¡Los muertos son un millón de veces más que los vivos
y el tiempo que los muertos pasan muertos
es un millón de veces más que el tiempo
que los vivos pasan vivos!
Flannery O’Connor
Por Leticia Martínez
Durante muchos años acompañé a mamá al cementerio de la Chacarita. Vivíamos en Villa Crespo, así que caminábamos juntas esas pocas cuadras que nos separaban del mundo de los muertos. Plaza Los Andes: refugio indio, altar de santos, covacha para el consumo, el primer santuario que conocí de la Difunta Correa. Botellerío y torneos de volley. Plaza Los Andes, con los árboles más grandes que jamás vi. O así lo sentía cuando era una niña, y ese sitio verde me amparaba del monstruo de la ciudad. Disfrutaba mucho ir al cementerio con mamá. Un espacio de paz entre la violencia doméstica, en los años noventa de pobreza y desquicio. El resto de la familia estaba lejos, en los vallecitos norteños, y por parte de papá, en Paraguay. Entonces, nuestros muertos, también estaban lejos.
Con mamá, íbamos a la tumba de la Madre María. Una señora que no formaba parte de mi familia pero, como decía mi madre cuando me mostraba sus estampitas, todos son nuestros muertos. La Madre María fue una especie de santa popular. Una guía espiritual que nació en España a mediados del siglo XIX y que falleció en Turdera (Buenos Aires) en 1928. En su juventud y, luego de casarse por primera vez y enviudar, se enfermó gravemente. Entonces, como los médicos no podían tratarla, una amiga le recomendó visitar a Pancho Sierra. El milagrero y curador recibió a María y allí le confirió esta especie de dote espiritual. Lo supe desde chica: la Madre María es una señora que cura. Mi mamá lo decía así, en presente, pues yo sé (quiero decir, el saber que proviene de la fe) que la curó a mi mamá y que algo de eso tuvo que ver con mi nacimiento. Entonces, desde que nací, íbamos todos los meses a visitar la tumba de la Madre María.
El libro de Mariana Enríquez, Alguien camina sobre tu tumba, es de mis favoritos. Creo que mi fascinación por lo que hay en los cementerios comenzó en esas tardes de recorrida por la Chacarita con mamá. Repaso los rituales que hacíamos al entrar y al salir: lavarnos las manos, persignarnos, encender velas, rezar. No dejábamos flores porque mamá decía que si no eran buenas (es decir, caras) no había que dejarles. El mundo de los muertos jamás me resultó extraño ni morboso. Quizás sí le temo a la muerte, pero no al mundo simbólico que da forma y cobija estas narrativas. Tengo santos en mi casa, estampitas, prendo velas, rezo ante el horror y el desamparo. Me recuerdo caminando entre las tumbas y leyendo lo escrito en las lápidas. Recuerdo a mamá diciéndome: este es Gardel. Ahí mismo, me sentí iluminada por el gesto de ese hombre que mira hacia lo único que es realmente eterno: la música.
Entonces, lo que me resulta fascinante de Alguien camina sobre tu tumba son la lucidez y la sensibilidad de una escritora como Enríquez para mostrar lo que le conmueve sin golpes bajos. Quienes la leen la miran de modo extraño. Lo veo en las entrevistas, lo puedo leer entre líneas. Se asombran de que a una escritora le obsesione lo que está muerto y los y las que están muertos/as. En la lectura de este libro, me reconocí de niña paseando tranquila por ese mundo que parece otro mundo y que lo es, pero está en el mundo. Los miedos que se vislumbran son otros: las islas. Acá nadie se muere, mi crónica favorita dentro de ese libro, me hizo investigar y averiguar para ir a pasar unos días a Martín García. En su momento, le dije a una chica que podríamos tener un fin de semana de romance en el cementerio de la isla. Y así también comienza el libro, con una historia de amor entre la narradora y el chico más lindo del mundo. Una épica fúnebre, la del amor en cualquiera de sus formas.
Otra de mis preferidas es la crónica sobre el cementerio de Nueva Orleans. Una amiga me diría: te gusta todo lo pobre. Algo de eso hay. La vida y la muerte de quienes parecen no tener nada. Los rituales de baile y celebración aun en la tristeza. La ropa, a veces, y, otras, los accesorios. El vudú. Además, en el libro, se encuentran los sitios históricos, como el cementerio Montparnasse de París, el de Highgate en Londres o el cementerio judío de Praga. Tumbas de personajes famosos: la de Elvis en Memphis, la de Marx en Londres. Ángeles, fantasmas, epitafios, esculturas, esqueletos, criptas góticas, catacumbas. El poeta enterrado de pie. Un sinfín de historias, dentro de cada historia, que, cual pliegue, maximiza la cita de O`Connor que Enríquez eligió como epígrafe para el libro. El tiempo de los muertos.
Lo que más me conmueve de la escritura de este libro es la obsesión que persiste. La Enríquez no cede ni un centímetro de su necesidad. De aquello que la sensibiliza y necesita contar. También, de las voces y los personajes en sus ficciones. Después, los demás que se arreglen o que se la banquen. Una pregunta: ¿cómo alguien se interesaría por retratar lo que pasa en los cementerios? Diría que de los pocos momentos valiosos en mi niñez, fueron los paseos en la Chacarita con mi mamá.
Esos paseos, veo ahora, me hicieron entenderla. Comprender su devoción hacia lo que no conocía ni conoció. Verla llorar sobre un pañuelo bordado con su nombre y el mío. Llevarme hacia los muertos como quien se junta entre amigas y familia a pasar la tarde. Mis manos de niña tocando las texturas de las letras en las lápidas. Mi mirada sobre la mirada de la Madre María. Sentirme afuera, muchas veces, del tiempo de los vivos. Esa maquinaria que resulta infernal, sin sentido, realmente terrorífica. Libros como Alguien camina sobre tu tumba muestran un recorrido vital que se arroja al futuro, pues, como escribió Enríquez en el epílogo, quedan muchos cementerios por recorrer.
Una cita de Mariana Enriquez
«La función del terror es ensayar en la ficción los miedos de la vida real»
En entrevista de El Club de Lectura de Rosario3 Julio, 2023.
Bio
Mariana Enríquez nació en 1973 en La Plata. Es escritora y periodista. Se recibió de Licenciada en Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata. Trabajó como docente universitaria. Se desempeñó como columnista en medios gráficos, como el suplemento Radar del diario Página/12 (donde es sub-editora). Escribe novelas, cuentos, relatos de viajes, perfiles. Publica en medios argentinos e internacionales. En la Argentina, Alguien camina sobre tu tumba (Galerna 2013; 2022) en su edición ampliada, reúne veinticuatro relatos sobre visitas a cementerios de todo el mundo. Este texto fue escrito en base a la primera edición del libro. Entre sus novelas, Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019), la última publicada, recibió el Premio Herralde de Novela.