Por Pablo Dipierri
El Ministerio de Trabajo convocó para mañana, a las 16, a las centrales sindicales al Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil con el objeto de discutir el nuevo aumento.
Tanto la CGT como la CTA deliberan por estas horas sobre la propuesta que elevarán para defender el incremento que pretenden ante las autoridades nacionales y los representantes empresarios.
Fuentes consultadas por La Patriada indicaron que se barajan tres cifras desde la esquina gremial. Una que consideran factible pero escandalosamente insuficiente se ubica alrededor de los 105 mil pesos; la segunda orilla los 130 mil pesos y la de máxima trepa a 150 mil pesos.
El último cónclave de la institución que repuso en funciones el ex presidente Néstor Kirchner con el decreto 1095/2004, publicado en Boletín Oficial el 25 de agosto de 2004, cerró con un acuerdo entre las partes que fijó un salario mínimo de 87987 pesos para junio, después de un aumento del 15,6 por ciento en abril, 6 por ciento en mayo y 5 por ciento en junio.
Sin embargo, la Canasta Básica Total (CBT) se ubica, según el Indec, en 235 mil pesos mensuales para una familia tipo.
El último informe del Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma (IEF) postula: “Nuestra propuesta de actualización se sostiene en la idea de que el SMVM debería tener una función para determinar un piso de ingresos adecuados para garantizar derechos y ciudadanía al conjunto de la fuerza laboral. En esta dirección, el objetivo del SMVM debería fijarse como horizonte, cubrir la Canasta de Pobreza de la familia tipo, lo que supondría fijar su valor en $235.384”. No obstante, los responsables del estudio afirman: “Sabemos que el punto anterior, en el contexto actual no se puede realizar de manera instantánea por decreto, sino que de lo que se trata es de crear las condiciones para hacerlo posible. En esta perspectiva el SMVM de junio 2023 debería ser de $135.735”.
La misma usina sindical plantea que, en comparación anual con junio de 2022, el SMVM registra una pérdida real del 12,1% y acumula una caída del 7,5% en relación a diciembre de 2022. Y bajo ese enfoque agrega que “si se compara con diciembre de 2019, es decir, con la situación que dejó el gobierno de Cambiemos, la caída del poder adquisitivo del SMVM es del 18%”, mientras que “si se lo compara con la situación a diciembre de 2015, es decir, con lo que dejó el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la caída del SMVM es del 55%”. “Si se lo compara con el costo de una Canasta de Pobreza, el SMVM cubre apenas el 37,4% de la misma”, concluye el texto.
El riesgo de contar pobres
Los debates actuales por la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores redundan habitualmente en Argentina en el mísero registro de la cantidad de pobres. Es el problema de medir la pobreza por ingresos y como si se tratara de unidades discretas.
Sin ir más lejos, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) informó ayer que “cerca de 1100 millones personas viven en una situación de pobreza multidimensional aguda en 110 países del mundo”. Más allá de las complejidades metodológicas, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) “monitorea la reducción de la pobreza y toma en cuenta factores que van desde el acceso a la educación y la salud, hasta el nivel de vida en rubros como la vivienda, el agua potable, el saneamiento y la electricidad”, aclara el documento.
Con una extensión de 31 páginas, el material del PNUD especifica que África alberga 534 millones de personas en situación de pobreza y el sur de Asia a otras 389 millones. “Cinco de cada seis personas pobres habitan en esas dos regiones”, asevera.
El peligro de contabilizar pobres como toneladas de forraje para chanchos chinos es zambullirse en la incomprensión sobre las condiciones de vida de los sectores populares, más allá del alerta que implica para el caso vernáculo el hecho de que existan trabajadores bajo régimen formal con sueldos bajo la línea de pobreza.
Se trata, en definitiva, de la subordinación política de la dirigencia a los designios de las clases dominantes. La querella no pudo torcerse en favor de la claridad y la justicia cuando en 2014 el por entonces ministro Axel Kicillof advertía que no servía detenerse en el registro de la pobreza por ingresos para combatir la desigualdad y que esos guarismos estigmatizan más de lo que politizan. El sumun le tocó a su compañero de gabinete por aquellos días, cuando se animó a decir que Argentina acreditaba los mismos índices de pobreza que Alemania.
Para esa disquisición, el ensayista Alejandro Kaufman, uno de los intelectuales más lúcidos del momento, halló la fórmula correcta de enunciación: “estamos siendo hablados por la lengua de la derecha”.