Por Camil Straschnoy
La decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de proclamar un triunfo del chavismo con el 51,2% de los votos desencadenó una nueva ola de protestas
La crisis en Venezuela tras las elecciones es de una gravedad tal que resulta muy difícil proyectar cómo continuará la situación, mientras que fronteras afuera las posturas contrapuestas que oscilan entre reconocer una victoria de Nicolás Maduro y desconocer esa reelección, con posicionamientos intermedios, hacen prever una implosión política en una América Latina ya fragmentada.
La decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de proclamar un triunfo del chavismo con el 51,2% de los votos desencadenó una nueva ola de protestas: por un lado, la oposición denunció “fraude” y las marchas se apoderaron de las calles, y por el otro, el oficialismo habló de un “golpe de Estado” y reforzó la presencia policial.
La ONG Foro Penal estimó en su último balance que al menos 11 personas murieron y 711 fueron detenidas por la Policía y la Guardia Nacional Bolivariana. Por su parte, Maduro culpó de la violencia a su rival en las urnas Edmundo González Urrutia y a la líder opositora María Corina Machado, vetada de presentar su candidatura, y justificó los arrestos de manifestantes “criminales y terroristas”.
“El 29 (día después de las elecciones) el país amaneció en pleno silencio, pero con el paso de las horas la gente se sacudió del duelo y salió a la calle a protestar masivamente en ciudades y barrios donde otrora no se protestaba”, describió a La Patriada Web Illich Sánchez, profesor de Filosofía y Sociología en la Universidad Pedagógica Experimenal Libertador de Venezuela.
Esas manifestaciones, según contó el académico que vive en la ciudad de Maracay, fueron reprimidas por las fuerzas oficiales y posteriormente por “grupos paramilitares de choque del Estado, que aquí en Venezuela se los llaman colectivos, que no son más que hampones que trabajan tarifados por el Gobierno”.
Para Sánchez, jefe del área socio-filosófica de la casa de estudios en la que imparte clases, no hay duda que hubo “fraude”: “Desde el día anterior a la elección la gente se apersonó en los centros de votación y lo que ocurrió fue hermoso e inédito porque aquí jamás habían votado tantas personas”.
El conteo de la oposición, basado en los resultados en mesas testigo, le da a ese sector un triunfo por el 67%, pero lo cierto es que el estado de incertidumbre y tensión aumenta por la ausencia de las actas oficiales de los comicios. Maduro dijo que está preparado para publicarlas, aunque es muy probable que todo vaya a estar teñido de dudas.
Sobre todo porque el Centro Carter, único ente de observación habilitado por el CNE en medio de una prohibición masiva de otros veedores, concluyó el proceso “no cumplió con los estándares internacionales de integridad electoral y no puede considerarse democrático”.
La disímil reacción de la región
Estados Unidos reconoció ayer a la oposición como ganadora. “Dada la abrumadora evidencia, está claro que Edmundo González Urrutia obtuvo el mayor número de votos” señaló el Departamento de Estado en un comunicado en el que llamó a “iniciar conversaciones para una transición respetuosa y pacífica”.
No sería sorpresivo que la contundencia de esta postura de Washington provoque declaraciones similares en países como Argentina, en el marco del enfrentamiento abierto entre Maduro y Javier Milei que pasó de una guerra de palabras a la distancia a una tensión real en la embajada en Caracas, refugio de asilados políticos.
Siempre he dialogado, si el gobierno de los EE. UU. está dispuesto a respetar la soberanía y dejar de amenazar a #Venezuela podemos retomar el #Diálogo pero con base en un punto único: «Cumplimiento de Qatar». Esta es el acta de aquella negociación. pic.twitter.com/VatCK7fD8b
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) August 1, 2024
Los diplomáticos argentinos de esa sede, custodiada ahora por Brasil, fueron expulsados, acusados por el Gobierno venezolano de “acciones injerencistas”. Misma situación tomada con los representantes de Uruguay, Ecuador y Paraguay, entre otros gobiernos, que exigieron “transparencia” en el conteo de votos en un comunicado emitido poco después de los comicios. La medida también alcanzó a Chile, que no fue firmante del texto, pero sí se pronunció en el mismo sentido a través de su presidente Gabriel Boric.
