Feb 17 2025
Feb 17 2025

La última apuesta política del casino emocional

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Massa junta fichas del peronismo frente al crupier del frente externo. Su endurecimiento es directamente proporcional al vértigo de los acreedores ante la amenaza del incobrable. | Por Pablo Dipierri

Un fantasma recorre las mesas donde el establishment desayuna la cena: la nestorización de Sergio Massa. Como Néstor Kirchner en 2003, el ministro de Economía y precandidato presidencial por el oficialismo endurece su posición ante a las exigencias del FMI y amaga con tirar del mantel.

Voceros del Palacio de Hacienda divulgaron ayer “el encuentro de trabajo” que el tigrense mantuvo con el Ministro de Finanzas de Egipto, Mohamed Maait, “para coordinar políticas en espacios multilaterales destinadas a promover el desarrollo inclusivo de países de ingresos medios, teniendo en cuenta los desafíos que presenta la nueva arquitectura financiera global”. En el comunicado que distribuyeron a la prensa, destacaron que tanto las autoridades del país del noreste africano como sus pares locales están embarcadas en negociaciones con el Fondo “para consolidar programas que garanticen el sendero de estabilidad macroeconómica, sin descuidar el impulso al desarrollo local y el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas”. Si la memoria no fuera selectiva, podrían rastrearse en ese discurso las huellas de la jerga utilizado por Martín Guzmán, además del ex presidente oriundo de la Patagonia.

Asimismo, el texto mentado abundó en “la importancia de no recurrir a ‘recetas genéricas’ que no distingan las realidades particulares de cada país, así como también la relevancia de implementar políticas que permitan cumplir con los compromisos internacionales asumidos, sin dejar de lado el desarrollo sostenible y a los sectores más vulnerables”. La relevancia de la reunión de Massa con su par egipcio estriba en que ambos representan a las dos naciones que encabezan el top five de deudores del organismo: Argentina marcha primero, merced al préstamo contraído por Mauricio Macri en 2018 por 45 mil millones de dólares, y Egipto le sigue con compromisos por 18 mil millones en moneda estadounidense. La lista la completan Ucrania, que debe 12 mil millones; Ecuador, con un pasivo de 8 mil millones; y Pakistán, atado a un crédito de 7 mil millones.

En Washington observan con preocupación los dribleos del funcionario argentino. Audaz –o fullero, según la vicepresidenta Cristina Kirchner-, el líder del Frente Renovador insinúa con ese mitin que, si el país más austral del mundo y la nación de las pirámides se plantan, el Fondo se funde. Ya la ilusión de sumar a esa dupla a Ucrania parece un exceso, por la grosera subordinación de Volodímir Zelenski al Departamento de Estado norteamericano. Sin ir más lejos, el ucraniano se despachó esta semana por videoconferencia con la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y reprochó la falta de estrechez argentina en el vínculo con Kiev.

No obstante, la remisión a los albores del kirchnerismo surge por la dureza del santacruceño que Massa emula por estas horas. De hecho, el 9 de septiembre de 2003 Kirchner frenó el trámite para el pago de un vencimiento por 2900 millones de dólares al FMI y elevó la tensión de la discusión. En ese sentido, es pedagógica la secuencia periodística del diario Clarín: ese día publicó en tapa que no se haría el desembolso pero explicaba que la Casa Blanca presionaba al consorcio de acreedores para que se llegara a un entendimiento. Además, el por entonces jefe del Palacio de Hacienda, Roberto Lavagna, concedía en exclusiva argumentaciones para el emporio de Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto contra el ajuste que le reclamaban los verdugos de siempre.

Veinticuatro horas más tarde, la portada del mismo grupo empresario indicaba que no se pagó la cuota pero continuaba la negociación. Como explican especialistas de la talla de Alejandro Olmos Gaona, ningún Estado cae en default ni entra en cesación de pagos ante el Fondo. La nota de análisis la firmaba en esa edición el periodista Eduardo van der Kooy y se titulaba “Una jugada fuerte, con red de protección”. Un recuadro con letras rojas, por las dudas, anunciaba “Qué consecuencias tiene el hecho de no haber pagado”.

Inclusive, son testimonios enriquecedores de ese frenesí en el cabildeo los artículos de Página 12, fechados el 11 de septiembre de 2003 y firmados por Maximiliano Montenegro y Alfredo Zaiat. También el que rubricara dos jornadas después el editorialista José María Pasquini Durán. El actual conductor televisivo de A24 comenzaba su nota diciendo que Kirchner “no se mostró exultante, ni mucho menos” pero reconocía que “el Gobierno cerró un acuerdo con el Fondo Monetario que contempla casi todos los cambios que el Presidente planteó en la mesa de negociación: superávit fiscal máximo de 3 por ciento del PBI; no hay ninguna condición en materia de ajuste tarifario; ni compromiso alguno de compensar a los bancos por los amparos”.

