Testimonios sobre los días que el impulsor de la bomba atómica pasó en Argentina | Por Fabián Waldman
Un recuerdo muy presente
«Me avisaron que estaba entrando y la curiosidad me dio el impulso para asomarme a verlo. Atravesaba junto a su esposa el pasillo hacia el despacho de Rolando García, decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN). Me impresionó mucho la imagen y fue perturbador observarlos. Tanto él como su mujer utilizaban bastón y era penoso verlos. Abrí la puerta de mi despacho, que daba al patio, y los vi pasar. Estaban arruinados, peor que yo… que ahora tengo 91″. Así relata Helios Paulero, secretario de la FCEyN en 1961, su recuerdo de la visita que el físico Robert Oppenheimer y su esposa, Katherine Puening Harrison, hicieron en la sede de esa Facultad en la calle Perú, en la Manzana de las Luces.
Ese mismo edificio sería años más tarde, el 29 de julio de 1966, donde el dictador Juan Carlos Onganía llevaría adelante la razzia denominada “La Noche de los Bastones Largos”. Esa fecha marcó un antes y un después en la ciencia de nuestro país. El propio García, quien era titular del CONICET, decidió exiliarse en la ciudad de México. Otros 300 investigadores más salieron con diferentes destinos y muchos nunca regresaron al país. Solo algunos lo hicieron con la llegada al poder de Héctor Cámpora, pero la dictadura militar que comenzó el 24 de marzo de 1976 reiteró la historia.
Argentina ya había comenzado con el desarrollo nuclear durante la presidencia de Juan Domingo Perón. La CNEA fue creada en el 31 de mayo de 1951, mientras que el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) data del 5 de febrero de 1958. El médico Alberto Houssay, en 1947, ya había conseguido el primer Premio Nobel para Argentina con sus estudios sobre el papel de la hipófisis en la regulación de la cantidad de azúcar en sangre. Otro científico de renombre había visitado estas tierras en 1925: Albert Einstein, quien más tarde realizaría estudios junto a Oppenheimer y había sido invitado por la Universidad de Buenos Aires.
Paulero lo rememora una tarde fría de las vacaciones de invierno en su casa de General Deheza, provincia de Córdoba. Años más tarde, fue asesor del Secretario de Ciencia y Técnica Manuel Sadosky, quien comandó el Conicet durante el gobierno de Raúl Alfonsín, entre 1983 y 1989.
Lo que el ex funcionario observó en aquella imagen fue una pareja con poco menos de 60 años y el peso de la tragedia que había permitido desencadenar. «Una persona mínimamente inteligente cómo hace para llevar en sus espaldas la muerte de más de 200.000 seres humanos, ¿cómo puede dormir tranquilo?». Paulero justificaba en esa carga el avejentamiento tan prematuro de Oppenheimer. El norteamericano moriría en 1967.
Nacido el 22 de abril de 1904, el impulsor de la bomba atómica tenía 57 años cuando llegó a la Argentina a brindar una conferencia en San Carlos de Bariloche. Permaneció entre el 1° y el 3 de setiembre de ese año y fue publicitado en el Boletín Informativo de la Comisión Nacional de Energía Atómica del 14 de junio de 1961.
La información oficial de la visita
El texto citado señalaba: “Visitará nuestro país el doctor ROBERT OPPENHEIMER, director y profesor de física del Instituto de Altos Estudios de la Universidad de Princetown. En nuestro país, y dentro del itinerario fijado, el doctor OPPENHEIMER visitará el Instituto de Física de San Carlos de Bariloche, del 1 al 3 de setiembre. Cabe destacar que el citado científico fue director del laboratorio de Los Álamos, en el desierto de Nevada, entre 1943 y 1945. Bajo su dirección se elaboró el Proyecto Manhattan, la primera explosión de una bomba atómica”.
Además, la pieza de divulgación también consignaba que “brindó un seminario a la gente del Departamento de Física de la FCEyN”, según Paulero. Allí estaba pactada la charla alrededor de un par de tópicos, pero finalmente se extendieron a varios temas más. “García me dijo que fue brillante en sus exposiciones”, agregó. La investigadora Emma Pérez Ferreira, quien fuera presidenta de la CNEA entre 1987 y 1989 durante el gobierno de Raúl Alfonsín, recibió al científico estadounidense en esa institución, donde era la jefa del laboratorio de partículas elementales. Quince años después de sacudir el Océano Índico con la bomba atómica, Oppenheimer se dedicaba a dar clases y conferencias por el mundo. Además, era asesor del Instituto de Estudios Avanzados
Era gran fumador de tabaco en pipa y a causa de ello falleció por cáncer de garganta.
La mirada científica desde Argentina
“Si me hubieran ofrecido participar del Proyecto Manhattan yo aceptaba”. Así se refirió Andrés Kreiner sobre la actuación del físico alemán. Kreiner es investigador superior del CONICET en la Comisión Nacional de Energía Atómica, donde también se desempeña como subgerente de tecnología y aplicaciones de aceleradores. Es especialista en física nuclear, ciencia y tecnología de aceleradores y sus aplicaciones médicas y medioambientales, entre otras. Además, es docente en la UNSAM y miembro del consejo ejecutivo de la Sociedad Internacional de Terapia por Captura Neutrónica.
Para Kreiner, el desarrollo más importante de Oppenheimer estuvo ligado en primer lugar a la dispersión de partículas en el trabajo conjunto que realizó juto al alemán Max Born. En otras áreas, predijo la existencia del agujero negro, señala el argentino. “Si no hubiese muerto, pienso que le hubieran dado el Premio Nobel por el agujero negro”, acota Kreiner. También deja expresada su mirada justificativa del investigador norteamericano: “El proyecto era bélico y estaba en manos de militares, no era él quien decidía”. Kreiner también señala que Oppenheimer no se opuso a su utilización para ese fin como si lo hicieron otros investigadores a través de una carta.
Alejado del Proyecto Manhattan, fue atacado por el maccartismo imperante en esa época. Luego fue reivindicado por la comunidad científica en 1963 y el presidente John Kennedy iba a reconocerlo como tal. No pudo hacerlo, pues fue asesinado el 22 de nviembre de ese año. Unos días más tarde, su sucesor, Lyndon Jhonson, le entregó el premio Enrico Fermi, otorgado a los ciéntificos norteamericanos de prestigio internacional.
La película
La nueva película que lleva por título el apellido del científico recuerda hoy la investigación, el proceso y el desarrollo de la fisión nuclear que permitió fabricar la primera bomba atómica. Con la espectacularidad de Hollywood, el drama que significó para las víctimas y sus descendientes no es abordado. Todavía siguen las secuelas en las familias que vieron cortado de cuajo su futuro. Estados Unidos decidió utilizar esa arma destructiva sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki cuando la conflagración mundial estaba llegando a su fin, para mostrar su poderío al planeta. Fueron arrojadas el 4 y 6 de agosto de 1945 en el país que formaba parte del Eje, la alianza que integraba junto a la Alemania de Adolf Hitler y la Italia de Benito Mussolini.