Más de 2 mil militantes participaron del plenario impulsado por el ex ministro de Defensa y presidente del bloque de diputados del Frente Para la Victoria durante los gobiernos kirchneristas, Agustín Rossi, en el Mercado del Patio, en la ciudad santafecina de Rosario. Con la participación presencial de funcionarios del gabinete nacional como el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, y su par de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Cecilia Todesca Bocco, y la secretaria de Legal y Técnica de Presidencia, Vilma Ibarra, el cierre concentró la atención de los que se congregaron en el punto de convocatoria pero también de los que observaban el acto, titulado Reflexiones sobre presente y futuro de la Argentina, por Youtube en el resto del país.
Anfitrión y último orador, Rossi confesó que la asistencia sobrepasó sus expectativas. “Creíamos que, a duras penas, íbamos a llegar a 800 personas. Hay 2 mil, y me dijeron que pusieron una pantalla para que afuera puedan participar y ver desde allí el acto”, dijo al dar inicio a su discurso, y continuó: “eso me da pie a la primera reflexión: cuando uno habla con los compañeros, se dice que los militantes están de brazos caídos pero el problema no lo tenemos en los militantes, lo tenemos en nuestra dirigencia, que a veces cree que todo lo que hicimos no sirve para nada”.
En ese sentido, el ex precandidato a senador que compitió contra la lista pactada por el gobernador Omar Perotti y la propia vicepresidenta Cristina Kirchner recordó que tras la derrota de Unidad Ciudadana en 2017 nadie creía que hubiera chances electorales exitosas para el peronismo en el siguiente turno pero, a su criterio, se trabajó para la victoria contra todos los pronósticos. “Si hoy nadie cree que hay 2023, es una buena señal para los peronistas porque vamos a construir (el triunfo)”, argumentó.
También se remitió a la querella sobre la unidad. “El problema de la unidad no es un problema de nuestra militancia, es un problema nuestro”, precisó. Y bajo ese enfoque recordó que durante el gobierno de Mauricio Macri “no había nadie que defendiera a Cristina pero yo caminaba la calle y me decían que la cuidemos”. “Había más kirchnerismo en la gente que en los dirigentes”, remarcó, y aprovechó para tender una analogía: “quiero ser claro: (ahora) hay más unidad en la gente que en los dirigentes”.
Rossi asumió, además, que no se sentía representado con la muletilla de la campaña escrita con un nosotros inclusivo en el 19’ acerca de que “volveríamos mejores”. “Implícitamente dejaba translucir que no habíamos sido lo suficientemente buenos entre 2003 y 2015 y yo creo que fuimos excelentes, pero la frase que más representaba era que íbamos a volver distintos”, dijo. A partir de esa distinción, estableció las dos grandes diferencias del tiempo político que le tocó al presidente Alberto Fernández en comparación con el que les tocó a Néstor Kirchner y su sucesora y actual líder del Frente de Todos. “Néstor y Cristina no tuvieron fuerzas o bloques opositores absolutamente constituidos como los que tiene Alberto”, subrayó, y añadió: “lo segundo que tiene de distinto es que la situación económicamente no tiene punto de coincidencia con lo que fueron los años anteriores. Cuando se critica a veces la gestión de la marcha de la economía, hay que tratar de poner las cosas en su lugar y ver el vaso completo. Ni quedarse con el conformismo del vaso medio lleno ni tampoco subsumirse en la ansiedad que te deprime del vaso medio vacío”.
Párrafo aparte dedicó a la chicana de las últimas horas sobre la necesidad de aplicar retenciones móviles a las exportaciones. “Hablando de la 125, quiero ser absolutamente sincero porque hoy escuché sobre las retenciones móviles: al que se le ocurra la idea, que se quede hasta el final y que no haga como (Martín) Lousteau. Porque Lousteau se fue y la quedé defendiendo yo solo. Eso nunca más”, aseveró para que el auditorio militante estallara en aplausos.
