Feb 19 2025
Feb 19 2025

Pistolas, peronismo y sociedad

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La Vicepresidenta repuso la concesión sobre la imposibilidad de haber conseguido un acuerdo mejor con el FMI en tiempos de Martín Guzmán pero objetó la falta de explicación política ante el pueblo. Si se despejan los enconos biográficos, no hay diferencias en la acción ni en la hoja de ruta que trajo a las tribus oficialistas hasta acá. | Por Pablo Dipierri

“Hay que decir a la sociedad la verdad: si tenés que firmar (con el FMI) porque tenés la 45 en la cabeza, lo tenés que decir, porque no es responsabilidad de este gobierno, lo sufre este gobierno y la sociedad argentina”, expresó la vicepresidenta Cristina Kirchner ayer, durante la inauguración del nuevo anexo en el Hospital Regional de Río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz. Ese fragmento de su intervención probablemente pase desapercibido bajo la catarata de tinta y flashes que destaquen su factura contra el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, y el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, por haber amagado con recurrir a la Justicia Electoral si no se atendían las condiciones que reclamaban para la competencia en las primarias por venir, pero es central para desdramatizar y cotejar con mayor precisión y entendimiento las desavenencias en la coalición oficialista.

La permeabilidad del sistema político a la iracundia sembrada por la televisión y por Twitter contribuye al despiste y la confusión. El argumento de la Vicepresidenta repone una conversación soterrada o suspendida, cuyo abordaje no eliminaría las diferencias internas pero recompondría la potencia política de la urdimbre gubernamental. Ya el diputado Máximo Kirchner había colocado sobre el tapete el mismo asunto, en un reportaje concedido a Tomás Rebord el año pasado en su ciclo de entrevistas por Youtube. “No se puede decir que todo está bárbaro y que la historia dirá quién generó el problema y quién lo resolvió”, reprochó el líder de La Cámpora en aquella conversación de 3 horas y 44 minutos, y reconoció que si el Frente de Todos se encontraba sumido en una posición de “debilidad” y se cernía sobre sí “un golpe de mercado o una corrida”, debía “explicar que firmaba porque hay una pistola en la cabeza a la democracia”.

Por eso, hasta resulta ocioso perderse en el laberinto de acusaciones y pataleos cruzados. Incluso, reduce las trayectorias de los actores y los matices de los proyectos de país que anhelan bajo el tamiz de un cinismo cultivado en la prensa para empardar al peronismo con la oposición, tutelada por el poder económico.

En la misma línea, se inscribe el nerviosismo del ministro de Economía, Sergio Massa, camuflado bajo extorsiones efusivas encomendadas a sus fieles escuderos para luego desmentirlas como si no se notaran los hilos. “¿Vos te creés que con este Congreso y esta fuerza política tenemos chances de que el Fondo atienda a nuestros reclamos para rediscutir el acuerdo?”, descerrajaron ante este medio desde el entorno del tigrense.

Parece evidente que las enunciaciones del kirchnerismo sobre este tópico atienden a necesidades retóricas para alimentar a una militancia desencantada antes que a la realidad política. Y en todo caso, hasta puede constituirse en semilla para el debate público en el futuro inmediato, más allá del escrutinio electoral.

Sin embargo, lo sustancial de la postura de la Vicepresidenta reside en la admisión de que el programa que firmaron el presidente Alberto Fernández y su por entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, con el FMI tal vez era el único posible pero el error fue presentarlo con un video grabado en Olivos, con el canto de los pajaritos como sonido ambiente y palabras que restaban dramatismo a la situación. Dicho de otro modo, la refriega no era por cuestiones de fondo sino por la manera en que se narró el trance.

Así como se puso de moda parafrasear a Fernando Henrique Cardoso por haber acuñado que “gobernar es explicar”, el kirchnerismo –más temprano que tarde- termina asumiendo que la diferencia era de forma antes que de contenido, aunque acaso en política el contenido no sea otra cosa que la forma.

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