“¿Usted cree que realmente que el gobierno nacional no quiere a los chicos en las aulas?”, preguntó La Patriada a la ministra de Educación porteña, María Soledad Acuña. La respuesta de la funcionaria fue: “Sí, yo creo que el presidente Alberto Fernández no ha dado ninguna muestra que la educación sea una prioridad para su mandato”.
Esa misma mañana, desde el entorno del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, confiaron a este medio que según su visión no concurrirían a ningún diálogo político, pues “siempre nos destrataron, desde hace 15 años. Temas como la coparticipación es un ejemplo, nunca nos consultaron nada y ahora nos piden que apoyemos…”. Aseguró que Larreta llamó a Fernández la noche misma del atentado. Pero, al mismo tiempo, el intendente porteño aseguró que con el kirchnerismo no se sentaría a dialogar.
Desde el PRO dedican al 25% o 30% que representa hoy el peronismo descalificaciones constantes, trazando una raya cada vez más fuerte entre “ellos o nosotros”, como escribió el diputado Ricardo López Murphy. El jueves recurrió a un tratamiento similar al calificar de “miserables” a aquellos legisladores y legisladoras que se definieron por la continuidad de impuestos para financiar al Estado. Así es muy difícil.
Una nueva iniciativa
La complejidad de la situación alcanzada queda demostrada por los intentos que realiza la propia Cristina Fernández de Kirchner. El senador Oscar Parrili terminó de confirmar oficialmente que la Vicepresidenta quiere sentarse con el expresidente. “No es descartable que se junte a hablar con Macri” y “nunca puso un límite” fueron sus expresiones.
El ex mandatario, en recorrida por la localidad de Junín, fue consultado sobre la posibilidad de llevar adelante el encuentro. “Con la Constitución sobre la mesa, sí”, respondió a un medio local.
Esta declaración atraviesa varios ejes, uno de ellos ligado al tratamiento de corrupta que habitualmente le brinda Macri a Cristina. También, el ataque que, según el dirigente del PRO, realiza habitualmente a la Justicia y el descalabro económico provocado por el populismo, siempre según sus palabras. Junto a ello la necesidad de realizar en menos tiempo y más drásticamente aquellos cambios que no alcanzaron a realizar entre 2015 y 2019.
Lo que pondrían en juego una y otro en un encuentro de esas circunstancias sería significativo. La titular del Senado desde hace tiempo propone un diálogo para salir de las crisis económicas recurrentes. En varias de sus últimas intervenciones, señaló la necesidad de escapar del péndulo que atraviesa la Argentina desde 1983, cuando finalizó la última dictadura militar. A ello se le adicionó la violencia verbal que fue tomando vuelo para culminar con varias acciones de choque y el atentado de magnicidio.
En ambos casos el “rechazo” de buena parte de sus seguidores sería la respuesta más inmediata al choque de los dos planetas. En ambos universos, el otro es visto como un enemigo, pero al día de hoy, quizás, solo quizás, en el kirchnerista sea un poco menos rechazado por el impulso que le da su líder.
Límites al consenso
En un despacho de Casa Rosada, café de por medio, este cronista consultó a un asesor si veía posibilidad de avanzar con el diálogo. La viabilidad de que avance encuentra escollos difíciles de dilucidar. “¿Te imaginás que digan ‘nos equivocamos,?”, interpela desde su escritorio el funcionario. “¿Quiénes podrían ser el Cafiero (Antonio) y quiénes no?”, vuelve a preguntarse.
“Tiene que haber un límite para esa convocatoria y ese debe ser en base a quien haya o no repudiado el intento de asesinato”, indicó. Y ese límite debería ser objetivo.
Es público que solamente Patricia Bullrich y Javier MIlei fueron los únicos que no lo hicieron, a pesar que desde el sector amarillo salgan a defenderla. Así lo indicó el Ministro de Gobierno porteño, Jorge Macri, a La Patriada esta semana: “no lo hizo en un tweet, pero lo manifestó después varias veces”. A confesión de parte, relevo de prueba.
No quedó registrada esa solidaridad en ningún lado, como sí lo hizo el propio ex Intendente de Vicente López.
Algunas hipótesis sostienen que Antonio Cafiero no pudo ganar las elecciones presidenciales frente a Carlos Menem en 1989 por haber acompañado en el balcón de Casa Rosada a Raúl Alfonsín en la Semana Santa de 1987. Sin embargo, ese mismo año ganó las elecciones en la Provincia y fue gobernador hasta 1991, recordó el funcionario.
Las huellas que vos dejaís
¿Hay posibilidad de dejar de lado el pasado? El miércoles pasado, el jefe de Gabinete trató a lo largo de su discurso de 1 hora y 20 minutos de no traer a colación el gobierno de Macri y comparar números con la misma gestión del Frente de Todos. Finalmente tuvo que acudir a esa herramienta porque el capo de la bancada del PRO, Cristian Ritondo, cuestionó al gobierno peronista por estar negociando con el FMI. “Ustedes nos llevaron ahí de nuevo”; “fuimos a la Casa de Satanás porque ustedes se quedaron sin financiamiento”, sentenció el jefe de ministros.
Cada rincón que se pisa del Estado está sembrado como un campo de minas por la administración anterior. Una nueva muestra de ello fue la presentación a la Justicia realizada el jueves pasado por el primer mandatario sobre el tema de las concesiones de las autopistas del Sol y del Oeste.
“Es necesario para avanzar repudiar cualquier tipo de violencia, de la fuerza que sea”, insistió el entornista en Balcarce 50. Y en un alegato transparente señaló: “nosotros no matamos, no nos lastimamos”; “los muertos los ponemos siempre nosotros”. Y da como ejemplo esta campaña electoral en Brasil, donde la violencia política pareciera que es de los dos lados, pero finalmente el que termina asesinado es un militante de Lula.
Lo planteado por Cristina aquel 18 de mayo de 2019, cuando presentó a Alberto como candidato no fue meramente electoral, sino estratégico para este miembro del gobierno con acceso al despacho del Presidente. La lectura de aquel recurso utilizado por Cristina fue: “voy a intentar por otro camino”.
Frente a un nuevo recodo del camino, se verá si las nuevas iniciativas llegan a cristalizarse.