Por otra parte, postuló la implementación del Ingreso Básico Universal como una política pública de impacto inmediato en las capas populares y advirtió, considerando que el gobierno argentino dio respuesta a los problemas pero prevalece la mirada del vaso medio vacío, que existe “un problema de relato”: “los voceros del vaso medio vacío son mucho más potentes que los voceros del vaso medio lleno”. Segundos después evocó las épocas en que los opositores, y una parte del oficialismo también, se regodeaban con “el poskirchnerismo”, y preguntó retóricamente: ¿en dónde está escrito que para llegar con mejores condiciones electorales al 2023 haya que hacer otra cosa que no sea tratar de fortalecer el gobierno, tratar de fortalecer la gestión, tratar de fortalecer la unidad del Frente de Todos, tratar de fortalecer el liderazgo del Presidente de la Nación?”.
Para finalizar, consignó que “la reflexión se hace, fundamentalmente, con el pueblo en la calle y la militancia movilizada”. Y luego de expresar su anhelo de que se replique lo que se hizo el sábado en Rosario en otras latitudes del país, llamó a que “todas las organizaciones políticas de nuestro movimiento salgan a hablar y convocar a nuestros militantes” para “asumir que podemos tener diferencias entre nosotros pero tenemos muchas más diferencias con los otros; que estamos orgullosos con el gobierno del presidente Alberto Fernández, estamos orgullosos con el liderazgo de Cristina Fernández, que las soluciones de la gente se logran con el peronismo en el gobierno”.
La larga lista de oradores
Las exposiciones arrancaron pasadas las 15 y tuvieron puntos altísimos que los oradores del cierre se animaron a recuperar, a modo de balance. Cuando promediaba el encuentro, quedaba la sensación de que la tenida era una forma de sentar los nuevos términos para tramitar la interna con una discusión más ordenada que trascienda la anécdota y politice el entramado oficial.
Aclimatando el comienzo, se proyectó el video que enviara el embajador argentino en México, Carlos Tomada, para saludar a los militantes. “Solo nuestra fuerza está en condiciones de cumplir su mandato histórico”, sintetizó el ex ministro de Trabajo.
Enseguida se estableció contacto por videollamada con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien se despachó con la reivindicación de los proyectos para el incremento de exportaciones y la mención a las 10 misiones productivas anunciadas en el Consejo Económico y Social la semana pasada.
Entonces, llegaría el turno de los economistas: primero, el profesor Demián Panigo; y luego, el vicepresidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Sergio Woyecheszen.
Más tarde, llegaría la mesa de los intelectuales, con Ricardo Forster, Edgardo Mocca, María Esperanza Casullo y Eduardo Jozami. Hubo espacio también para la diputada entrerriana Carolina Gaillard, que concedió que “el debate no está mal” pero fue implacable con los trapitos al sol: “no podemos estar haciendo la payasada de estar en los medios de comunicación generando debilidad en nuestro propio gobierno”.
El plato fuerte que se esperaba antes del cierre de Rossi vendría de la mano de Ferraresi, Zabaleta, Todesca e Ibarra, glosados de forma inversa al orden cronológico de sus alocuciones pero atendiendo a la repercusión de sus palabras.
El intendente de Avellaneda en uso de licencia admitió la unidad “hoy tiene dificultades”. Sin embargo, indicó que “la primera prioridad tiene que ver con cómo nos encontramos en una agenda en común, donde el Frente de Todos tenga unidad concreta”, y repuso el diálogo que le propuso un joven días atrás en una recorrida territorial. “Che, Ferraresi, ¿tan cagados? Con Macri le vamos a ganar”, le habría dicho el interlocutor. Y el ministro conjeturó: “él siente que nos van a ganar porque nosotros sentimos que vamos a perder. Porque nosotros nos juntamos con un compañero y te dice que, si no arreglamos, la inflación vamos a perder. Y vamos a perder”.
