Sep 16 2024
Sep 16 2024

La huella de una experiencia gubernamental

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Apropiación del excedente, búsqueda de soberanía energética e impacto social por externalidades económicas son el saldo tardío de una época que desaprovechó la épica. | Por Pablo Dipierri

Más proclive al epitafio por inquinas cruzadas que a su propia reivindicación, el peronismo fue testigo ayer de dos acciones políticas que bien valen un gobierno popular. La inauguración formal del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner fue el corolario de una gesta cuyo rumor fue soterrado por la puja desatada entre las diversas fracciones del Frente de Todos.

El premio se lo llevó el ministro de Economía y precandidato presidencial por el oficialismo, Sergio Massa, pero la concreción de la obra tiene orígenes mucho más valientes que la oportunidad del anuncio o las gestualidades del presidente Alberto Fernández, preso de un rictus que lo empequeñecía aún más, y la vicepresidenta Cristina Kirchner, que no cesó de conversar con el gobernador Axel Kicillof mientras se dirigían al auditorio el tigrense y su compañero de fórmula en 2019. Porque el financiamiento de los 2700 millones de dólares que demandó la construcción se cubrió con el 20 por ciento que el Estado nacional capturó a partir del Aporte Solidario y Extraordinario, aquella iniciativa parlamentaria votada en el Congreso durante la primavera de 2020 y mal llamada impuesto a las grandes fortunas.

La historiografía oficial dice que el proyecto fue impulsado por el diputado Máximo Kirchner y su par y titular de la comisión de Presupuesto en la Cámara Baja, Carlos Heller, pero la idea fue elaborada por actores que tienen la nobleza de no reclamar su autoría en público para no empañar la imagen de los que se amontonan para la foto. El expediente original fue redactado por el Centro CIFRA de la CTA y su secretario general –y también legislador oficialista-, Hugo Yasky, depositó una copia en el escritorio de Fernández en Olivos y otra en el despacho del líder de La Cámpora. Corría marzo de 2020 y pasarían largos meses hasta que el bloque oficialista lo pusiera en tratamiento porque, se alegaba por entonces, el propio Massa se oponía.

Que esa ley no se agitara con entusiasmo constituye uno de los grandes déficits del gobierno en curso. Se trata tal vez de la única gestión peronista que no festejó los goles que hacía ni contagió a la tribuna con la euforia que una norma por el estilo transmitiría en cualquier circunstancia.

Ahora, el fundador del Frente Renovador se para frente a su destino y deglute para sí lo mismo que resistió, entre la extenuación del Jefe de Estado que limó y la rendición de la Vicepresidenta que le cedió el cetro en una pulseada perdidosa, una década después de que el tigrense rompiera con el Frente Para la Victoria y se despachara contra la plaga kirchnerista que metería presa. Los avatares argentinos coquetean con el capricho y los dirigentes políticos son asistidos, en ocasiones, por la carambola antes que por su genio.

La narración que repuso la ex Presidenta ayer sobre la construcción del Gasoducto Presidente Perón es ilustrativa del caso. El 21 de febrero de 1947 se inició el proceso, luego de que el ingeniero Julio Canessa, primer director de la Dirección Nacional de Gas creada en 1946, persuadiera al primer mandatario, Juan Domingo Perón, de la importancia estratégica de dejar de ventear el gas en la Patagonia y abandonar la importación de carbón de hulla para fabricarlo.

Tal como explicara Aldo Duzdevich en Página 12, Canessa le dijo a Perón: “en Comodoro Rivadavia dejamos escapar el gas”. “Tenemos que traer el gas a Buenos Aires y terminar con el carbón importado”, agregó ante la mirada atenta del General, quien mandó a llamar a su ministro de Industria y Comercio, Rolando Lagomarsino, y lo instruyó para que provea a Canessa de todo lo que necesitara para esa empresa. “Vaya y hágalo”, ordenó Perón.

No obstante esa voluntad, los desafíos eran enormes para la Argentina de mediados de siglo pasado pero también para las grandes potencias. Milagrosamente o no, el partido que había prevalecido en las urnas contra los planes de Spruille Braden encontró la solución en estas pampas aunque había evaluado traer el know how de Estados Unidos: Agostino Rocca había expandido sus intereses económicos hasta el país más austral del globo y comenzaba a concretarse su gravitación en la escena local como preludio de lo que más tarde sería comprendido como el peso del poder permanente del capital. Techint y Perón, un solo corazón.

