«Estos futbolistas nos dieron un motón y yo necesito pensar mucho qué es lo que voy a hacer, porque pusieron la vara muy alta y seguir así es complicado», afirmó el entrenador.
Lionel Scaloni sacudió la noche gloriosa del Maracaná tras la victoria por 1 a 0 que dejó a Brasil sin el invicto que lucía como local desde que se iniciaron las Eliminatorias Sudamericanas al poner en duda, sin que nadie se lo preguntara, su continuidad como entrenador del seleccionado argentino para 2024.
Se cerraba la conferencia en la enorme sala de prensa del estadio Maracaná cuando Scaloni quiso despedirse con una aclaración que, por supuesto, no venía a cuento con la situación que se acababa de vivir minutos antes, y más considerando los aires de gloria que vivía el seleccionado argentino.
Ya era de madrugada porque el partido había comenzado con casi media hora de demora, sobre las 22 del martes, a raíz de los ataques violentos de la policía local para con un grupo de hinchas argentinos entre los que había mujeres y niños, quienes fueron defendidos en el lugar por todo el plantel de la selección, que incluso abandonó el terreno de juego durante ese período de tiempo mencionado, en señal de protesta.
La larga jornada plagada de tensiones y emociones había llegado a su fin para todos, pero casi como quien no quiere la cosa y mientras se iban hilvanando en sus declaraciones los distintos niveles de importancia que merecieran un título periodístico, Scaloni lanzó esa sorprendente afirmación, que por el modo en que lo hizo, pareció bien meditada.
«Una cosa importante que quería decir», expresó el técnico de Pujato cuando la conferencia había llegado a su fin, sin permitir que las repreguntas que se caían por su propio peso pudieran salir siquiera de las bocas de los periodistas presentes.
«Necesito parar la pelota un poco en estos meses y ponerme a pensar, porque tengo mucho en que hacerlo en este tiempo que se viene», advirtió Scaloni estimulando la comprensión de su auditorio, que bien podía escuchar algo parecido de su colega brasileño, Fernando Diniz, después de hilvanar tres derrotas seguidas, pero no de él.
«Estos futbolistas nos dieron un motón y yo necesito pensar mucho qué es lo que voy a hacer de ahora en más, porque pusieron la vara muy alta y entonces seguir así es complicado», apuntó.
Y tras tratar de atemperar un poco el inevitable efecto de sus palabras con un «esto no es un adiós», inmediatamente volvió sobre sus pasos para remarcar que se viene un tiempo en el que necesitará «pensar, porque a la altura que se llegó, es complicado seguir ganando».
«Seguramente estos jugadores van a necesitar un entrenador que tenga todas las energías posibles para seguir sumándoles cosas», refirió, cuasi parafraseando a uno de sus maestros como Marcelo Bielsa, de Newell’s como él, que usó el mismo término cuando abandonó la selección argentina en su segundo período de gestión, claro que, sin la corona de campeón mundial en su cabeza, sino todo lo contrario.
Una Copa del Mundo en Qatar como máximo e inigualable logro, una Finalíssima ganada a Italia y una Copa América también frente a Brasil y en el mismo escenario de anoche, el Maracaná, donde además acaba de quitarle un invicto histórico en Eliminatorias al seleccionado local, forman parte de su brillante palmarés.
Entonces podría pensarse que, a la hora de la reflexión, Scaloni puede haberse dicho a sí mismo que ya no queda nada más por delante para conquistar, que además es algo increíblemente cierto para un entrenador que nunca antes dirigió «nada» hasta que llegó al seleccionado argentino para convertirse en el técnico ganador de «todo».
O quizá, también observó que en estos últimos dos partidos que representaron la mayor exigencia que tendrá Argentina en estas Eliminatorias, la dinámica del equipo decayó, se lo notó «pesado» frente a Uruguay y anoche lo mismo, aun a pesar del triunfo, porque vale la mención que Argentina le ganó a Brasil sin jugar bien, muy lejos de como solía hacerlo «hasta ayer nomás».
Y que los plazos de renovación para los más grandes del grupo llegarán inexorablemente en 2024, para cuando Ángel Di María anunció su retiro de la selección después de la Copa América de Estados Unidos, pero ya ahora está teniendo pocos minutos.
O el propio Nicolás Otamendi, quien pese al histórico gol de ayer para la victoria sobre los brasileños, en el cotejo anterior siempre le miró el dorsal al potente y veloz delantero uruguayo Darwin Núñez,.
Y ni que hablar de Lionel Messi, que «jugará hasta cuando él quiera», según le adelantó Scaloni en la conferencia de prensa de la semana pasada en Ezeiza, pero al que ya le empezó a gestionar algunos minutos, algo que antes no ocurría.
Porque para preservar al grupo campeón del mundo, él y su cuerpo técnico no realizaron incorporaciones para sumarlas al «cuerpo estable» de la selección, ya que los chicos que sumó tienen por ahora destino de sub-23, y otros como Alejandro Garnacho, la gran promesa que arribó desde Manchester United, todavía sigue siendo eso.
Y será entonces todo esto último lo que lleve a Scaloni a pensar en que dejar a algunos de los que lo hicieron a él también campeón del mundo fuera del «sistema selección» sería un acto de ingratitud que no tiene en su mente y en su ánimo asumir.
También, quizá, existan algunos desajustes internos con los que nada tiene que ver los jugadores pero si otros estamentos vinculados a la selección que no puede corregir, o su deseo de relanzar la carrera hacia otros objetivos, luego de alcanzar todos los imaginados, y no, nada menos que con su selección.
Pero sea lo que sea, y aunque anunció que cualquier cosa que decida será antes «conversada con el presidente de AFA, Claudio Tapia», si lo que esta madrugada insinuó se transforma en realidad, el seleccionado argentino tendrá un muy serio problema para encontrarle un reemplazo al fundador de la «Scaloneta».
Fuente: Télam.