Mar 23 2025
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Veinte años sin Pappo: el alto precio de ser “El Carposaurio”

Publicado el

Por Hernani Natale

El músico, que falleció de manera trágica el 25 de febrero de 2005, era un sublime guitarrista que podría tranquilamente sentarse a la mesa de las grandes leyendas mundiales del rock y el blues.

A lo largo de la historia, muchas grandes figuras de distintos ámbitos han sido plenamente
reconocidas y valoradas de manera póstuma, pero esta injusta constante pareciera no aplicar aún en el caso de Pappo, cuyo valor artístico no es del todo dimensionado, a pesar de cumplirse ya 20 años de su muerte.

El músico, que falleció de manera trágica el 25 de febrero de 2005, era un sublime guitarrista que podría tranquilamente sentarse a la mesa de las grandes leyendas mundiales del rock y el blues.

No por nada el mismísimo B.B. King quedó embelesado con su talento y lo invitó una
noche de 1993 a participar de una velada inolvidable en el Madison Square Garden, de Nueva York, junto a otros pesos pesados del género.

También era un artista capaz de sintetizar en breves y sencillas letras algunos pensamientos filosóficos muy profundos o de catalizar el espíritu de determinados momentos históricos, como la ira contenida de jóvenes marginados cuando la última dictadura militar comenzaba a hacer agua por todos lados.

Pero la elección de la brutalidad en sus palabras y actos como sello distintivo, que lo inhibieron de todo filtro, lo privaron del merecido estatus de gran estrella y lo posicionaron en el terreno de los cuestionamientos que aportan un «pero» a cualquier elogio que pudiera esgrimirse sobre su persona.

El Carpo, como también se lo conocía, tuvo la gran virtud de dejar huella por donde pasaba.

Los primeros Abuelos de la Nada y Los Gatos –nada más, ni nada menos- parecían apenas su grupo acompañante cuando lo sumaron a sus respectivas filas. Tan fuerte era su impronta que fue imposible que se acoplara como cuarto integrante de Manal, a pesar de los deseos compartidos y los fallido intentos.

«Fue medio caótico porque el grupo tenía los arreglos armados como trío y ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder su lugar como guitarrista principal», reconoció hace un tiempo Claudio Gabis.

Por su parte, tanto Pappo´s Blues, su más extendido proyecto personal, como Riff, que lo tuvo como exclusivo protagonista, dejaron un legado inconmensurable y mostraron fórmulas imposibles de copiar.

«Buscate un trabajo honesto» le dijo en televisión a DJ Deró –una de sus frases más
recordadas-. «Acá ablandaron la milanesa», se quejó cuando la moda acústica y luego
progresiva con Charly García como figura estelar dominaron la escena del rock argentino de los `70 y complotaron para dejarlo fuera de la consideración popular. «Acá ahora hay unos gordos boludos que cantan cumbia en piyama y lo llaman rock«, disparó cuando a finales de los ´90 y principios de 2000, Bersuit Vergarabat marcaba tendencia.

Otro artista hubiera masticado bronca en silencio y se hubiera atenido a los mandatos de
mostrarse abierto a la enriquecedora diversidad estilística, pero Pappo no estaba hecho de esa madera y dejaba aflorar al fundamentalista del rock visceral y el blues que habitaba en él.

Suerte de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, o de niño travieso atrapado en el cuerpo de un fornido
adulto, en Pappo convivía el hombre que inspiraba temor con el que vivía con sus padres y
esperaba ansioso la merienda que le preparaba su madre. Podía hacer desternillar de risa con sus ocurrencias o irrumpir en la redacción de la revista más influyente de rock y repartir trompadas por alguna crítica recibida.

Esas particularidades lo convirtieron en un personaje molesto para el establishment rockero y para una porción importante del público en general. Subversivo de toda etiqueta social y
manual de conducta, sus palabras y comportamientos eran incontrolables, entonces era mejor dejarlo fuera de cualquier movida comercial. ¿Quién invitaría a un ser impredecible a la mesa del rey?

A modo de broma con su entorno, el propio músico había creado un alter-ego al que había
bautizado como «El Carposaurio» y bajo el cual se refugiaba para que afloren las facetas más extremas de su personalidad, tanto en la diversión como en el enojo.

Nacido bajo el nombre de Norberto Aníbal Napolitano, el 10 de marzo de 1950, en una casa de La Paternal que nunca abandonó, había heredado de su madre la pasión y la facilidad para la música, y de su padre el amor por los autos.