Por el contrario, los aliados más férreos del chavismo como Cuba, Bolivia, Nicaragua y Honduras en la región, China, Rusia e Irán en otras latitudes, saludaron la reelección de Maduro para un tercer mandato.
En el medio quedaron países como Brasil, Colombia y México, que en un comunicado conjunto llamaron a “avanzar de forma expedita en dar a conocer los datos desglosados por mesa de votación” y a “resolver las controversias por la vía institucional”, sin mencionar ni pronunciarse a favor o en contra de ninguno de los candidatos.
“Tácitamente, al hacerlo, censuran el apresuramiento y la poca transparencia de la proclamación de Maduro, pero explícitamente no lo hacen, dando una oportunidad al régimen de comprometerse en una salida no violenta”, explicó a La Patriada Web Eduardo González, sociólogo peruano y experto en justicia transicional.
“Esto se puede leer de distintas maneras, pero, en mi opinión, se trata de un incentivo al debate interno en el régimen para ofrecer vías de salida mínimamente honorables y seguras. Si responde negativamente, maltrata a estos países y se aísla más. O bien, como parece estar ocurriendo, intenta una acción a través de tribunales que controla, a ver si eso satisface a los países que han adoptado la posición más prudente”, manifestó.
Esta fragmentación regional quedó graficada en la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA). Allí se rechazó una resolución para exigir “transparencia” sobre las elecciones al no alcanzarse la mayoría absoluta de los Estados miembro: fueron 17 votos a favor, ninguno en contra, 11 abstenciones (entre ellas Brasil y Colombia) y cinco ausentes (entre ellos México y Venezuela).
La situación “agudizará la división en nuestra región, pero, más allá de la tensión política, hay que pensar en las consecuencias sociales y humanitarias: todos los países estarán pensando sin duda en la población refugiada, millones de venezolanos que enfrentan situaciones de desprotección y xenofobia, a los que se pueden sumar aún más migrantes forzados, que busquen hacer la riesgosa ruta hacia los Estados Unidos”, analizó González.
Una crisis sin solución a la vista
Venezuela es un país en el que las crisis institucionales se repiten, especialmente desde la muerte de Hugo Chávez en 2013. Pero para muchos venezolanos, como para Sánchez, la situación actual es distinta, aunque no tengan en claro cómo serán los próximos días: “Estamos en un estatus de total incertidumbre. El Gobierno sigue manteniendo el poder, pero considero que está muy debilitado en contraposición a otros momentos”.
“Maduro enfrenta la pregunta que muchos regímenes autoritarios se han hecho antes: pagar el costo político de aferrarse al poder, o encontrar una salida política que reduzca los costos para sus integrantes (por ejemplo, evitando consecuencias judiciales por actos cometidos durante el ejercicio del poder)”, opinó por su parte González, con amplia experiencia en temas de derechos humanos en América Latina y otras partes del mundo,
“Por ahora, parecen aceptar el costo que implica volver a un aislamiento internacional que habían empezado a reducir, en virtud a un relanzamiento de las conversaciones con Estados Unidos. Pero el costo no es solo internacional, sino también nacional: el gobierno debe aceptar el costo de reprimir a la ciudadanía que protesta, que -a diferencia de oleadas de protesta previas- ahora viene en muchos casos de las antiguas bases sociales del chavismo”, agregó.
“La situación es impredecible, pero es claro que no parece resoluble por la vía estrictamente institucional, sino que se ha llegado -una vez más, como en otros momentos- a un escenario estrictamente decisional: las partes aceptan el reto de medir fuerzas en la calle, lo que tiene un costo social y humano masivo y muy superior al de una resolución política y diplomática”, indicó.