Feb 19 2025
Feb 19 2025

Una casa para todxs

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En el barrio de Parque Patricios, a unas pocas cuadras de la cancha de Huracán, abre sus puertas Casa Iaku, un espacio de atención y acompañamiento comunitario a mujeres y personas LGBTTIQNB+ que construye comunidad día a día. La casa es el resultado del trabajo de un grupo de mujeres que armaron una cooperativa de trabajo para abordar una necesidad del territorio y efectivizar derechos.

Hace no mucho tiempo, apenas tres años, el aislamiento preventivo obligatorio por la pandemia del COVID19 vino a poner en foco las tareas de cuidado y el trabajo en torno a la salud mental. La pandemia y su consecuente aumento del desempleo formal e informal, no solo puso en agenda los padecimientos mentales sino que también recrudeció esta y otras problemáticas en el territorio como las situaciones de violencia de género y los consumos problemáticos.

En este contexto, un grupo de compañeras de trabajo, que se conocían de la tarea en territorio con personas en situación de calle, se vieron de un día para el otro sin trabajo y con demandas de las personas con las que tenían contacto habitualmente. Esta situación coyuntural las impulsó a organizarse en una cooperativa de trabajo a la que nombraron “Ahora que sí nos ven”, hoy conformada por un equipo interdisciplinario para el abordaje de problemáticas de salud mental, consumos problemáticos y violencias

 

El agua debajo del puente 

Ya han pasado 10 años del 28 de mayo de 2013, fecha en la que se reglamentó la Ley de Salud Mental que introdujo la perspectiva de los derechos humanos en el abordaje de los padecimientos mentales. Una ley revolucionaria pero que no nació de un repollo. Pioneras en el modelo de cuidados y derechos humanos, hay que decirlo, fueron las Madres, con Hebe a la cabeza, que en plena crisis del 2001 organizaron en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo el Primer Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos. Allí se convocaron a organizaciones sociales, profesionales y algunas pocas instituciones para pensar y construir ámbitos de pensamiento crítico que a partir del rigor científico permitan abordar los problemas de la Salud Mental. La devastación de los vínculos sociales en las que se encontraba nuestro pueblo, las diversas formas de privatización del sufrimiento colectivo, la pérdida de espacios de pertenencia y producción y las políticas represivas fueron algunos de los temas que se abordaron en aquel primer encuentro. 

Este proceso de debate colectivo y comunitario fue también el que logró la sanción de la Ley Nacional de Salud Mental que incluyó la participación de personas usuarias, familias, trabajadores de salud de múltiples disciplinas, entre elles, médicos psiquiatras, organizaciones sociales, sindicatos, colegios profesionales, instituciones académicas. Para su tratamiento, contó con varias audiencias públicas en las que participaron cientos de personas de todos los sectores y de todo el país.

Este abordaje comunitario e interdisciplinario es parte del espíritu de Casa Iaku, un espacio coordinado por un grupo de profesionales y militantes que trabajan juntas desde hace más de 10 años. La cooperativa está formada por Marcela Almiron y Daniela Rodriguez, pedagogas sociales; Ailén Santucho, psicóloga; Adriana Moyano y Victoria Francisetti, sociólogas; Lucía Lietti, profesora de artes visuales; Sabrina Marino, trabajadora social; Carla Capuano, profesora de filosofía y Paola Apellaniz y María Ferreira, estudiantes de Psicología y Trabajo Social respectivamente. La organización de una cooperativa para coordinar los esfuerzos y poder brindar un servicio que está previsto en la ley se muestra como una forma novedosa y sostenible de resolución de problemas colectivos. Por un lado, generarse el propio trabajo, afrontar la crisis de empleo y por otro, dar solución (y forma) a una demanda concreta al sistema de salud por parte de mujeres y disidencias. 

 

Ladrillo por ladrillo 

La posibilidad de mirar la complejidad de la trama comunitaria y las soluciones surgen de sujetos situados. Quienes integran la cooperativa vieron un área de vacancia concreta, sumado a las sujeciones y violencias que implicaba abordar los consumos problemáticos y decidieron trabajar específicamente con mujeres cis y LBTTIQ+.

