Magalí de Diego – Agencia CTyS-UNLaM
Investigadores del CONICET alertan que, si no se toman medidas de prevención y manejo territorial, los incendios seguirán aumentando en número e intensidad.
Las llamas avanzaron sin tregua, arrasaron con el paisaje y, cuando finalmente se extinguieron, dejaron tras de sí un territorio transformado. A veces, la vegetación logra recuperarse con el paso del tiempo. Otras, en cambio, el bosque no vuelve. En su lugar, los incendios abren camino a especies invasoras, a suelos degradados y a una nueva dinámica ecológica que hace cada vez más difícil la regeneración de los ecosistemas nativos.
En la Patagonia, el cambio climático, la deforestación, el crecimiento urbano y la expansión de especies exóticas como los pinos han configurado un escenario propicio para incendios cada vez más severos. La cuestión ya no es solo cómo apagar el fuego, sino cómo prevenirlo y qué hacer después.
«Ya no hablamos de la lucha contra el fuego, sino de su manejo. Manejar el territorio de forma más inteligente. Hay áreas que, una vez quemadas, difícilmente volverán a ser bosque, y eso nos obliga a repensar la restauración y la prevención«, advirtió a la Agencia CTyS-UNLaM Juan Paritsis, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA).
Especies invasoras: los pinos y la trampa de “todo lo verde es bueno”
Durante décadas, plantar árboles fue visto como sinónimo de conservación. Sin embargo, en la Patagonia, la introducción masiva de pinos con fines forestales ha generado una amenaza silenciosa.
«El pino es una especie exótica que crece de forma descontrolada en la región. Invade rápidamente nuevas áreas, altera el suelo y, lo más preocupante, aumenta el riesgo de incendios«, explicó Jorgelina Franzese, también investigadora del INIBIOMA. A diferencia de las especies nativas, los pinos producen grandes cantidades de resina inflamable y sus piñas pueden liberar semillas después del fuego, lo que facilita su expansión.
«Un incendio en un bosque nativo puede ser severo, pero si en la zona hay pinos, el fuego se vuelve aún más intenso y deja una carga de semillas que garantiza su expansión», agregó en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.
El problema es que estos árboles no solo afectan las áreas forestales, sino también las zonas urbanas cercanas. La Red PINOS, una iniciativa de científicos y comunidades locales, trabaja para frenar esta invasión con campañas de educación ambiental y acciones concretas de remoción. «Muchos habitantes de Bariloche y otras localidades desconocen que los pinos no son nativos y que su presencia puede generar incendios más severos. La clave es cambiar esa percepción y fomentar el uso de especies autóctonas en jardines y espacios públicos», sostuvo Franzese.
Zonas de interfase: el riesgo de vivir al borde del fuego
Cada vez más personas buscan alejarse de los centros urbanos y asentarse en entornos naturales. Sin embargo, en la Patagonia, esta tendencia incrementó la cantidad de viviendas en zonas de interfase, es decir, aquellas en las que el área urbana se mezcla con el bosque o la estepa.
«El problema es que estos barrios no están pensados para convivir con el fuego. Se construyen en lugares donde la vegetación es inflamable, con caminos de difícil acceso y sin planificación para la prevención de incendios», explicó Franzese. Cuando un incendio llega a estas áreas, los riesgos se multiplican: las llamas pueden alcanzar las viviendas con rapidez, dificultando la evacuación y el trabajo de los bomberos.
En este contexto, la gestión de los combustibles vegetales es clave. «No se trata solo de evitar que la gente prenda fuego de manera irresponsable. También hay que reducir el material inflamable alrededor de las viviendas, usar especies menos inflamables en jardines y generar cortafuegos naturales», agregó Paritsis.
¿Qué pasará con los incendios en el futuro?
El cambio climático está modificando las condiciones ambientales de la Patagonia, volviéndola más cálida y seca. Este escenario favorece la propagación del fuego y dificulta la recuperación de los ecosistemas quemados.
Un estudio, en el que participó Paritsis, analizó cómo evolucionará la relación entre clima e incendios en las próximas décadas. Los resultados no son alentadores: para mediados de siglo, la frecuencia de incendios podría duplicarse o incluso triplicarse. «Cada vez tenemos veranos más secos y temperaturas más altas. Esto hace que la vegetación esté más propensa a encenderse y que los incendios sean más extensos y severos», advirtió.
La combinación de más igniciones humanas, condiciones climáticas más extremas y la expansión de especies inflamables configura un escenario complejo. «Si no actuamos ahora en términos de prevención, manejo del territorio y control de especies invasoras, los incendios seguirán aumentando en número e intensidad. Y cuando el fuego arrasa con todo, no siempre hay vuelta atrás”, concluyó Paritsis.
Los incendios forestales en la Patagonia consumieron más de 50.000 hectáreas
Los incendios forestales consumieron más de 50.000 hectáreas de bosque en distintas zonas de la Patagonia, donde algunos de los fuegos se mantienen activos desde diciembre de 2024, según informaron este lunes fuentes oficiales citadas por la agencia de noticias EFE.
El fuego afectó a varias localidades y dos parques nacionales de las provincias de Chubut, Río Negro y Neuquén, arrasando un total de 50.636 hectáreas de bosques andinos, donde cientos de brigadistas combaten las llamas y patrullan las zonas a la espera de que el suelo se enfríe.
De acuerdo a datos oficiales, los parques nacionales Lanín, en Neuquén, y Nahuel Huapi, en Río Negro, perdieron 23.844 y 12.072 hectáreas, respectivamente, donde el fuego sigue activo; mientras que la ciudad de El Bolsón perdió 3.825 hectáreas por un incendio que ya está bajo control.