Ene 15 2025
Ene 15 2025

Cristina, al frente de un PJ con discusiones internas, consolidó su referencia opositora en el primer año de Milei en el poder

Publicado el

Por Jorgelina Vidal

La expresidenta conduce un peronismo que intenta reconstruirse y ser una opción para enfrentar las políticas de ajuste y los discursos de odio del mandatario liberal libertario.

Durante el primer año de gestión de Javier Milei, Cristina Fernández de Kirchner consolida su liderazgo opositor y ocupa la centralidad de la escena política debatiendo cara a cara con el presidente libertario, asumiendo la presidencia del PJ nacional y logrando mostrar una foto de unidad en territorio bonaerense que es donde se librará la madre de todas las batallas el año que viene.

La llegada de Milei al poder, de la que este martes se cumple un año, interpeló a toda la clase política tradicional y obligó a las distintas fuerzas, pero sobre todo al peronismo, a redefinir perfiles y encontrar espacios para reafirmar su identidad en medio de escenarios complejos y disruptivos en los que el individualismo y el discurso del odio se fueron consolidando.

La primera señal sobre el sesgo autoritario que Milei estaba dispuesto a imprimirle a su gestión se dio el 10 de diciembre pasado, cuando tras asumir el cargo abandonó el recinto en el que estaba reunida la Asamblea Legislativa para dar su primer discurso en la explanada del Congreso, dándole la espalda a los diputados y senadores nacionales.

Ante este escenario el peronismo, que hoy es primera minoría en ambas cámaras, fue el que asumió un perfil fuertemente opositor. Los bloques de diputados y senadores de Unión por la Patria (UP) condicionaron al oficialismo no votando algunas iniciativas o bloqueando la llegada de otras.

Así obtuvieron la media sanción del financiamiento de las universidades nacionales en la Cámara de Diputados, donde, además, lograron anular el decreto que autorizaba el giro de $100 mil millones de fondos reservados para la SIDE y aprobaron la nueva fórmula de movilidad jubilatoria en el Senado.

Los vetos de Milei a las leyes de financiamiento universitario y movilidad jubilatoria fueron inmediatos y la oposición más dura no pudo revertirlos en el recinto, donde quedaron expuestas las negociaciones que el oficialismo inició con algunos legisladores.

Atrás quedaban las críticas que en campaña hacía el libertario a lo que denominaba prácticas de la «casta política» y, en menos de seis meses, ya negociaban de manera expuesta cargos en organismos o embajadas con legisladores de bloques opositores para que votaran a favor alguna iniciativa del oficialismo (yendo en contra de la postura de sus propios bloques) o garantizando que se ausentaran de la sesión en otras ocasiones.

Para frenar algunas de las embestidas del oficialismo en el Congreso, el PJ necesitó en más de una ocasión acordar posturas con sectores del radicalismo y con el bloque que lidera Miguel Ángel Pichetto.

Fue precisamente gracias a un acuerdo con la UCR que lograron imponer al senador radical Martín Lousteau en la presidencia de la Comisión Bicameral de Inteligencia en detrimento del senador entrerriano Edgardo Kueider, que era impulsado entonces por el Gobierno para ese cargo y que hoy se encuentra detenido en Paraguay por ingresar a ese país con US$200.000 sin declarar.

Durante la primera mitad del año -dejando fuera el ámbito legislativo- la derrota electoral y el escándalo que protagonizó el expresidente Alberto Fernández por una denuncia de violencia de género que le realizó su mujer, Fabiola Yáñez, provocó una implosión en el seno del PJ y luchas intestinas por espacios de poder que dejaron a la vista la falta de conducción firme dentro del peronismo y las diferencias entre Máximo Kirchner y el gobernador Axel Kicillof.

«Esto lo va a ordenar Cristina. Lo que vemos es una suerte de pelea por celos o egos entre hermanos como las que suelen darse en las mejores familias. Máximo es hijo de Cristina y Axel es su hijo político si tenemos en cuenta que fue ella quién lo puso en ese lugar. El «Cuervo» Larroque y Wado De Pedro serían como una suerte de primos”, dijo a La Patriada Web un intendente del conurbano trazando una analogía que le permitiera explicar las diferencias entre los dirigentes camporistas y el gobernador bonaerense.

«Como buena madre es ella quién va a ordenar ese espacio y ellos los que van a entender que ir divididos solo le sirve a Milei y que hay que blindar la provincia de Buenos Aires«, sentenció el jefe comunal.

El primer paso pareciera haberse dado este lunes en Moreno, donde con la excusa formal de una reunión del PJ bonaerense en la que hubo asistencia casi perfecta, Cristina, Máximo, Axel y Sergio Massa compartieron la cabecera de la mesa para dar una señal de unidad.

En el centro se ubicó la expresidenta junto a la intendenta de Moreno y vicepresidenta del PJ bonaerense, Mariel Fernández, que fue la anfitriona del cónclave. A su lado se situó Kicillof junto a la vicegobernadora Verónica Magario, que también es vicepresidenta del partido.

Hacia la derecha, junto a Cristina se sentó el conductor del Frente Renovador Sergio Massa y a su lado Máximo Kirchner, que quedó así en el otro extremo de la mesa.

«La jefa es Cristina«, afirmó al llegar Pablo Zurro, intendente de Pehuajó y consejero por la Cuarta Sección Electoral, dando una señal más de que será la exvicepresidenta quién termine de ordenar el espacio con la mira en las elecciones legislativas del año próximo.

Es, justamente, ese mismo desafío el que Cristina tendrá a nivel nacional una vez que este miércoles asuma la presidencia del PJ, aunque ese escenario presenta más dificultades porque no está tan claro que algunos referentes sindicales y provinciales reconozcan tan llanamente su liderazgo.

Fue el propio Milei quien subió al ring a Cristina y la eligió como la líder de la oposición para rebatir posturas políticas y medidas de Gobierno en las redes sociales, que es el terreno en el que el primer mandatario se siente más cómodo y en el que la expresidenta se mueve con solvencia y soltura.

Esa es una danza virtual en la que ambos dirigentes llevan el paso a la perfección y terminan incluso a veces marcando la agenda mediática.

Fuera de la virtualidad, en un espacio más mundano y terrenal, sobrevuela una pregunta: ¿Cristina será candidata a diputada nacional el año que viene? Propios y ajenos saben que, a esta altura, no existe una respuesta porque es algo que la expresidenta revelará a último momento.

La marcha de la economía, la seguridad y la percepción que, según las encuestas, tiene la sociedad sobre Cristina, Massa, Kicillof, Máximo Kirchner y los gobernadores peronistas en sus provincias son datos que pesan a la hora de diagramar la estrategia electoral y la confección de las listas con las que se competirá en las legislativas de 2025.

Es, entonces, que cabe preguntarse si será que la política ya no conduce, sino que observa el estado de ánimo de la sociedad para especular y tomar posición. Una sociedad que está corriendo de la escena a los políticos tradicionales y que hasta los desprecia.

Una sociedad que se formateó y que pareciera que ya no teme a vivir sin el peronismo o sin la política tradicional.

Quizá sea el momento de pensar qué estrategias serían las indicadas para contrarrestar o enfrentar la comunicación de los neopopulismos de odio que, luego de décadas de ensayo, hoy están viendo florecer sus frutos con Milei.

Quizá sea el momento de recuperar el rol docente de la política para revertirlo. Quizá sea eso lo que pretende el peronismo cuando le reclama a sus dirigentes que salgan a «militar».

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