A nivel mundial, la situación se encuentra en su peor momento por la economía de los medios, afirmó un documento de Reporteros Sin Fronteras (RSF).
Argentina, bajo el mando de Javier Milei, prosigue su caída en la calificación sobre la libertad de prensa en el mundo publicado este viernes por la organización Reporteros sin Fronteras (RSF), que desde 2002 elabora un índice global.
En América Latina, el peor país en cuanto a la libertad de prensa es Nicaragua (172), donde el régimen de Daniel Ortega «erradicó la prensa independiente», destacó RSF.
Cuba, en tanto, ocupa el lugar 165, Venezuela el 160 y Honduras el 142. México figura en el puesto 124, mientras que Colombia aparece en el 119. El país latinoamericano mejor situado es Costa Rica (36), que aún así cayó diez posiciones.
Brasil, por su parte, figura en el 63, con lo que recupera 47 posiciones en dos años tras la salida del poder de Jair Bolsonaro.
«Argentina prosigue su caída en la calificación hasta el puesto 87 (cae 47 posiciones en dos años)», concluyó el informe.

En su informe anual sobre la libertad de prensa, RSF alertó de que «por primera vez en la historia» del ranking, «la situación de la libertad de prensa se vuelve ‘difícil’ a nivel mundial», publicó la agencia de noticias española EFE.
En ese sentido, mencionó el documento que la libertad de prensa en todo el mundo vive su peor momento, entre otros motivos, por la mala situación económica de los medios, que pone en peligro su supervivencia y amenaza la integridad de su trabajo.
Los medios de comunicación, agregó RSF, «se encuentran atrapados entre la garantía de su independencia y su supervivencia financiera», añadió.
Reporteros aseguró que la coyuntura económica afectó aún más una situación de los medios «ya de por sí maltrecha» por un mercado publicitario controlado por Google, Apple, Meta, Amazon y Microsoft, que en 2024 captaron ingresos publicitarios en sus plataformas sociales «mayoritariamente no reguladas» por USD 247.300 millones, un 14 % más que en 2023.
«Sin independencia económica, no hay prensa libre. Cuando los medios de comunicación son económicamente frágiles, se ven arrastrados a la carrera por la audiencia a costa de la calidad y pueden convertirse en presa de oligarcas o de responsables políticos que los instrumentalizan», señala en el documento Anne Bocandé, directora editorial de RSF.