May 22 2025
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A 48 años de la primera ronda de Madres de Plaza de Mayo: las verdaderas vueltas de la vida

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Por Laura Pomilio

Cada 30 de abril las Madres de Plaza de Mayo conmemoran aquella ronda inicial que las aunó para reclamar por la aparición con vida de sus hijos e hijas arrebatados por la dictadura cívico militar y que, casi cinco décadas después, aún mantienen cada jueves ya no solo en reclamo por memoria, verdad y justicia sino por cada derecho vulnerado y contra toda injusticia.

Una vez instaurado el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, decenas de miles de familias atravesaron la búsqueda desesperada para dar con el paradero de sus seres queridos, víctimas del plan represivo que se instaló a través de más de 800 centros clandestinos de detención en todo el país.

En ese contexto, los familiares de personas desaparecidas presentaron recursos de hábeas corpus, recorrieron comisarías, juzgados, cárceles, iglesias y todo tipo de organismos que pudieran darles alguna respuesta.

En ese ir y venir laberíntico por los mismos pasillos de puertas cerradas, las madres se fueron reconociendo. La misma incertidumbre, la misma angustia, el mismo objetivo: encontrar a sus hijos con vida.

Fue entonces que un día de abril de 1977 una de ellas, Azucena Villaflor, tuvo la iniciativa de encontrarse por primera vez en Plaza de Mayo. En aquella primera ronda fueron sólo 14 mujeres pero semana tras semana, se fueron multiplicando.

Desde entonces, cada jueves a las tres y media de la tarde se encontraban en ese punto de encuentro dando vueltas a la Pirámide de Mayo en sentido contrario a las agujas del reloj ante el pedido insistente de los oficiales de que «circulen» y burlando con valentía el Estado de Sitio que prohibía cualquier reunión de dos o más personas en la vía pública.

No sólo fue la Plaza de Mayo: fueron las iglesias, los parques, los cafés y todo lugar donde pudieran bajo distintas estrategias, como juntarse a tejer o festejar un cumpleaños, camuflar el verdadero motivo que impulsaba esas reuniones.

Como aquella primera asamblea que llevaron a cabo 60 Madres en plena dictadura el 24 de septiembre de 1977 en el Parque Pereyra Iraola con la excusa de estar despidiendo a la mayor de ellas que se jubilaba.

Dos semanas después, el 7 de octubre, las Madres participaron de la peregrinación a Luján -una de las pocas actividades masivas permitidas- y para identificarse entre la multitud usaron por primera vez un pañal de tela blanco que todas guardaban de sus hijos sobre sus cabezas para no desatárselo nunca más.

En diciembre de ese mismo año se produjo el secuestro de los 12 de la Iglesia de la Santa Cruz, operativo de la Armada facilitado por la infiltración del genocida Alfredo Astiz en el grupo de las Madres con foco en aquella parroquia del barrio de San Cristóbal donde se juntaron para recaudar fondos para la solicitada que saldría publicada en el diario La Nación el día 10 y que bregaba: «Por una navidad en paz: sólo pedimos la verdad».

Entre las víctimas de ese operativo fueron secuestradas, llevadas a las ESMA y luego lanzadas al mar desde uno de los vuelos de la muerte tres madres: Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga.

«Me sigue impactando pensar que al jueves siguiente de que secuestraran a sus compañeras, a pesar del miedo que les debe haber generado y con mucho dolor, las Madres fueron a la Plaza, se agarraron del brazo y caminaron”, reflexionó en diálogo con La Patriada Web Mabel Careaga, una de las hijas de Esther.

Nada las detuvo. Las amenazaron, las tildaron de «locas», fueron vigiladas de cerca, tuvieron los teléfonos intervenidos, más de una vez flas detuvieron en comisarías por marchar pero ellas siguieron caminando, organizadas, juntas.

«El miedo, como decía Hebe de Bonafini, es una cárcel sin rejas. Si uno se deja vencer por el miedo, se paraliza y las consecuencias sobre el cuerpo, luego, son importantes. Al miedo se lo vence accionando y en ese sentido el apoyo con otras madres con las que nos reuníamos, y charlábamos, fue fundamental para llevar adelante esa tristeza infinita que teníamos”, dijo a este medio Irene Molinari, referente de la filial de Mar del Plata de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

Sin teléfono celulares ni redes sociales, a pesar de la censura y el terror que se intentó instalar, con el correr del tiempo los familiares y madres se iban enterando de la existencia de otros grupos y actividades que se estaban llevando a cabo para encontrar a sus seres queridos desaparecidos.

