Jujuy demostró que hay energía social disponible pero talla una vacancia en el liderazgo que la exprese y la represente o la conducción política que la pueda expresar. La temporalidad del territorio no siempre se ajusta al calendario electoral. | Por Cynthia García y Pablo Dipierri
Juntos por el Cambio se aglutinó en defensa de la represión en Jujuy. La narrativa criminal desembozada es, indiscutiblemente, la lengua de la derecha y los palos, las balas y la sangre, su plataforma de campaña. El programa político del macrismo y el radicalismo está a la vista de todos: la aniquilación de los núcleos organizativos del pueblo que se nieguen a vivir en la desposesión y la miseria.
El turismo policial con que las cámaras de televisión de los medios masivos convidaron a sus audiencias durante el fin de semana consolidó las posiciones de Gerardo Morales al interior de la alianza opositora. Lejos de llegar con el auto rayado a la definición de las fórmulas electorales, su figura se recorta fortalecida, aupada incluso por precandidatos que compiten contra él. Perseguir y encarcelar garpan y ya no lo ocultan en esa coalición.
De modo que es muy probable que los cambiemitas se sumerjan en una carrera para ver quién es más feroz contra los trabajadores que resisten, los indios que se movilizan, los pobres que sobreviven como pueden. Y al mismo tiempo, apuntarán al unísono contra lo que suponen es la representación más cabal de esos actores postergados: el kirchnerismo.
Esa operación ideológica obliga al oficialismo a un diseño quirúrgico que, por falta de tiempo, merma en la muñeca política y la conducción y erosión en la comprensión de todas las fracciones intestinas, tal vez no se suture correctamente. Mezquindades y narcisismos conspiran a esta hora, como conspiraron durante estos tres años y medio, en las tribus peronistas. La timba de nombres, el encargo de encuestas para tomar algunas decisiones, la apelación a la Justicia Electoral de un lado y los comunicados de prensa expresando indignación del otro rebajan el nivel de la discusión y no favorecen al elenco que pretende expresar a los que luchan.
Faltan pocas horas para que se definan las cosas y no hay más remedio contra la angustia y la ansiedad políticas que la serenidad. Y contra los disgustos o heridas que deje el armado de las boletas, más vale aprender algunas lecciones del Jujeñazo: la temporalidad del territorio no se detiene ni se sincroniza con los calendarios electorales.
Es decir, el pueblo jujeño enseña que hay energía social disponible para pelear por la transformación de las condiciones de vida y que hay una vacancia en el liderazgo que pueda encauzarla, capitalizarla y convertirla en potencia política para instituir una nueva etapa. El porvenir quizá no se escriba solamente con lo que se escrute en las urnas sino con lo que late en la Argentina profunda, esa que despertó en la puna, las yungas y las salinas. Lo que viene habla un lenguaje que el PJ en ninguno de sus niveles y estamentos comprende aún. Lo que viene habrá que descifrarlo en la calle.