“La contradicción básica del país se da entre dos adversarios irreconciliables; por un lado la ‘oligarquía’, formada por los intereses agro-importadores, interesada en mantenernos en la antigua división internacional del trabajo, coaligada con los grandes monopolios foráneos enemigos de nuestra industrialización, retrógrada, anacrónica, liberal; por otro lado, los intereses ‘nacionales y populares’ constituidos por la clase obrera y la burguesía nacional (especialmente industrial), la suma de fuerzas ligadas a la expansión del mercado interno, a la ampliación del aparato productivo, y por lo tanto, bregando por el desarrollo y el mejoramiento del nivel de vida en base a una mayor producción de bienes”(John William Cooke, 1964)