Feb 18 2025
Feb 18 2025

La Argentina simbólica

Publicado el

“¿Qué otra cosa son los individuos de un gobierno, que los agentes de negocios de la sociedad, para arreglarlos y dirigirlos del modo que conforme al interés público?”.
Manuel Belgrano, 1770-1820.

Por Micaela Pittaluga

Es imprescindible conocer la historia, no para “no repetir los errores del pasado” como dice ese viejo y anticuado dicho, sino para revalorizar fechas patrias que se reducen a feriados y reflexionar en torno a los lazos simbólicos que nutren la vida de una comunidad política, en un contexto eleccionario donde se busca constantemente la alusión a símbolos y formas que identifican al pueblo.

Con perfil bajo, sin experiencia militar ni un discurso carismático, Manuel Belgrano supo crear un proyecto de Nación independiente de cualquier otra del mundo, alentando el desarrollo de la educación, las industrias y las artes del país. Poco respetado por muchos de los militares con formación de la época, Belgrano tuvo la desobediencia que la Argentina colonial necesitaba  con acciones determinantes que definieron el futuro de gran parte del territorio y el ser nacional.

Creó la Bandera para identificar al ejército patrio, para darle identidad a una escuadra que tenía como finalidad liberar al país. Así, la insignia se convirtió en símbolo por excelencia de la identidad colectiva, adoptando a lo largo de la historia distintas acepciones.

En la más sangrienta dictadura que le ha tocado vivir al país, la Bandera fue testigo de los más terribles crímenes de lesa humanidad, ondeando en la altura de los más importantes mástiles.

Pero también ha sido testigo del regreso a la democracia en 1983, con la lucha que encarnaron las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo que buscan a sus familiares desaparecidos, y muchos otros acontecimientos en la vida del día a día de cada ciudadano y ciudadana, tal como lo es la clásica jura a la bandera en cuarto grado o el apasionante fervor futbolero de las tribunas.

La Bandera es un símbolo patrio que excede a su realidad material. Ha transitado, y transitará, todos los estadíos de la Nación. En ella se pueden ver las más tristes decepciones, y los más álgidos momentos, pero no ha de permitirse un uso perverso. Las figuras emergentes, ya hechas realidad, de la ultraderecha se trepan a un ‘patriotismo’ e ‘identificación’ con lo nacional, cuando lejos están de siquiera esbozar una idea que atraviese las necesidades de los y las argentinas. ¿Genuinamente alguien cree que la solución al problema de la inseguridad es la implementación de las pistolas Taser? ¿O que tal vez la pobreza infantil se achique con la tala árboles en veredas aleatorias de la Ciudad? ¿Acaso el castigo a los y las docentes que luchan por sus derechos remite a la construcción del sistema educativo que aquellos próceres, a los que tanto eluden estos dirigentes políticos, soñaron?

Cada día es una lucha, pero nadie se salva solo, y las recetas mágicas aún no existen. Hoy, los argentinos y argentinas tienen que pelear por su bienestar, tal y como ocurrió en aquellos tiempos de liberación del orden colonial. El ‘enemigo’ podrá tener otro nombre, pero embate con la misma fuerza que en aquel entonces.

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