Una pieza audiovisual de incalculable valor puede verse en el Archivo de Prisma linkeado dos párrafos arriba. El texto de presentación constituye un resumen maravilloso:

“La Secretaría de Prensa y Difusión informa sobre la creación del gasoducto ‘Presidente Perón’, que recorre 1605 kilómetros desde la ciudad de Buenos Aires hasta Comodoro Rivadavia. Puede verse a Juan Perón en la inauguración de la obra el 27 de febrero de 1947 en Lavallol, así como el transporte de los caños a través de buques y ferrocarriles. Luego se observa en acción a la excavadora que abrió la zanja en el lecho del Río Salado, que el gasoducto atraviesa, y se informa sobre el tratamiento anticorrosión efectuado en la tubería. A continuación, puede verse cómo los constructores abrieron paso al gasoducto en los pantanos del sur de la ciudad de Azul, así como a través del suelo granítico de Bahía Blanca, con el uso de dinamita. El siguiente desafío fue hacer cruzar la tubería por el Río Colorado, para atravesar luego el ‘desierto’ que llega a las orillas del Río Negro. Allí, la cañería previamente soldada en tierra penetra en el río para atravesar sus 400 metros de ancho. Puede verse luego la flamante planta compresora principal, emplazada en Comodoro Rivadavia. Cierra con imágenes del acto de inauguración, con la presencia del presidente Perón, el 29 de diciembre de 1949. Durante el relato, se muestra también cómo fue la vida de técnicos y obreros en los campamentos mientras duró la construcción”.

Mal que le pese al periodismo domesticado por la lógica de la racionalidad técnica, los hechos no se cuentan solos. En ese sentido, el peronismo siempre entendió que, sin narrativa, no hay política. Por eso, es inaudito que se despilfarrase la chance de hacer patria con la traza que fue de Salliqueló, en Provincia de Buenos Aires, hasta Tratayén, en Neuquén.

Los pases de factura en la coalición untada con plasticola tornaron inaudible la sinfonía de una conquista social que no significa tanto como el triunfo de La Scaloneta en Qatar pero le cambió la vida de miles de argentinos.

Al respecto, la Facultad de Ciencias Sociales (FSOC) de la UBA y Energía Argentina SA (Enarsa) realizaron un estudio de impacto social y económico a partir de la construcción del GPNK. Según el equipo interdisciplinario que se formó para la investigación, la obra generó 40 mil empleos, entre 3.873 puestos directos, 28 mil indirectos y casi 9 mil más, inducidos por el consumo de los hogares, dice el comunicado de prensa enviado por la casa de estudios.

En base al relevamiento, se determinó que el 93,1% de las plazas laborales fue ocupado por varones, frente a un grupo comparativamente reducido de mujeres que llegó al 6,9%. “A pesar de conformar un porcentaje minoritario, la presencia de mujeres es un dato relevante, ya que no es recurrente esta tasa de participación para el rubro de las grandes obras”, aclararon los responsables del informe.

La Patriada dialogó con Natalia Tolaba Torres, una de las enfermeras que se desempeñó “en la línea” de la construcción. Es decir, al lado de los obreros que llegaban de distintos puntos del país por la expertisse requerida o los 45 turcos que llegaron desde Medio Oriente para operar las soldadoras automáticas y transferirle el conocimiento a los trabajadores argentinos. Oriunda de Salta, Tolaba Torres destacó “el soporte” de su familia, que quedó en su provincia cuidando a su hija de siete años de edad, y consideró que fue “un proyecto inmenso”. “Llega un punto en que te reís porque decís ‘qué locura’”, graficó al momento de evocar la cantidad de personal que demandó el proyecto, y ponderó “el trabajo en equipo” con los compañeros techineros: “todos empujan y tiran para adelante a pesar de los inconvenientes que surjan a diario”.