Vicepresidente del Instituto Patria, Ferraresi aseguró: “Hay muchos datos buenos pero nos gusta autoflagelarnos, nos encanta”. “Ustedes recuerden que el Frente de Todos no salió de una decisión de los dirigentes sino de los militantes. ¿A Alguno de ustedes le dicen ‘che, rompan y déjense de joder’? No. Así que volvamos a construir unidad”, sentenció.
A su turno, apeló a la película Caballos salvajes. Más precisamente, a la escena puteadora de Héctor Alterio, para decir que vale la pena la militancia en Argentina.
Su discurso, como el que después daría Todesca, estuvo plagado de ejemplos de programas que mejoran la vida de los ciudadanos, dejando en claro que a la Casa Rosada le falta narrativa. En ese trance, contó la historia de una mujer que pudo empalmar el Plan Potenciar con empleo formal en Toyota, pasó de cobrar 20 mil pesos mensuales a percibir un salario de 90 mil por convenio SMATA y ahora quiere ser delegada. “Tenemos buenos indicadores, nada que celebrar”, sopesó, comedido, pero dio cauce a la arenga: “basta, compañeros, basta. Hablémosles a los argentinos, dejemos de hablar entre nosotros”. Y ya desgañitándose, lanzó: “hay 2023 si logramos que este año los argentinos y las argentinas vivan mejor, hablémosle a nuestro pueblo”.
Al tomar el micrófono, Todesca adelantó que ilustraría su intervención con historias de carne y hueso pero antes se permitió ser provocadora: “No podemos tirar plata desde un helicóptero. Y déjenme decir una cosa: Néstor Kirchner tenía superávit fiscal. No medimos la política por tener superávit o déficit”. La economista explicó que el problema de Argentina no es esa variable sino la estructura productiva desequilibrada y la necesidad de conseguir los dólares para que la industria se desarrolle.
Y entonces compartió la historia de la fábrica de respiradores emplazada en Córdoba, que en acuerdo con el Estado nacional, duplicó su producción para pasar de vender 140 a 280 por semana pero abastecer al mercado interno a 9 mil dólares por cada producto terminado en lugar de venderlo al extranjero por 50 mil. Hoy, esa firma no sólo cubre la demanda local sino que también exporta a varios países.
Lo mismo puso sobre el tapete con el excursus de una música emprendedora que se percató de que en estas pampas no se fabricaba la resina para los instrumentos cordófonos. Con apoyo estatal, desarrolló un producto nacional y, cuando le preguntan en la prensa si recibió ayuda de su marido o su padre, ella responde: “mi compañero es el Estado, a través del Banco Nación”.
Semejantes storytelling serían la delicia de los campañólogos si la crisis intestina de la coalición no lo cubriera todo. No obstante, Todesca afirmó: “Esta es la Argentina que nosotros tenemos, no es la que se ve en televisión”.
Cuando llegó su turno, Ibarra destacó esta “iniciativa hermosa de celebrar la política”. Visiblemente emocionada, consideró: «Llegamos y sentimos que somos parte de algo. Estamos acá pensando juntos y juntas porque nos sentimos parte de lo mismo. La militancia vino a defender algo que le importa mucho”.
Luego, arremetió contra las posturas rupturistas dentro del frente. “Acá no se salva nadie. Porque hubo una promesa a la sociedad de que lo íbamos a hacer juntos. Esa idea de que me puedo salvar solo o que puedo construir un espacio para después volver es la peor herencia del neoliberalismo que combatimos. Sólo no se salva nadie porque sí creemos que la patria es el otro y la otra”, fustigó.
Así, el saldo de la jornada sería la carátula de una etapa en la que diversos actores empezarían a moverse con más soltura y discutir la repolitización de la coalición. Ni nacimiento del albertismo ni marcha dócil hacia la derrota.