Por Silvina Oranges
Entre los temas que más preocupan a Francisco figuran, especialmente, la pobreza y la situación de la población más vulnerable, la integración de los barrios populares, la ludopatía y la edad de imputabilidad, entre muchas otras cuestiones.
«Argentina es mi patria, por la cual sigo sintiendo el mismo amor, un amor grande e intenso. El pueblo por el que rezo todos los días, que me ha transformado, me ha preparado y después ofrecido a los demás. Mi pueblo«. Con estas palabras, el papa Francisco se refiere a su país natal en el libro autobiográfico de reciente aparición «Esperanza», editado por Penguin Random House y que surgió como fruto de sus conversaciones con el periodista italiano Carlo Musso.
En principio, el texto debía publicarse post mortem, pero Francisco quiso que viera la luz en 2025, Año Santo Jubilar para la Iglesia convocado por el religioso argentino.
Francisco, cuyo pontificado cumplirá 12 años el próximo 13 de marzo, no pisa su tierra natal desde el año 2013, cuando abandonó Buenos Aires con pocas pertenencias a cuestas para participar del cónclave que elegiría al sucesor de Benedicto XVI, pensando que regresaría pronto para presidir las celebraciones de la Semana Santa de ese año en la catedral metropolitana. Pero la historia se escribió de otro modo.

A lo largo de estos 12 años, Argentina vio pasar cuatro presidentes de diferentes signos políticos. Ninguno de ellos logró -hasta el momento- entablar las gestiones políticas y diplomáticas adecuadas para lograr que el Papa vuelva a pisar su país. Cada vez que puede, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) lo invita formalmente, pero la respuesta es siempre la misma: el tiempo y el momento son decisiones del Vaticano. Por ser un año electoral en Argentina, sumado a las múltiples actividades del Papa debido al Jubileo y su frágil salud física –tiene 88 años y cursó una nueva bronquitis a principios de febrero que todavía lo aqueja y este domingo, durante una misa, le impidió terminar una lectura «debido a la dificultad para respirar», dijo-, 2025 tampoco parece ser el momento indicado para la visita. Aunque con Francisco nunca se sabe.
«¿Si iré a la Argentina? Es una cosa aún no decidida. Yo querría ir ¿no? Es mi pueblo, Querría ir, pero aún no está decidido. Hay diversas cosas para resolver antes». Eso fue lo último que dijo públicamente Francisco, en septiembre de 2024 al regresar de una gira por Asia y Oceanía.

No obstante, como lo dice en su libro autobiográfico, el corazón y la cabeza de Francisco siempre están en Argentina. Recibió recientemente a obispos argentinos en el Vaticano, y lo visitan asiduamente en Santa Marta compatriotas que le cuentan novedades de primera mano.
En uno de esos últimos encuentros, el sábado 8 de febrero, el Papa recibió a la conducción de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), con Rodolfo Aguiar a la cabeza, quien le entregó un crítico informe sobre las políticas del Gobierno nacional como el «desmantelamiento, desguace y remate del patrimonio estatal, además de retirar toda presencia del Estado nacional de las provincias, y las cesantías ilegales» de trabajadores.
Hoy el Papa Francisco nos extendió la mano y alentó la lucha de todos los estatales de la Argentina!
Su bendición es para la protección de nuestra Patria y reconstrucción de nuestra Nación! 🇦🇷 pic.twitter.com/3pKfpv2D9L— Rodolfo Aguiar (@rodoaguiar) February 8, 2025
El informe entregado al Papa aborda también «el crecimiento de la pobreza y el impacto del ajuste no sólo en el sector público sino también en la clase media y sobre las franjas sociales más vulnerables, a partir de una notable pérdida de derechos fundamentales en el último año», indicó ATE en un comunicado.
En ese encuentro, donde hubo coincidencias sobre la importancia del Estado para garantizar los derechos de la población, los dirigentes de ATE le pidieron al Papa que «evalúe adelantar su viaje a la Argentina, que no lo demore más porque hay un pueblo sufriente deseoso de su llegada».
«Está todo en la cabeza de él. Solo él sabe si se va a dar o no (la visita). Hasta el momento no hay indicios concretos, pero nunca se sabe», dijo una fuente episcopal que también lo visitó recientemente.
La asamblea episcopal que eligió en noviembre al arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, como nuevo presidente del cuerpo –en reemplazo de Oscar Ojea– le mandó una carta a Francisco: «Ya sabes que estamos siempre abiertos y deseosos de tu visita a esta tu tierra que te ama y espera«.
La nueva conducción episcopal sigue la línea ‘bergogliana’ ya implementada por Ojea y que tendrá una continuidad con Colombo a la cabeza, con la justicia social y el diálogo entre sus premisas. En diciembre, hubo intercambio de cartas entre la nueva cúpula del Episcopado y el presidente Javier Milei, pero no un encuentro presencial, tal como se acostumbra a hacer entre la Iglesia y el Poder Ejecutivo cuando hay recambio de autoridades y ante las fiestas de fin de año.