En las profundidades que exige una capilaridad de la que carece en la actualidad el sistema político, el pueblo argentino es acreedor de una madurez infinitamente mayor que el grueso de su dirigencia. El paper académico de FSOC-UBA es elocuente en los datos compendiados: “por cada $1 invertido en la obra del GPNK, se generaron $0,74 pesos adicionales en la economía”, y “los sectores más beneficiados en términos de su facturación son la Industria manufacturera, la explotación de minas y canteras y el comercio”.

Otro de los tópicos consignados por el documento conjunto de la casa de estudios y la ex Enarsa es el que contabiliza la utilización de 14.000 camiones sólo para el transporte de los caños. “La logística asociada al abastecimiento de los caños desde el conurbano bonaerense hasta los distintos acopios implicó no solo un trabajo importante de organización, sino también de costos de transporte: se estiman 13.658 viajes entre las zonas de origen y los acopios sobre la traza”, indica el texto.

Además, ese despliegue implica un consumo de gasoil cercano a los 7,7 millones de litros por un costo aproximado de US$ 7,1 millones y retribuciones del personal de conducción en torno a los US$ 5,3 millones. También se incluye en el estudio la dinamización sobre las economías locales “en términos de inversión y consumo en los mercados inmobiliarios, sector de gastronomía, hotelería y diferentes rubros de provisión de insumos y materiales”. “Aunque en una escala acorde a las propias ciudades, este proceso implicó incorporación de personal y mejoras de infraestructura, como refacciones en comercios, viviendas y hoteles”, argumenta.

Por otra parte, los investigadores detectaron que la obra incidió en los índices del desempleo estructural y la ayuda social de las ciudades. Sobre ese aspecto, mencionan que “en Catriel (Provincia de Río Negro) hubo una merma en la demanda de ayuda social de alrededor del 30%”, y ponderan que “la importancia de este dato radica en que se hace referencia a familias que no accedieron nunca a un empleo fijo ni formal”. “En General Acha (Provincia de La Pampa), las viandas en el comedor municipal bajaron un 37%, y los módulos alimentarios, que contienen 10 productos de primera necesidad, se redujeron a la mitad”, añadieron.

Otro registro auspicioso obtuvieron en el distrito pampeano de Macachín, donde la ayuda social también disminuyó. “En esta localidad, desde la llegada del gasoducto la entrega de viandas disminuyó un 30%”, graficaron.

Este medio conversó con la socióloga Melina Vázquez, miembro del equipo de investigadores coordinado entre Sociales y Energía Argentina SA. Entre las tareas del grupo, estuvo la de realizar entrevistas a funcionarios de los municipios por donde pasaba la traza y cotejar las publicaciones de noticias en la prensa nacional y los diarios locales. “Una idea que circulaba es que con el gasoducto no aparecía la grieta porque, sin duda, la política subnacional reconoce clivajes distintos”, detalló, y subrayó que el impacto que tuvo la obra “es tan sustantivo” que “no hay ningún intendente que pueda obviar o no reconocer su importancia”.

Magister en Investigación en Ciencias Sociales y Doctora en Ciencias Sociales por la UBA, Vázquez precisó incluso que el 20 por ciento de los trabajadores contratados para la obra tenían entre 18 y 25 años de edad. El acceso a esos puestos y la formación consecuente en el oficio pone a esos jóvenes en una red de contactos que capitalizan para su futuro, recomponiendo la trama productiva y preparándose para sostenerla.

Como en el 47’ aunque sin la astucia del legendario líder del movimiento, la obra que inició entre la languidez y la furia el gobierno de Fernández el 17 de noviembre pasado quizá goce del halago póstumo. Más allá del saldo que arroje el escrutinio tras las elecciones presidenciales, quien gobierne a partir del año entrante podrá revertir el saldo negativo de las divisas, necesarias para el desarrollo, contará con nuevas bases para la sustitución de importaciones en materia gasífera y la provisión de energía barata para la industria. Agotadas las excusas para demorar el abastecimiento de gas para los hogares, cuando se construya el segundo tramo del ducto hasta San Jerónimo el peronismo podría arrogarse con serena jactancia que fue su arquitectura dogmática lo que lo hizo posible, siempre y cuando se imponga en los comicios. Menuda tarea.

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