Su acercamiento a los primeros hippies que «naufragaban» en Plaza Francia le sirvió como
carta de presentación para ser convocado como guitarrista por muchos importantes grupos de la época: La Conexión Nº 5, de Carlos Bisso, y Los Gatos fueron los más sobresalientes.

Su desbordante talento decantó en un proyecto propio al que llamó Pappo´s Blues y que
mantuvo a lo largo de los `70 con muchas intermitencias y permanentes cambios de músicos.

Por allí pasaron nada menos que David Lebón, Osvaldo “Bocón” Frascino, Black Amaya, Machi Rufino, Pomo, Botafogo y Gabriel “Conejo” Jolivet, entre tantos.

En ese período dejó gemas como “¿Adónde está la libertad?”, “El viejo”, “Desconfío”, “El
hombre suburbano”, “Sucio y desprolijo” y “Sánguches de miga”, entre otros. Este listado es apenas una pequeña muestra del valor lírico de sus composiciones, mezcla de humor, simpleza, reflexión y capacidad observadora de la realidad.

Sus largas estadías en Londres y Estados Unidos, sumado al clima político local que derivaría en una feroz dictadura, y las críticas despiadadas lo marginaron de la consideración de la industria musical.

Tras la breve experiencia de Aeroblus, una formación que encabezó junto a Alejandro Medina y el baterista brasileño Rolando Castello Jr. –una joya oculta aún por descubrir en su trayectoria-; de sus contactos en Londres con Lemmy Kilmister, que lo convirtió en testigo directo de la formación de Motörhead, le surgió la inspiración a finales de los `70 para formar Riff, banda pionera en el hard rock local.

Acompañador por Vitico, Michel Peyronel y Boff Serafine, Pappo buscó volver a «endurecer la milanesa ablandada» durante gran parte de la década. Y vaya si lo logró, aunque a un precio muy alto. La agresividad en la imagen del grupo, con ropas de cuero y cadenas, fue tomada al pie de la letra por su legión de seguidores, fundamentalmente conformada por jóvenes de los suburbios hartos de la presión policial y la falta de oportunidades.

El descontrol y los destrozos que se provocaban en sus presentaciones volvió a asustar al
establishment rockero y Riff fue puesto en el centro de los cuestionamientos. La
violencia incontrolable puso en stand by al ascendente andar de la banda a finales de 1983,
aunque la semilla del rock duro ya había sido plantada con discos como «Ruedas de metal», “Macadam 3, 2, 1, 0” y “Contenidos”, y clásicos como “No detenga su motor”, “Susy Cadillac” y “Postales del nuevo mundo”, entre otros.

El resto de los años `80 fueron para Pappo de regresos intermitentes de Riff y de intentos de forjar una carrera en Estados Unidos, en donde formó una banda llamada The Widowmakers, hasta que en 1992 le llegó finalmente el demorado éxito comercial en Argentina con su disco solista «Blues local«. Curiosamente, fue gracias a “Mi vieja”, una canción creada para el programa humorístico de Tato Bores y que fue incluido en la placa por la compañía discográfica, a pesar de la negativa del músico.

Lo cierto es que esa exposición popular le permitió realizar memorables shows y una visibilidad que llamó la atención de B. B. King, quien en una de sus visitas al país quedó impactado por la habilidad del Carpo y lo convocó como invitado a un concierto en el Madison Square Garden.

Los años siguientes encontraron al músico entre resurrecciones de Riff y de Pappo´s Blues hasta que en 2003 tuvo la posibilidad de grabar un disco bajo condiciones ideales, con una gran producción, como nunca antes había logrado. Bajo el ala protectora de Jorge “Corcho” Rodríguez, registró “Buscando un amor”, aclamado por la crítica y por el gran público, sobre todo a raíz de los hits “Juntos a la par” y “Rock and Roll y fiebre”.

En un brumoso 25 de febrero de 2005, Pappo murió en un accidente en moto mientras
circulaba por una ruta en las afueras de Luján. Un final en su ley, dirían algunos.

Pero con la muerte no llegó la redención. Posteriormente, no faltaron polémica y
cuestionamientos en torno a algunos comportamientos reprochables relacionados con su trato hacia las mujeres. Solo se puede decir al respecto que su accionar no dista demasiado al de otros rockeros de su generación, con la diferencia que su brutalidad y su manera de ser lo convirtieron en un blanco fácil.

Algún día debería ser valorado en su justa dimensión como artista y como personaje para
finalmente poder acceder a un podio junto a Charly y Luis Alberto Spinetta de los músicos de rock más grandes que dio nuestro país. ¡Ave Carpo!

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