Por Cynthia García y Pablo Dipierri
Queda poco más de un mes para las PASO y se clarifican las estrategias de las dos grandes coaliciones. Mientras tanto, el establishment trata de que Javier Milei se desinfle y el oficialismo le prende velas a los santos para que se mantenga y coma una porción del electorado de ultraderecha que drenaría hacia Patricia Bullrich si el libertario no estuviera en góndola.
Las tapas de Clarín y La Nación vuelven a estar calcadas hoy. El diario de Héctor Magnetto tiene por título principal esta mañana la siguiente frase: «Massa se pega a Cristina, ataca a Bullrich y se suma a la campaña del miedo». Por su parte, los herederos de Bartolomé Mitre priorizan en portada esta noticia: «Massa apela al discurso del miedo contra la oposición y se alinea con el kirchnerismo». O esos periódicos se diseñan bajo el mismo techo o se escriben por Zoom: demasiada conexión para ser fruto de la libertad de expresión.
La operación de esas dos corporaciones mediáticas obedece al deslizamiento de Sergio Massa hacia posiciones que efectivamente tratan de seducir o contener al electorado identificado con la vicepresidenta Cristina Kirchner. Para salir airoso de las primarias, el tigrense necesita el apoyo del kirchnerismo, es decir, precisa ese tercio de votantes que se atribuye a esa porción de la sociedad. Al mismo tiempo, la prensa trata de reducir la figura del ministro de Economía a la de un nuevo Alberto Fernández, subordinado a la ex Presidenta, para que esa asociación le quite potencia a la hora de convencer a segmentos del padrón que no votarían al kirchnerismo pero lo preferirían antes que al macrismo.
A su vez, el presunto endurecimiento del discurso de Massa es directamente proporcional a la creciente inclinación de Bullrich hacia el fascismo. Su último spot de campaña apunta a terminar con el kirchnerismo, como aquel decreto que prologó la última dictadura pretendía aniquilar la subversión. El eje de campaña macrista es criminal sin inhibiciones.
De ahí que la táctica de la lista oficial sea la fidelidad con el polo que representa la Vicepresidenta. El kirchnerismo es, de cara a las PASO, refugio y trinchera. Hacia las generales de octubre sí trataría el massismo de interpelar a los sectores que orbiten más allá del alcance o el influjo de la palabra de Cristina, del mismo modo que Bullrich, si triunfara en su interna, radicalizaría todavía más su verba reaccionaria para capturar los sufragios de Milei. O sea que el peronismo crecería hacia el centro y Juntos por el Cambio haría lo propio yéndose más a la derecha aún.
La pregunta sobre si hay algo más que la pared después de Bullrich parece razonable pero la política actual se ha vuelto delirio. A pesar de la caída de Milei en las elecciones provinciales y el apresuramiento del empresariado para bajarle el pulgar al mismo monstruo que alimentó durante los últimos años, el libertario de cotillón sigue en pie. La última encuesta de Zuban-Córdoba, una de las pocas consultoras que realiza sondeos presenciales, registra que la Libertad Avanza acredita un 24 por ciento de intención de voto a nivel nacional.
En consecuencia, la amenaza nazi no se desflecó. La última barrera de contención contra el totalitarismo en ciernes es el peronismo vigente, y habrá que ver si alcanza.