En Roma, el pontífice argentino se reunió con Anita Fernández, familiar de Esther Ballestrino de Careaga, secuestrada y asesinada en 1977 durante la última dictadura militar.
En medio del escándalo provocado por la reunión que seis diputados nacional de La Libertad Avanza (LLA) tuvieron con un grupo de genocidas condenados a prisión por delitos de lesa humanidad, el papa Francisco recibió a Anita Fernández, nieta de Esther Ballestrino de Careaga, desaparecida durante un operativo clandestino que en 1977 encabezó el ex marino Alfredo Astiz.
Según un comunicado del Instituto Espacio para la Memoria, el Papa le dijo a la joven «que se había enterado de que unos diputados habían visitado a Astiz, que estaban queriendo que (él y otros represores) no estén presos y que eso era algo muy peligroso«.
«No aflojen, conserven la memoria. Conserven la memoria de lo que han recibido. No solo de las ideas sino de los testimonios. Ese es el mensaje que les doy en este día», afirmó el religioso argentino.
La visita que el 11 de julio pasado hicieron seis diputados nacionales que responden al presidente Javier Milei y a la vice, Victoria Villarruel, a los genocidas detenidos en el penal de máxima seguridad de Ezeiza se convirtió en un escándalo nacional e internacional.
Los legisladores que tuvieron el encuentro con los represores fueron Beltrán Benedit, María Fernanda Araujo, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra, Rocío Bonacci y Lourdes Arrieta.
En Ezeiza, los diputados se reunieron con Astiz, Raúl Guglielminetti, Mario Marcote, Miguel Britos, Honorio Martínez Ruiz, Adolfo Donda, Marcelo Cinto Courtaux, Julio César Argüello, Manuel Cordero, Gerardo Arráez, Antonio Pernías y Carlos Suárez Mason (hijo).
El papa Francisco tuvo una relación de amistad con Esther Ballestrino de Careaga, quien fue su jefa cuando el pontífice se desempeñó como técnico químico en un laboratorio. «Realmente le debo mucho a esa gran mujer«, dijo alguna vez.
Ballestrino de Careaga fue secuestrada junto con el grupo de familiares de víctimas que se reunía en la iglesia Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristóbal.
Astiz, represor de la ESMA, se infiltró en el grupo para hacer tareas de inteligencia y planificar, en diciembre de 1977, el secuestro de sus integrantes, quienes fueron torturados y desaparecidos.
Hace una semana, también en Roma, Francisco se reunió con Sor Geneviève Jeanningros, sobrina de Léonie Duquet, una de las dos monjas francesas secuestradas y asesinadas en el operativo que comandó Alfredo Astiz.
