Un sector del kirchnerismo se retuerce de incomodidad y alega la importancia de una reivindicación identitaria. Corrientes soterradas y dispersas que reclaman también ese carnet de pertenencia acusan a sus adversarios de ser casi una tribu urbana. | Por Pablo Dipierri
El albur del kirchnerismo se proyecta sobre cinco hipótesis. Según el observador y su marco teórico (político e ideológico), la experiencia inaugurada en 2003 se terminó con la designación de Sergio Massa como precandidato; se replegó en las listas que disputan bancas en el Congreso y lugares en la Provincia de Buenos Aires de la mano de Axel Kicillof; se disolvió en el peronismo de gobernadores, sindicatos e intendentes reticentes a la conducción de la vicepresidenta Cristina Kirchner; reverdeció con el oxígeno que obtuvieron dirigentes y militantes que trascienden el cerco de La Cámpora; o se dispersó al son de una biblia que narra 12 años míticos en un país desertificado para seguir cultivando testimonios que no responden a las demandas actuales.
Suscripto por cuadros que acompañaron a Néstor Kirchner desde que fue gobernador de Santa Cruz, el epitafio tallado por los que creen que “el kirchnerismo ya fue” presume que el tigrense podría disfrazarse de verdugo de los herederos de la ex Presidenta, así como el patagónico liquidó las acciones del duhaldismo en 2005. Aunque se facture al presidente Alberto Fernández haber empujado al Frente de Todos a la inanición y se le hayan atribuido declaraciones off the record que lo mostraban como el dirigente decidido a fulminar ese apogeo, el autor del acta de defunción sería Massa antes que el primer mandatario.
Un gobernador peronista que dialogó con el ministro de Economía la semana pasada le recomendó sin ambages que acuerde con el cordobés Juan Carlos Schiaretti de inmediato. La pesadilla de una militancia progresista que abrevó en la expresión más picante del PJ contra el sistema político desde el retorno de la democracia se corporiza y conmueve traumáticamente el metabolismo de una base de sustentación compuesta por el activismo posterior a la Resolución 125 o la celebración del Bicentenario del primer gobierno patrio.
Esa incomodidad no se mitiga siquiera con el deslizamiento de la preferencia electoral hacia la precandidatura de Juan Grabois, cuyas características lo vuelven refractario por más que discursivamente haya adoptado un consignismo de izquierda nacional. Paradójicamente, ni Massa ni el fundador del MTE portan ADN kirchnerista. Para quienes se mecen en la política con costumbres dinásticas, el desconcierto puede ser total.
La opción del repliegue es defendida, sobre todo, por quienes no aceptan que la Vicepresidenta fue derrotada en la definición de la fórmula. A favor suyo, anotan la sociedad del diputado Máximo Kirchner con el titular del Palacio de Hacienda y la desembocadura de Massa al tope de la boleta como un itinerario natural cuando se hizo cargo de las riendas del gobierno tras la renuncia de Martín Guzmán.
Es cierto que el líder de La Cámpora encabeza la nómina de Diputados y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, la de senadores. Si se adiciona que entre los primeros 15 postulantes a la Cámara Baja por el distrito bonaerense 10 pertenecen a esa agrupación u orbitan bajo su paraguas, la lectura atenta indicaría que el kirchnerismo no se extinguió sino que se prepara para una etapa nueva, moviéndose a dos bandas: si Massa y Agustín Rossi pierden en las urnas, los jóvenes de la década ganada tendrían cuatro años de garantía para reconstruirse desde la resistencia al vencedor; y si el binomio de Unión por la Patria prevaleciera en los comicios, sus escaños en el Congreso servirían para marcarle la cancha. Un diseño amarrete, para colgarse del travesaño en cualquier circunstancia.
La tercera de las posibilidades explicativas para la actualidad identitaria del kirchnerismo radicaría en su disolución o absorción por el peronismo. Esta tentativa encuentra eco en la Casa Rosada, cuyos pasillos se pueblan de rumores que señalan la merma de poder de la jefa de la fracción que más romantiza los albores del Frente Para la Victoria. En el último episodio del podcast Anaconda con Memoria, Mariana Moyano planteó que así como un dirigente que pugna por erigirse en conductor está obligado al parricidio en la bifurcada de su destino, la Vicepresidenta perpetró el filicidio de Wado con la elección de Massa para la fórmula del peronismo y la explicación que dio cuatro días después durante el acto de repatriación del avión que utilizaban los militares de la última dictadura para los Vuelos de la Muerte.
Así, la parte del kirchnerismo que creció inventariando las políticas progresivas que se lograron por la aplicación ortodoxa de los superávit gemelos se siente amenazada por el retorno del aparato que podría aplastarla. Con la quietud de quien contiene la respiración en un rincón, esa fracción reperfila su suerte ante el cambio de signo de la época mientras que los que no nacieron a la política con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y también se autoperciben soldados del pingüino aceptan el peronismo como una geografía natural para el resguardo de sus derechos e intereses.
Subsidiarias de esa pata interpretativa, se ofrecen la alternativa del reverdecimiento y la de la diáspora de una feligresía que deambulará con el prospecto de un remedio que ya no se consigue porque cambió la sociedad. La apertura renovadora es tentadora para quienes padecieron la custodia ideológica casi religiosa según el evangelio de la Vicepresidenta y calculan que la vuelta de página operada el 24 de junio pasado los habilita para buscar otros puntos de acumulación, merced al debilitamiento de la tribu urbana que los tildaba de albertistas, traidores o agentes del poder financiero internacional sin distinción.
Para el caso de los que no timbean sus cartas, no se conforman con la guarida en La Plata ni están dispuestos a conceder que el kirchnerismo se agotó y que exige una actualización doctrinaria bajo las huellas perucas, se abre un tiempo de exploración silvestre con el recuerdo de las palabras de los mejores discursos de la ex Presidenta en loop.
Sin la intención de que esta lista de probables derroteros abarque absolutamente todas las variables, las opciones esbozadas expresan la recolección parcial de lo que el periodismo llama últimamente “noticia en desarrollo”.