La planta de Vaca SA, productora de la marca “Una Mila”, cesó su actividad en Colonia Tirolesa. Los trabajadores fueron notificados por escribano y denunciaron que no recibirán indemnización alguna.
En Colonia Tirolesa, localidad cordobesa, la «motosierra» de Milei exhibe su verdadera cara, dejando a 12 familias sin empleo y sin indemnización tras el cierre de la fábrica «Una Mila», planta de rebozados congelados de la empresa Vaca SA. La empresa alegó no contar con los fondos necesarios para hacer frente a las compensaciones por despido.
La forma del cierre es tan alarmante como el hecho en sí: sin previo aviso, la empresa comunicó los despidos por escribano y, para colmo de males, adujo no tener dinero para pagar las indemnizaciones, lo que generó una fuerte reacción del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), que inmediatamente se movilizó frente a la planta para reclamar los derechos laborales vulnerados. Esta práctica, cada vez más frecuente, no solo expone la fragilidad de los derechos laborales en la Argentina actual, sino que evidencia un desprecio por la trayectoria y el esfuerzo de quienes durante años construyeron el valor de marcas como «Una Mila».
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Hasta hace un mes la marca seguía activa en redes sociales.
Sueldos impagos y futuro incierto
La marca Una Mila, con presencia desde hace tres décadas en supermercados y tiendas gourmet del país, era elaborada en una planta considerada modelo desde su inauguración en 1994. En el 2019, la familia Vasena asumió la gestión de Una Mila, y desde entonces se mejoraron el servicio, la calidad y la producción, pero también crecieron las deudas y se llegó a la instancia de no poder afrontar sueldos, que fue el detonante del cierre.
Durante una audiencia de conciliación en el Ministerio de Trabajo, los representantes de la empresa ratificaron su imposibilidad de pagar las indemnizaciones. Según señalo Carlos Ferreyra, delegado del STIA, la compañía “venía con incumplimiento” y por ese motivo, desde el gremio se trato de intervenir para dilucidar la verdadera situación financiera de la planta, sin lograr obtener detalle alguno. De este modo, el eje principal del reclamo se desplazó al cobro de las indemnizaciones y ya no sólo a la fuente de trabajo.

Ferreyra también remarcó que la actitud empresarial refleja un nuevo escenario de conflictividad laboral donde «ya no se busca consensuar con los sindicatos y los trabajadores para poder encontrar una solución al tema, directamente, se toma esta resolución de despedirlos de esta manera».
Desde el sindicato señalaron que insistirán en el reclamo de las indemnizaciones y buscarán que una eventual reactivación o venta de la planta permita la reincorporación de los trabajadores despedidos. Destacaron que la marca tenía una clientela sólida y potencial de recuperación si se consigue financiamiento o un nuevo inversor.
La situación de Vaca SA se suma, según informes recientes, a una creciente lista de más más de 2.300 empresas que han bajado sus persianas durante la gestión de Javier Milei, mientras que otras han reducido drásticamente su producción o han optado por despidos masivos. Datos de la Secretaría de Trabajo revelan una caída sostenida del empleo formal en los últimos meses, con sectores como la industria manufacturera y la construcción siendo los más golpeados. Esta contracción no es un efecto colateral, sino una consecuencia directa de las políticas de desregulación y de ajuste brutal del gasto público, que han estrangulado la demanda y la capacidad de inversión.
Las «milanesas perdidas»: el lamento de la élite mientras el pueblo pierde el plato
Mientras en Colonia Tirolesa los trabajadores se organizan para reclamar lo mínimo indispensable, la clase política que diseñó y ejecuta este modelo económico se sumerge en sus propias lamentaciones. Que Mauricio Macri ya no vea a «ese que lo invitaba a comer milanesas en Olivos», no es una simple anécdota, sino un símbolo de la fractura en las cúpulas del poder. El escenario de un juego ambiguo y la historia de fondo entre violetas y amarillos, el reflejo de un quiebre y caída por el reparto de la torta política.

La «distancia» entre Macri y Milei, las «milanesas perdidas» en Olivos, no hacen más que subrayar la desconexión de una élite política que lamenta la pérdida de sus propios privilegios y acuerdos, mientras el verdadero «plato vacío» es el de los trabajadores que hoy se encuentran en la calle. El cierre de «Una Mila» no es solo una noticia económica, es una postal de la deshumanización del modelo actual, donde las cifras macroeconómicas se celebran en los palacios del poder, mientras el hambre y el desamparo se instalan en los hogares de quienes, con su trabajo, sostienen la economía real. La «motosierra» no solo recorta gastos, sino también lazos sociales y empresariales, dejando un rastro de desolación y desamparo.