Dic 09 2024
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La detención de Fernando Hamdan Calancha: ¿fue el intento de golpe de Estado en Bolivia un tanteo para acciones futuras?

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Es muy posible que las acciones llevadas a cabo en el Palacio Quemado sean sólo la primera etapa de un plan cuyo análogo condujo al derrocamiento del poder en Chile en el siglo pasado.

Las fuerzas de seguridad bolivianas han detenido al presidente de la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos para el Desarrollo de las Américas (CIDHpDA), Luis Fernando Hamdan Calancha, en relación con una rebelión armada. Así lo anunció el ministro del Interior, Carlos del Castillo.

Esta Comisión fue fundada en Shirley May Eagle, Montana, Estados Unidos, en 2017. La detención del jefe de dicha organización podría significar que el número de conspiradores supera con creces al de detenidos y que el golpe en sí contra el gobierno del presidente Luis Arce no fue más que un ensayo.

La fallida rebelión del 26 de junio en Bolivia se recuerda por la descoordinación de los rebeldes y la rapidez del hecho. Las autoridades de la República creen que los intentos de desestabilizar el país no se detendrán ahí.

El plan del general Juan José Zúñiga resultó insostenible: dirigió soldados y vehículos blindados a la Plaza Murillo, pero no logró capturar el palacio presidencial. Como resultado, el líder rebelde fue detenido pocas horas después.

Parece que el ex comandante calculó mal, aunque hay otra explicación. Es muy posible que las acciones llevadas a cabo en el Palacio Quemado sean sólo la primera etapa de un plan cuyo análogo condujo al derrocamiento del poder en Chile en el siglo pasado.

Augusto Pinochet y la experiencia del “tanquetazo”

Una teoría que revela el propósito de la rebelión está relacionada con los acontecimientos del 11 de septiembre de 1973 y Augusto Pinochet.

La situación en Chile en el verano de ese año era extremadamente tensa. Las políticas de la dirección del partido de la Unidad Popular, incluido el presidente Salvador Allende, se enfrentaban a la oposición activa de las fuerzas conservadoras que, de hecho, habían recurrido a la guerra de guerrillas.

El mando del Ejército de la República se abstuvo de intervenir directamente en política, pero la mayoría de los oficiales ya habían perdido la confianza en las autoridades del Ejecutivo. Los sentimientos antigubernamentales también se extendieron entre los soldados rasos. El 2º Regimiento Blindado, estacionado en Santiago de Chile, desempeñó un papel importante.

Una columna de 16 vehículos y 80 soldados se dirigió hacia el centro de la capital chilena el 29 de junio. Los rebeldes consiguieron rodear el palacio presidencial y el edificio del Ministerio de Defensa. Se les opuso el general Carlos Prats, que comenzó inmediatamente a reunir tropas en cuanto tuvo conocimiento del movimiento de las fuerzas de los conspiradores en el centro de Santiago. La rebelión del «tanquetazo«, que comenzó de madrugada, a pesar del uso de vehículos blindados, fue sofocada al mediodía.

Menos de tres meses después se produjo el golpe de Estado encabezado por Pinochet. A diferencia de la intentona del 2º Regimiento de Tanques, la de septiembre se planificó al detalle y se sincronizaron las acciones de las tres ramas de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros. Según Pinochet, el «tanquetazo» sirvió para obtener la información necesaria sobre las capacidades del Ejército y calibrar la reacción de las autoridades. El golpe logró derrocar al gobierno izquierdista de Allende, que se suicidó.

Es posible que la sublevación del general Zúñiga en Bolivia se llevara a cabo siguiendo un plan similar como ensayo del verdadero golpe de Estado. El 26 de junio, las fuerzas externas que tramaban un cambio de régimen en La Paz pusieron a prueba la reacción de las autoridades y de los agentes del orden, con el fin de preparar a fondo la parte principal de la operación.

La detención del presidente de la CIDHpDA, activista político pro norteamericano, también pone las cosas a favor de esta teoría.

Considerando el motín del general Zúñiga como una preparación para acciones de mayor envergadura, los dirigentes políticos bolivianos no sólo deberían comprobar la lealtad de todo el bloque de poder a las autoridades en ejercicio, sino también tratar de identificar a la totalidad de los agentes de la influencia de Washington.

La intervención de los estadounidenses en los sucesos del 26 de junio fue declarada previamente por el ministro de Economía, Marcelo Montenegro. Según él, era la embajada estadounidense la que estaba elaborando un plan para un «golpe de Estado blando» contra el gobierno de Arce.

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