El autor del libro Economía a Contramano, por su parte, cuestionaba la comunicación oficial al respecto: “el argumento acerca de que el Fondo reclamaba un ajuste mayor y, por lo tanto, ha sido un logro acordar ese nivel de superávit fiscal es por lo menos un abuso de exitismo, que sería preferible evitar para no asemejarlo al triunfalismo ridículo del Blindaje de Machinea o el Megacanje de Cavallo”. “El compromiso fiscal asumido con el Fondo, insostenible en el tiempo, pone en riesgo el objetivo de impulsar un crecimiento con equidad”, alertaba Zaiat cuando todavía era insospechado para vastos sectores del sistema político el rumbo que tomaría Kirchner.

En la misma sintonía, Pasquini Durán ponderó en la primera oración “el realismo” del primer mandatario por haber dicho que el pacto no era “ninguna panacea”. Sin embargo, consideró que la letra del documento acordado “causará problemas presupuestarios para realizar un plan de obras públicas que genere empleos masivos, para aumentar salarios estatales y jubilaciones y para financiar los programas de asistencia social, más de medio centenar, incluido el que se destina a jefas y jefes de hogar”.

Un sondeo de la consultora Equis, conducida por Artemio López, arrojaba ese fin de semana que el 72 por ciento de los consultados observaba positivamente el talante de Kirchner y Lavagna en la negociación, el 76 por ciento ubicaba al Fondo como el responsable de la crisis argentina y, al mismo tiempo, el 90 por ciento creía que el Stand By beneficiaba al organismo.

Comprensión de textos y contextos

El espejo al que someten retóricamente a Massa es exigente. Aun cuando adopte giros discursivos que remitan a la verba pingüina, las condiciones económicas actuales distan mucho de las que operaban en la posconvertibilidad.

De ahí que el ministro de Economía hable de competitividad cambiaria. Esa ventaja comparativa de la que gozó el kirchnerismo hace 20 años por la devaluación brutal que ensayó Jorge Remes Lenicov, fusil de recambio de la presidencia provisional de Eduardo Duhalde y antecesor de Lavagna en el cargo que hoy ocupa el tigrense, ensombrece las chances de la etapa en curso. Y bajo ese recuerdo traumático se atrinchera lo que queda del gobierno del Frente de Todos cada vez que el precandidato al sillón de Rivadavia poetiza que “ni en pedo” devalúa.

Temerarias o tragicómicas, las afirmaciones de Marcelo Bonelli en su panorama económico para Clarín describen a burócratas del FMI con miedo a terminar confinados en la biblioteca del organismo, una suerte de Siberia con literatura sobre avatares financieros, ya desde los tiempos del salvataje otorgado a la gestión de Cambiemos. Este viernes, sin ir más lejos, condimentó los tironeos entre los directores en representación de los diversos países con la supuesta idea del chino  Zhengxim Zhang, quien habría enviado una misiva al Board manifestando que Beijing propicia la habilitación del segundo tramo del swap y el pago con yuanes desde Buenos Aires si no prospera un acuerdo con el FMI.

A ese juego de tahúres, se adicionan los malabares de Economía frente a las importaciones. No hay reservas suficientes en el Banco Central (BCRA) para solventarlas pero tampoco sería auspicioso que se sigan frenando los ingresos de insumos que demanda la industria porque los comicios podrían producirse en los umbrales de una recesión. La alternativa a la “deva” que propugna la oposición para que se pulverice el albur del peronismo en las urnas es autorizarlas con cuenta gotas o patear su abono para el 2024, bajo la perspectiva de una balanza comercial favorable por el aumento de la liquidación de una cosecha sin sequía y la puesta en marcha del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK).

Aun contra las cuerdas, la contabilidad creativa les permitió a los habitantes del Quinto Piso en el edificio de Hipólito Yrigoyen 250 incrementar el nivel de importaciones por precio pero no por volumen. En ese angosto desfiladero, ni la Vicepresidenta se anima a cargar en voz alta contra la canaleta por donde acusaba que se les escapaban los dólares a Miguel Ángel Pesce y Guzmán. “Todos con el culo en la pared, muertos de miedo, y vos cantando”, entonaba al natu Santiago Moraes en Te cambié por una guitarra. Parece un vals escrito para Massa en el casino de la política vernácula.

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