Por Milagros Loustau
Cada nuevo convenio implica el cumplimiento de compromisos que no solo impactan el presente del país, sino también en los futuros gobiernos y generaciones.
Las conversaciones entre el gobierno de Javier Milei y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que derivarían en el inminente anuncio de un acuerdo, traen consigo una serie de interrogantes que se repiten cada vez que el país debe encarar con el organismo multilateral un nuevo convenio: ¿está Argentina atrapada en un ciclo de renegociaciones sin fin?
Cada nuevo acuerdo implica el cumplimiento de compromisos que no solo impactan el presente del país, sino también en los futuros gobiernos.
¿Cuándo terminará de pagarse la deuda tomada en 2018 por el gobierno de Mauricio Macri con el FMI que hoy asciende a USD 44.000 millones?
Más allá de los acuerdos de corto plazo, la cuestión de fondo sigue siendo si Argentina puede superar el modelo de dependencia financiera y desarrollar una política económica sostenible a largo plazo y adaptada a las necesidades del país.
Un nuevo crédito con objetivos definidos
Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, negocian con el Fondo un nuevo préstamo por USD 11.000 millones con el objetivo de cancelar parte de la deuda que Argentina tiene con el organismo de crédito y sanear las cuentas del Banco Central (BCRA). Sin embargo, los compromisos con el organismo continúan siendo elevados: solo en 2025 se estima que los intereses a pagarle al FMI rondarán los USD 2.600 millones.
A diferencia de otras fuentes de financiamiento, el FMI tiene una tasa de interés más alta, por lo que es difícil de refinanciar y exige el pago en divisas con condicionalidades estrictas como un ajuste fiscal, la flexibilización del tipo de cambio y reformas laborales, entre otras.
En este sentido, el gobierno de Milei ya viene cumpliendo positivamente las revisiones del organismo con relación a las cuentas públicas, el orden macroeconómico y el ajuste fiscal. En otras palabras, la administración de La Libertad Avanza estaría reemplazando deuda intra sector público por una mayor mora externa con un organismo internacional.
En este punto no se puede obviar el rol de Estados Unidos dentro del FMI, dado que posee poder de veto en su directorio y puede influir para que el acuerdo sea favorable.
Cambio de postura
El pedido de un nuevo préstamo hecho por el Gobierno también genera interrogantes sobre la postura de Milei, quien como diputado nacional había votado en contra del acuerdo de renegociación alcanzado durante la presidencia de Alberto Fernández.
En marzo de 2022, sentado en su banca de legislador en el Congreso Nacional, Milei afirmó: «La deuda son impuestos futuros que pagarán personas que no votan, nuestros hijos, nuestros nietos. La fiesta de la generación presente se la están cargando en el bolsillo de aquellos que todavía ni siquiera nacieron».
Sin embargo, en una reciente entrevista con la agencia de noticias Bloomberg, Milei justificó la solicitud de nuevos fondos argumentando que permitirán «recomponer las cuentas del Banco Central y acelerar la salida del cepo cambiario«. Según el Gobierno, cuanto más financiamiento se obtenga, más rápido será la eliminación de las restricciones en el mercado de cambios.
Milei sostiene que los fondos no aumentarán la deuda total, porque se destinarán a cancelar compromisos del BCRA, fortaleciendo su balance y contribuyendo a reducir la inflación. Sin embargo, esto también implica un traspaso de deuda del sector público interno hacia un organismo internacional.
¿Cuál es la postura del FMI?
Al parecer, el FMI estaría dispuesto a otorgar otro préstamo a Argentina, su principal acreedor. En 2018, el organismo aprobó el mayor acuerdo de la historia con el país por más de USD 44.000 millones. Su objetivo era estabilizar el tipo de cambio, controlar la inflación y sentar las bases para un crecimiento sostenible. Sin embargo, los resultados fueron adversos: mayor inflación, volatilidad cambiaria, pérdida del poder adquisitivo y aumento de la pobreza.
Este nuevo posible acuerdo con el Fondo reaviva el debate sobre el rol que éste cumple en los procesos de endeudamiento. ¿Las condicionalidades impuestas limitaron la viabilidad del programa? ¿Fue el Fondo también responsable del fracaso de la estrategia económica?
El acuerdo de 2018 se ha convertido en un ejemplo de los riesgos asociados a programas de financiamiento internacional que no consideran adecuadamente las condiciones estructurales de los países prestatarios. Por ejemplo, la liberalización de los flujos de capital y el ajuste fiscal profundizaron la crisis económica y social en Argentina.
La experiencia argentina con el FMI muestra que la influencia del organismo va más allá de su rol como prestamista: también la tiene en su capacidad para moldear las políticas económicas de los países que acuden a él en busca de financiamiento.
En el caso de Milei, se prevé que el foco del acuerdo esté en la eliminación del cepo cambiario y una mayor flexibilización cambiaria. Las negociaciones parecen cerradas, aunque quedan detalles por definir respecto a las condicionalidades del convenio y los tiempos y montos de los desembolsos. Esto último podría estar retrasando el anuncio oficial.
Un modelo en discusión
A medida que avanzan las negociaciones, persisten las preguntas sobre las ventajas de poner en práctica un modelo de desarrollo basado en el endeudamiento y la dependencia de capitales internacionales. ¿Deben los gobiernos seguir recurriendo a estos programas a pesar de sus costos sociales y económicos? ¿Existen alternativas viables para reducir la dependencia del endeudamiento externo? Las respuestas no solo definirán el futuro económico de Argentina, sino también su capacidad para diseñar políticas autónomas que promuevan un crecimiento sostenible y equitativo a largo plazo.