“Durante el proceso de conformación de la Casa fuimos discutiendo varias veces si recibíamos o no a varones cis” cuenta María Ferreira“En los comienzos, algunos varones participaban porque ya teníamos referencia previa con ellos de nuestro anterior trabajo, pero fue un proceso de discusión pensar el porqué de una exclusividad para mujeres y diversidades. Nos dimos cuenta de que tanto el cuidado del espacio y el propio cuidado entre lxs compañerxs era fundamental. La creación de un espacio seguro y la construcción de esa confianza grupal nos demostró que de ahí no podíamos movernos. Esta decisión y esta situación no implica que todos los varones cis sean violentos, obviamente, pero sí que hay otra ocupación del espacio colectivo”.

La propia práctica y la inercia de las estructuras patriarcales en los ámbitos mixtos que producían la misma desigualdad las llevaron a hacer ese recorte y a empezar el camino de sostenimiento del espacio. En un primer momento lo sostuvieron sin renta y consiguieron que el Centro Cultural «La Comuna»  les cediera su casa a préstamo. Luego comenzaron a buscar financiamiento estatal y encontraron en el Estado Nacional una respuesta concreta y rápida cuando el Sedronar incorporó a la cooperativa dentro del Programa de Casas de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC). Así, Casa Iaku es hoy una de las pocas CAAC que tienen un abordaje específicamente transfeminista. 

Casa Iaku el 8M 2023. Hoy es una de las pocas CAAC que tienen un abordaje específicamente transfeminista.

“Arrancamos con los grupos con los que ya trabajábamos, solo unas horas a la semana. También habíamos arrancado con acompañamientos más individuales y con la práctica fuimos sistematizando la forma de abordaje, de intervención y de acompañamiento.” cuenta Carla Capuano. De esta forma, a medida que las compañeras avanzaban en la profesionalización del espacio, ya sea mediante cursos de administración y formación profesional, más personas recibían y se iban tejiendo nuevas vinculaciones con otras organizaciones y organismos estatales. 

Hoy Casa Iaku está dentro de la Red Territorial Zabaleta 21-24 con el Cesac, el Cemar y el Hospital Muñiz. También articulan con el Hospital Nacional Laura Bonaparte, que está muy cerca de la Casa y con ATAJO, para ofrecer a las compañeras asesoramiento legal. 

Es importante la articulación de “ida y vuelta” en el sentido de que nosotras recurrimos a esas instituciones del Estado, pero también muchas veces nos derivan gente que se acerca a esos espacios y que empezamos a acompañar nosotras. Por ejemplo, se dieron articulaciones con DOVIC, el Centro de Acceso a la Justicia (CAJ), con Justicia Terapéutica que funciona acá, que es un programa de articulación entre Sedronar y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.” cuenta María. “Además articulamos con el PC, Fetraes, Casa Roja de Ammar, que también nos hacen derivación de compañeras y con Marabunta. También del Servicio Jesuita a Migrantes, Comisión Nacional para Refugiados, que nos derivan personas”.

Es frecuente que desde algunos organismos del Estado las contacten para acompañar a compañeras que entraron por el cupo trans: “Es el primer trabajo formal que tienen alguna vez y no hay un acompañamiento más integral y además se dificulta porque a veces el resto del equipo de trabajo no tiene una mínima perspectiva de género.”

 

El abordaje

Casa Iaku es uno de los primeros dispositivos territoriales de atención en consumos problemáticos a mujeres cis y LBTTIQ, un “primer umbral”. Es una disposición comunitaria más cercana que una oficina del Estado que desde los feminismos marcamos como necesarios, espacios que sean receptivos y amorosos. Por ello los CAAC en general y Casa Iaku en particular tienen una eficacia territorial fundamental. 

“Como casa comunitaria somos el primer umbral, el rostro en donde estas compañeras vienen a empezar a trabajar alguna pequeña parte de sus grandes problemáticas. Por ejemplo, la problemática de los consumos en mujeres es a menudo invisibilizada, sobre todo en mujeres cis. En el caso de consumo de pastillas, ellas son expulsadas de los hospitales y por eso existe mucha automedicación y poco registro real y concreto de esos consumos. Es tan fuerte esta invisibilización que al comienzo venían compañeras que estaban atravesando alguna situación de violencia de género y después, cuando comenzaban a abrir su historia, detrás de eso se abría una situación de consumo problemático”.   

Casa Iaku cuenta con un amplio espacio donde se realizan diversos talleres y asesorías y que cada une empieza a sentir como propio.

