Jun 24 2025
Jun 24 2025

Ucrania y los F-16: Un alineamiento inútil

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El gobierno del presidente Javier Gerardo Milei ha elegido como regla de su política exterior un alineamiento incondicional con los Estados Unidos, con sus intereses, y con sus alianzas. Se trata de recrear aquella política impulsada por el expresidente Carlos Saúl Menem, que quedó expresada en la frase «relaciones carnales». Y no solo con los intereses de Estados Unidos como nación, sino más específicamente con la agenda del partido republicano. Así, Donald Trump y Javier Milei cerraron la Conferencia de Acción Política Conservadora (una exposición de las posiciones de la derecha republicana), y el discurso del presidente Javier Milei en la reunión anual del Foro Económico Mundial (Davos 2024). No fue sino una exposición muy análoga al programa de la derecha republicana de los Estados Unidos: la defensa incondicional del mercado sin atender a ninguna situación de justicia distributiva, afirmando que esto es una suerte de aberración para el funcionamiento limpio y sin restricciones de los mercados.

Las huellas de esa absoluta subordinación a la política exterior estadounidense son varias. Rompiendo con el delicado equilibrio mantenido por la anterior administración, el libertario invitó especialmente a la ceremonia Asunción al presidente de Ucrania, Volodimir Selenski, al que le dio una entrevista personal y especiales manifestaciones de afecto, poniendo de esa manera a la Argentina en un lado de un conflicto muy complejo, con razones históricas muy profundas, que involucran la ya clásica oposición entre Europa y el antiguo Imperio ruso, luego la Unión Soviética y actualmente con la Federación Rusa. Un conflicto cuyas raíces y dinámica exceden por completo los intereses de la República Argentina.

No contento con ello, en un intento de agradar a las voces de aquellos halcones libertarios, que en la Argentina se quejan de la inseguridad no solo en las calles, sino de la indefensión del país para repeler amenazas exteriores, la Argentina compra los cazas F-16, en sus modelos más viejos. Adquiere esta chatarra de origen estadounidense, que pertenece a la Fuerza Aérea Dinamarquesa, para que sus aliados de la OTAN pueda financiar su transición a los más sofisticados sistemas de armas, y con el único fin de crear un poderoso ejército europeo contra una supuesta amenaza rusa.

De ese modo, en vez de dotar a la Fuerza Aérea Argentina con aviones fabricados en nuestro país y diseñados expresamente para las reales cuestiones de inseguridad que tiene la República, se traen artefactos carísimos de operar y con una función básica que será ornamental, sobrevolar los desfiles y alguna ceremonia aérea.

Pero la creencia de los grandes beneficios que el gobierno argentino tendrá al alinearse incondicionalmente con las políticas de los Estados Unidos, es falsa.

Recientemente, se reunieron el ministro de economía Luis Caputo, con Gita Gopinath (Subdirectora del FMI), con la intención de obtener el modesto desembolso previamente acordado por el cumplimiento de metas fijadas del primer trimestre del 2024. Pero tuvo una rotunda negativa al proyecto de un mega préstamo, cuya función sería liberar el cepo cambiario que ha sido en la propaganda política, desde la campaña de esta administración, su caballito de batalla y que, en cambio, hoy lo está reforzado hasta quién sabe cuándo.

Es decir, Estados Unidos recibe un beneficio gratuito sin hacer nada y la Argentina se compromete en situaciones de mucha exposición de política económica corriendo detrás de una ilusión que jamás se va a concretar.

Como siempre, en vez de una política exterior equilibrada y neutral respecto a los intereses de los grandes bloques de poder, la Argentina elige una línea política que nos va a condenar inevitablemente al fracaso, a la desilusión, y más probablemente a la guerra.

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