Molinari contó como los integrantes del grupo de Madres de Mar del Plata se iba turnando para viajar una vez al mes y visitar otros organismos, para conocer qué se estaba haciendo, obtener más información y estar conectadas para colaborar desde su distrito. Uno de los hechos que permitió empezar a vislumbrar la magnitud de lo que estaba sucediendo y la responsabilidad estatal sobre las desapariciones, fue la visita en septiembre de 1979 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que recibió miles de denuncias de familiares que se acercaron desde distintos puntos del país.

Foto: Sofía Genovese – ANCCOM

«Nosotros viajamos a Capital, vimos la cantidad de gente, las colas que había, cuadras y cuadras de personas que venían a denunciar el secuestro de sus familiares. Ahí me di cuenta de la magnitud de lo que estaba pasando y sentí por primera vez que ya no iba poder encontrar a mi marido», recordó Molinari.

En diciembre de 1981, las Madres alumbraron un nuevo espacio de lucha: la primera Marcha de la Resistencia. Desde las 15 horas del 9 de diciembre y durante 24 horas marcharon en Plaza de Mayo bajo la consigna «Aparición con vida», que sería la primogénita de las que anualmente vendrían después.

«La lucha no la dejamos nunca. La experiencia de Madres es única en el mundo. Hubo dictaduras que desaparecieron personas prácticamente en todos los países de Latinoamérica, pero en ningún país hubo un grupo de mujeres que salieran así a la calle”, expresó la titular de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, Carmen Arias, a La Patriada Web.

Foto: Somos Télam.

Carmen, junto a su mamá María Consuelo, se unió a las Madres y participó activamente en la organización tras la desaparición de su hermano menor, Ángel, el 17 de mayo de 1977.

Si bien Carmen no tuvo hijos, abrazó desde un primer momento uno de los grandes valores que sembraron las Madres de Plaza de Mayo que fue y es el de socializar la maternidad, no luchar sólo por el hijo propio sino por el de todas y por cada uno de los 30.000.

Hay algo que Carmen atesora en su memoria y es cuando una de las últimas veces que vio a su hermano con vida le expresó que lamentaba tener 35 años y aún no ser madre. Su respuesta aún resuena en sus oídos: «Flaca, más importante que parir un hijo es sentirse madre de todos los hijos del mundo».

«El mejor premio de mi vida fue cuando Hebe me dio el pañuelo de las Madres yendo a Luján para el 40° aniversario de la primera vez que lo habían usado y me dijo que siempre lo usara con ellas. Siento que entre mi hermano, Hebe y las Madres, me hicieron madre”, afirmó Carmen con la mirada iluminada.

Tras 48 años de lucha ininterrumpida, las Madres van partiendo o como ellas mismas dicen «cambian de casa». Este 30 de abril será el primero sin la presencia física de Norita Cortiñas, Mirta Acuña de Baravalle, Laura Jordán de Conte, Herenia Sánchez Viamonte y Otilia Acuña.

Una gran amiga de Norita, Karina Díaz, quien la acompañó de cerca durante sus últimos 10 años, la describió como una mujer «justa, alegre, observadora pero, sobre todo, generosa y solidaria».

«Norita nos dejó como legado la lucha colectiva, en las calles, el luchar aún en las peores circunstancias con alegría, porque como solía decir ‘eso es lo que no pueden quitarnos y les molesta’», remarcó Díaz a La Patriada Web.

En ese sentido, Mabel Careaga sostuvo que las Madres de Plaza de Mayo «son la reserva ética de nuestra sociedad», y subrayó: «Cuando ya no estén físicamente, todos y todas nos vamos a tener que poner los pañuelos en la cabeza para mantener viva su lucha».

«Si mi mamá estuviera con vida hoy creo que nos alentaría a tener la misma audacia, inteligencia y capacidad de innovar que tuvieron las Madres para buscar nuevas formas de hacerle frente a las injusticias», agregó.

Madres

Para conmemorar este nuevo aniversario de lucha habrá distintas actividades. La Asociación Madres de Plaza de Mayo bajo la consigna «48 años de amor y coraje, la lucha es para siempre» hará una actividad el miércoles en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi) a partir de las 19, donde también celebrarán los 17 años del centro cultural, los 20 años de la radio de las Madres y los 25 de la Universidad Nacional.

En tanto, Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora decidió posponer su acto  por la convocatoria de movilización de las centrales de trabajadores de este miércoles. Lo llevará a cabo el 6 de mayo, a las 17, en la Casa Nuestros Hijos la Vida y la Esperanza con la participación de distintos oradores.

Como dice siempre la querida Taty Almeida, la única lucha que se pierde es la que se abandona y si algo nunca hicieron las Madres fue abandonar los sueños de sus hijos y la esperanza que junto a ellos siempre enaltecieron: la de una vida más justa y mejor para todos.

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