La salud mental está abordada con centralidad en los grupos terapéuticos donde se trabaja transversalmente y se integra la vida de las personas. De lo que se trata es de que quienes vienen en búsqueda de un tratamiento puedan “atravesar los espacios de grupos terapéuticos, que participen de los distintos talleres que se brindan, que construyan esa predisposición a ser acompañadas y también que podamos acompañar en cuestiones burocráticas como es hacerse un DNI, sacar un subsidio habitacional, programa acompañar, acceder a políticas sociales, etc”. 

Interseccionalidad, transfeminismo y trabajo

El trabajo con la salud mental que llevan a cabo en la casa es de una atención permanente. Lo urgente se cruza con lo cotidiano todo el tiempo. “Estamos 24 horas con el celular. Tenemos contacto cotidiano con ellxs. La forma de acompañamiento de diálogo es como en dos dimensiones. Una que es grupal, que se da desde los grupos terapéuticos, desde los talleres, desde las asambleas donde participa toda la gente que viene a Iaku, y otra de seguimiento individual.”

“Hace más o menos un año que vengo a Casa Iaku. Me acerqué primero por problemas de consumo y como estoy judicializada me dieron una mano con ese tema y también ayuda para salir de una situación de violencia de género con mi pareja. Acá cada día aprendo un poquito más de cómo hacer y ante cualquier problemática que tengo, o algo que no sepa solucionar, levanto el teléfono y cualquiera de las chicas me llama y me dice qué puedo hacer. La verdad es que me aconsejan mucho y es como una segunda casa, una segunda familia para mi.” Natalia, vive en Constitución, CABA.

Casa Iaku aloja la diversidad, que no es solo sexual o de género, también es de países, de edades, trayectorias culturales y  diferentes situaciones económicas. “El abordaje transfeminista no es solo la decisión de quiénes vienen, sino que también le damos esa perspectiva a todo con la comprensión de la complejidad histórica, patriarcal y de justamente todas estas interseccionalidades que hay en la vida de una persona”

Para las compañeras, en esa construcción de lo colectivo y comunitario vive el feminismo práctico y la revalorización de los saberes aprendidos por cada una en su recorrido que puede ayudar a construir una red con el otre.

 

El sueño de un productivo

Por Casa Iaku pasan entre 80 y 100 personas por mes. Muchas van a una primera escucha y luego no vuelven, pero calculan que unas 40 personas transitan el espacio día a día. Como abre de 10 a 16 hs de lunes a jueves, ya que los viernes son días exclusivos para la organización y debate en las prácticas del espacio, se vio imperioso armar un comedor comunitario para las personas que son parte de la comunidad. 

Las compañeras presentaron un proyecto para un subsidio en maquinaria para un taller textil.

No está de más decir que la pobreza es una de las causas estructurales de  muchas de las internaciones. En el 2019 había más de 12.000 personas en instituciones psiquiátricas públicas y privadas y más del 80% de esas personas no tenían criterio clínico para estar allí, sino que eran pobres. Por eso en Casa Iaka la salida laboral de los talleres es clave en el proceso organizativo y la posibilidad de la autonomía de las personas que están ligadas a situaciones de violencia. “Pensamos en talleres artísticos pero también con salida laboral. La idea es poder crecer en eso, que no sea solamente tener la herramienta sino el poder pensar alternativas para, por ejemplo, armar una cooperativa. Entonces, tener una propuesta organizativa laboral sería hermoso”.

En ese proceso están con un proyecto presentado al Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, dentro del programa Producir, para la compra de máquinas para un taller textil. “Ojalá se ilumine el camino… tuvimos una experiencia el año pasado muy buena, que es que vino una asociación civil compañera, también de mujeres, a darnos capacitarnos en sublimado y textil entre otros talleres, y a partir de ahí surgió la idea de pensar en trabajar en esa línea”.

 “Soy Alexei. Soy una mujer trans migrante venezolana y desde el año pasado habito y participo de lo que es Casa Iaku, una casa de acompañamiento donde me siento muy contenta y contenida y donde he podido venir trabajando problemáticas propias. Les invito a todas las personas que deseen participar de esta casa de amor. Serán bienvenides. Les esperamos.”

En ese camino sigue Casa Iaku, tejiendo y conformando una comunidad, una casa de amor.

 

Para contactarse con esta hermosa casa

CASA IAKU – Salud Mental Comunitaria Transfeminista

Cooperativa de trabajo “Y Ahora que sí nos ven”  –Zavaleta 74- Parque Patricios

Para comunicarse: 011 6525-7795

[email protected] / instagram.com/casa_iaku

Además, podés comunicarte para ayudar en la permanente búsqueda de donaciones de alimentos para el comedor.

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