Feb 18 2025
Feb 18 2025

Roberto Arlt y el Gato Félix

Publicado el

Por Juan Carlos Otaño.

 

Una desconocida “Aguafuerte”, publicada en 1931, nos muestra el Arlt jovial y encantador por todos conocido. Su preocupación por las costumbres del gato doméstico y por las de su máximo representante en la Tierra, es un saludable ejercicio que muchos haríamos bien en imitar si no nos sintiéramos tan angustiados (y con muy buenas razones). Es que el Gato Félix no podía pasar desapercibido por el autor de “Los Lanzallamas”. Publicadas en las mismas páginas del diario “El Mundo”, las aventuras de este gato celebérrimo rivalizaban con las “Aguafuertes” en disputarse la atracción apasionada que el público les rendía. Y que jamás dejó de manifestarse. Años antes, en 1919, “Felix the Cat” había aparecido en un cortometraje de animación de cinco minutos que se titulaba “Feline Follies” (Insensateces felinas). El señor King de la Paramount sugirió que el personaje podría llamarse Félix, porque el nombre poseía una connotación de “felino” y “felicidad” al mismo tiempo: ¡era el gato de la buena suerte! En 1923, apareció por primera vez en historieta. Aunque Roberto Arlt evidentemente lo sabía, su autor no había sido Pat Sullivan (en realidad, O’Sullivan) (1887-1933), como figuraba en las tiras y films llegados desde los Estados Unidos. Su verdadero autor se llamaba Otto Messmer (1892-1983). Sullivan, como Walt Disney, era más bien un animador que un creador directo. Amado Villar, el traductor local de la tira, mencionado por Arlt al comienzo del artículo, « era un poeta nacido en España en 1899, de padres argentinos. Murió en Buenos Aires en 1954. Cursó el bachillerato en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Estudió Derecho en Santiago de Compostela y fue soldado en la guerra de África. Colaboró en “Nosotros”, “Caras y Caretas” y “El Hogar”. Produjo igualmente obras teatrales y la novela “Carne triunfal” (1919) » (DIEGO A. SANTILLÁN, Gran Enciclopedia Argentina, T. VIII, Buenos Aires, 1963).

 

Se dice que el personaje de Félix fue inspirado por “el gato que andaba solo” de Rudyard Kipling. « El pequeño felino negro es una de las grandes creaciones del arte de los comics: su soledad, su sentido de la alienación y su obstinada lucha contra el destino, los elementos, el frío, el hambre y la humanidad insensible lo señalan como uno de los primeros héroes del absurdo (…) Bajo la inspirada pluma de Messmer, Félix viviría sus aventuras más memorables — en el país de Mother Goose, en una mecanizada civilización del futuro, en los planetas del sistema solar — a medio camino entre el ensueño y la fantasía. Y el desdichado Félix siempre se encontraba relegado, desdeñado por su amor, la gatita Phyllis, expulsado a puntapiés de la casa de su amo o perseguido por enemigos implacables. Un aspecto interesante de la serie es que a menudo Félix tenía trato con seres humanos reconocibles (agricultores, cazadores, caníbales, zoólogos, por no hablar de su compañero Danny) además de con animales, lo cual ponía aún más de relieve su innata humanidad. » (MAURICE HORN, The World Encyclopedia of comics).

 

ROBERTO ARLT.

ELOGIO DEL GATO FÉLIX.

 

El gato o “toga” como dicen los bergantes es un bicho simpático. Y es simpático porque no le da bolilla a nadie. El único rato en disponibilidad afectuosa que tiene es cuando suena la hora del bofe, y cuando está en amoríos con una gata. Un gato, haciéndole el amor a una gata, es algo fenomenal de prodigioso y divertido. Yo me he pasado una tarde, tres horas en una azotea contemplando una gata que coqueteaba con un gato, y he llegado a la conclusión que en eso de hacer el amor las mujeres son mil veces inferiores a una gata auténticamente enamorada. Al cabo de las tres horas me mandé a mudar harto de ver la paciencia del gato que, precisamente, no era el gato Félix. No, el gato Félix hubiera tenido más dignidad y menor paciencia. Buen; también el gato Félix es un gato célebre, popular, hijo de un norteamericano en la forma, Mister Sullivan, y de un poeta argentino en el lenguaje y el ingenio: Me refiero a maese Amado Villar, seriamente un poeta exquisito.

