendentes del conurbano bonaerense, impacta y conmueve a las tribus que ya están convencidas pero no adiciona nuevos adherentes o simpatizantes a la causa, aunque repercute entre dirigentes que pulsean por lugares en las listas -o por conservar su referencia- y en periodistas que hablan a esas audiencias que no quieren escuchar otra cosa que la ratificación del contrato que tácitamente rubriquen con el medio.

El periodismo, que tiende indefectiblemente hacia su fibra militante, se reduce paulatinamente a lo faccioso. Aunque analizara el airado debate alrededor de la foto de los campeones Lionel Messi y Emiliano Martínez con Macri, Edgardo Mocca dio en la tecla en su opinión para el portal de Navarro ayer. “Desde el cómodo sitial de la representación de un público -pequeño pero intenso- cualquiera se puede hacer el guapo y adoctrinar a sus escuchas. Pero es la reproducción de lo mismo. Es el estancamiento, cuya perfección alcanzaron las redes sociales: todo argumento, todo punto de vista, toda crítica, toda cosmovisión, puede ser reducida a una dicotomía. Estás con el kirchnerismo o en contra”, descerrajó hacia el final de un texto bautizado como La guerra contra el orgullo nacional y Messi como mito.

Lo que une la psicosis de la Fox con la prensa argentina en esta etapa no es otra cosa que la transformación de la economía planetaria. Si los periódicos del Siglo XIX debatían ideas alrededor de un proyecto de país y estaban dispuestos a embarcarse en peleas agónicas en las plazas del pueblo, los editorialistas y columnistas más afamados temen ahora perder likes, retuits y seguidores por no complacer a su target y que esa merma redunde en una caída de sus ingresos que comprometa sus condiciones materiales de vida. Ni la agudeza de John William Cooke ni el cinismo de sus detractores pensaron jamás que podría ser el periodismo el que se convertiría en el hecho burgués de un mundo maldito.

El hastío social quizá tribute a que ya no se discute política si no bajo el camuflaje de la confrontación de engagement, es decir, el nivel de compromiso de los consumidores con una marca o producto. El verdadero narco, para desazón de Aníbal Fernández y todo el circo nacional, tiene forma de algoritmo.

 

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