«Como Presidente de la Nación, reafirmo nuestro compromiso con el trabajo conjunto para preservar la paz, fomentar el entendimiento y buscar el desarrollo integral de nuestra Nación. Quedo a disposición para continuar construyendo espacios de diálogo y cooperación que permitan avanzar hacia los objetivos compartidos», indicó el mandatario nacional en la misiva en respuesta a la de los obispos.
El 11 y 12 de marzo, cuando se reúnan en Buenos Aires los integrantes de la comisión permanente del Episcopado, puede haber chances de un encuentro presencial de las autoridades con el Presidente, según estimaron las fuentes de la Iglesia consultadas por La Patriada Web.
La actual relación de la Iglesia con el Gobierno «no es mala, pero no es fluida«, dijeron las fuentes consultadas, que lo atribuyen a que hay menos interlocutores que en otras gestiones.
¿Cómo se van a posicionar el Papa y la Iglesia ante el año electoral y la coyuntura social y política de este año? Un adelanto de esa respuesta se pudo observar las últimas semanas ante la multitudinaria marcha denominada «antifascista» que fue del Congreso a la Plaza de Mayo, convocada por diversos sectores para repudiar las declaraciones de Milei en el Foro de Davos, y que fue minimizada desde el Gobierno.
Desde distintos sectores de la Iglesia hubo ciertas expresiones de respaldo a la marcha y un rechazo terminante al discurso del Presidente en Suiza.
La Comisión Pastoral de Diversidad del arzobispado de Mendoza –que encabeza Colombo– emitió un comunicado en el que expresó su aval a la marcha y señaló: «No podemos ni debemos permanecer indiferentes» y aceptar «las diferencias de opinión o posicionamientos pero sin discriminar a los vulnerables y maginados«.
El propio Colombo, en una entrevista periodística, exhortó a que «la sociedad argentina no retroceda sobre sus pasos, no solo en un concepto de tolerancia, sino de viva interacción de todas las personas que componen la sociedad«, y añadió: «Y entonces, frente a determinadas manifestaciones de agresividad, de desconocimiento de derechos, de estigmatización no sólo del colectivo LGTBQ, sino de migrantes, de pobres, de otros sectores de la vida social, ellos se manifiestan y hacen sentir su voz».
Por su parte, el Arzobispado de Buenos Aires difundió un comunicado el mismo sábado de la marcha, en el que informó que no fue suya la decisión de colocar vallas de protección frente a la catedral metropolitana. «La imagen que brinda la iglesia mayor no fue por decisión eclesiástica, y a todos se vuelve a reiterar la convicción de que nada se construye con el odio y la división, ni dando expresiones subrepticias de ello por medio de signos externos», se indicó en el texto.
También, la diócesis de Merlo-Moreno, cuyo obispo es Juan José Chaparro, rechazó «enfáticamente las declaraciones discriminatorias y violentas del presidente Javier Milei en Davos» y afirmó que «estas expresiones que legitiman el odio, la persecución y estigmatización hacia las mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+, vulneran los derechos humanos elementales y desconocen los marcos legales internacionales con rango constitucional en la Argentina«.
En un comunicado fechado el 4 de febrero, la Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes sumó: «Ninguna expresión que promueva la exclusión, la desigualdad o el desprecio hacia quienes piensan, sienten o viven de manera diferente construyen el futuro que anhelamos».
Los miembros de esa comisión expresaron su «preocupación» ante mensajes que «refuercen la xenofobia, el racismo o el rechazo a las personas que se identifican con otras orientaciones, identidades, expresiones y características sexuales y de género».

Pero las voces críticas de la Iglesia hacia el Gobierno no se limitaron a sus declaraciones en Davos. Se hicieron sentir también en los últimos días en relación a la cuestión social.
En diálogo con Radio María los primeros días de febrero, el cardenal Ángel Rossi, arzobispo de Córdoba, expresó su deseo de que «la mejora en la macroeconomía baje al plato de los pobres«.
«Se cuida el proyecto, pero se nos escapa la persona. Nos falta la mirada de la persona concreta, de la necesitada», planteó en referencia a la gestión económica del gobierno nacional.
Y continuó: «Uno celebra que se ha frenado la inflación y que se van corrigiendo gestos de corrupción que van saltando. Igual, hay que tener cuidado de no caer en el maniqueísmo, de creer que todos los otros eran malos y que todos los nuevos son santos», añadió.
Como es la postura tradicional, ante el año electoral en marcha, tanto el Papa como el Episcopado argentino se mostrarán prescindentes. No obstante, las distintas voces de la Iglesia seguirán alzándose y escuchándose desde los púlpitos y las apariciones mediáticas.

Entre los temas que más los preocupan figuran, especialmente, la pobreza y la situación social de la población más vulnerable, la integración de los barrios populares –luego de que fuera disuelto el Fondo de Integración Socio Urbana-, la ludopatía y la edad de imputabilidad de los jóvenes, entre muchas otras cuestiones sociales.
Una cuestión no menor a tener en cuenta es que en la renovación episcopal llevada a cabo en noviembre hubo un recambio generacional, con obispos más jóvenes en lugares preponderantes de la estructura eclesial, por lo que se espera una nueva impronta en las apariciones o declaraciones ante la opinión pública. Incluso, se buscará que también haya más exposición de los laicos.