 

El poeta interpreta al gato.

 

Amado Villar ha interpretado el alma de Félix. Félix es un gato aventurero, quijote y alacrán. Amado Villar cuando toma la historieta en inglés, desecha el texto y mira a su compañero de tareas, lo estudia, lo imagina a Félix situado en la ciudad de Buenos Aires, con los prohombres de la City, entre los políticos, los muleros, los sinvergüenzas, los asaltantes con prebenda y entonces se producen esas leyendas maravillosas: “ya me tienen cansados los animales sin libreta de enrolamiento”. O sinó: “El capitán me seca por dentro y yo lo seco por fuera”. Y esta otra: “Ha llegado la primavera y se han olvidado de podar las plantas y el presupuesto”.

Félix es auténticamente un “toga” con preocupaciones políticas. Estúdielo usted. Y comprobará que bajo el pelaje del gato hay escondido un estadista y un moralista. Por eso Félix es alacrán. Félix en China le tiene bronca a los generalitos y a los coroneles barbazas y prepotentes. Félix se mete con el tigre africano que no puede ser tigre sino un político descarado (bueno, descarado y político serán sinónimos en un futuro diccionario de lógica). Y además, y esto es lo hermoso, Félix es un gato ingenuo, con un gran fondo de credulidad y bondad. Confunde la tortuga con la piedra y como es gato hasta en lo humano, para asustarlo al tigre se disfraza de gato montés. Cualquier día confunde a una perra con una gata. Y allí serán los dolores de cabeza.

 

Como expresión.

 

Nuestro micho, como estudio de expresiones, es maravilloso. Cuando Félix duerme produce una encantadora sensación de purretito fatigado, encogido, resoplando unas Z..Z.. divertidísimas, por lo que precisamente a sus espaldas se prepara. Cuando se asombra, se vuelve puro ojos. En cambio cuando está enojado se convierte en un bulto que rechina los dientes y pone unos ojos oblicuos de chino exterminador de treinta mil chinos. Al reírse, en cambio, es muy parecido a Justo Suárez. Es todo mandíbula y dientes.

Sin embargo, semejante conjunto de condiciones gatescas, que lo convierten a Félix en el Napoleón de los michos, se perdería si no tuviera el idioma y el ingenio de que Villar lo ha dotado, ingenio que, precisamente, se refiere a nuestro momento viviente en el mundo.

Y es que Félix es un gato revolucionario. Siempre ha de hacer alguna de las suyas.Donde él interviene se arma un lío, una pejigüera, una bronca. Si fuma, fuma precisamente encima de un tonel de pólvora. Como tiene siete vidas, no se muere jamás. Otra de las razones por las que Félix es simpático, hasta la fecha, consiste en no haberse casado. Félix es un gato soltero. Le da poca beligerancia a las gatas. Vive aparte, orgullosamente. Posiblemente en el mundo de los gatos no se halla establecida la ley del divorcio y por eso Félix huye de las vírgenes gatunas como del agua caliente. Él se lleva bien con los tipos superiores y como, en realidad, es siempre superior a los que lo rodean, tenemos al frente el magnífico espectáculo de un gato solitario luchando con la naturaleza, con los hombres y tratando de salvar su piel del mejor modo posible.

 

Las familias lo quieren a Félix.

 

La mayor parte de las familias que leen y siguen las aventuras de Félix, lo quieren. Lo quieren y, es singular, por ese espíritu de contradicción que hace que sea hermoso todo aquello que no tenemos, o que no podemos ser. Sobre todo, eso: Lo que no podemos ser.

Félix es la aventura, lo desconocido, lo nuevo, lo mejor. Félix es la negación de la monotonía y estúpida vida cotidiana. De ahí, que aún sin darse cuenta de tales valores morales del micho, en muchas casas encontramos un gato poltrón y mordazo que se llama Félix. Tan nada Félix es este gato, como es poco Napoleón el tío que cree que poniéndose una mano sobre el ombligo y otra sobre la espinilla, puede conquistar el mundo o cuando menos imitarlo a Bonaparte.

 

(Diario « El Mundo », 8 de enero de 1931).

 

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