Oct 13 2024
Oct 13 2024

«Encontré un cuaderno mío en su casa» y otros poemas

Publicado el

Por Micaela Szyniak*

 

Encontré un cuaderno mío en su casa

y me puse a leerle frases, entonces ya

nos estábamos separando pero todavía

yo no estaba lista para verlo, cambió

su gesto, como si pudiera

echarme sin palabras, pregunté:

¿me voy yendo?, junté mis cosas, ella

agarró sus llaves

y como había empezado a preguntar

esa mañana en Avenida de Mayo

seguí preguntando: ¿te pasa algo?

Contestó que ya no tenía

sentido esa charla y en mi parada repitió:

“quiero efectuar la definitiva y

total separación”. Nunca entendí porqué

necesitó un lenguaje técnico para hablar de sentimientos

A la semana le pedí llamarnos, me dijo:

“no tengo tiempo”, la llamé igual, entonces yo sentía

que me podía desarticular si me dejaba

como un muñeco. Por teléfono explicó:

no supo porqué le dio rechazo

el asunto del cuaderno, pero el cuerpo

siempre sabe adelantó, hasta que unos poemas

míos en el blog de Pato Foglia

le dieron mucho cringe, esa es

la palabra que eligió, se traduce como

mucha vergüenza, yo, mis amigos, la poesía

Entonces me dijo, uno, que era una narcisista

¿pueden creer que respondí: perdón,

te amo, borro todo, como si me arrastrara

por el desierto con las rodillas ensangrentadas?, dos,

que entre mi obra y ella

yo ya había elegido y, tres, que me tendría

que haber dejado un año atrás

cuando publiqué mi libro anterior. Está este concepto

de Ulloa, la encerrona trágica

es cuando alguien cae al piso y otra

persona lo sigue pateando sin que nadie

ni nada intervenga, eso se llama crueldad, aunque no sé

cuál fue la crueldad ahora que lo pienso

quizá el mayor gesto de ternura

que mi ex pudo darme fue ese lenguaje técnico

en Avenida de Mayo, ese efectuar, ese

definitiva, ese total.

 

 

Cuando me despierto

leo un libro nuevo cada día

antes de dar clase

antes incluso de prender el celular

elijo uno de la biblioteca

hago mate, salgo al balcón del monoambiente

y ahí me quedo, el sol y el frío, juntos

en mi ritual de estar sin ella

que es como correr sábanas

que tapaban espejos, de repente me acuerdo

que yo pasaba quieta las mañanas

para que no se despertara, no, era algo

más, creo que la enojaba despertarse

y que yo estuviera en otra cosa

como si la dejara abandonada

en la entrada de este mundo, pero

esto es lo que pasaba: cuando

volvía del sueño, y abría un ojo

y después el otro, marrones, como almendras

cansadas, aunque yo estuviera

justo a su lado, abrazándola,

ella estaba sola. Más sola en ese instante que el resto

de los mortales. Pienso ahora que

pudo ser la persona más sola que vi

Y en realidad, yo también la que ella vió -imaginen

la escena en reversa: una mujer

despierta hace horas, con la persiana

cerrada a mediodía, escribiendo en el celular

para hacer menos ruido, brillo a mínimo,

intentando no moverse por miedo a molestar-

creo que la soledad fue nuestro territorio,

¿qué podíamos fundar en él?

 

 

Una pareja se divierte

una pareja se hace chistes

comen quesos de una tabla

ella con su nueva novia seguro coge

bien, seguro ella se la coge

apenas de violencia, una nalgada

que recuerde las cosas de las que

son capaces

seguro gime,

acaba y llora

como una vez lloró conmigo

durante siete

años ella y yo lloramos juntas

y ahora estoy en la gintonería de Mar

de las Pampas

quisiera descansar de tener

frío cuando duermo

frío en este bar, mientras camino

quizá mi ex y yo no éramos felices

pero cuando yo estaba lejos de mi casa

apoyaba la frente en su hombro

me caía sobre ella

y ella me agarraba

y entiendo que una pareja

no puede ser un chupete

para tramitar ciertos cansancios, una

pareja no puede funcionar en contra

de sentir lejos la casa

pero en noches como esta.

 


 

*Micaela Szyniak es lic. en Artes de la Escritura (UNA), donde también es docente en Introducción al Análisis del Discurso y adscripta a la cátedra Poesía III. Coordina talleres literarios y, junto a Laura Duschatzky, el espacio de Educación “De la práctica a la escritura y de la escritura a la práctica”. Publicó Tamara (Promesa, 2020), Contrato precario (Salta el pez, 2019), Escribo pidiendo ayuda (Nulú Bonsai, 2018) y Mi cuerpo es un tributo (Trench, 2018).

Estos poemas forman parte de su libro Último año juntas

 

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